Los compromisos de campaña hicieron pensar que se respirarían nuevos aires que acarrearía la hoy llamada 4T. En cuatro meses y medio transcurridos el cambio prometido no se asoma. Se percibe un desagradable olor a rancio de la política, ese olor a cuero viejo, a tejido añejo, rayando en la hediondez. En tan solo 16 semanas ya se vislumbra más de lo mismo, sin que el peligro para el gremio periodístico sea la excepción.
En las ideologías totalizadoras no hay cabida para una atrevida expresión de lesa majestad, de cuestionamiento, de reclamo que cause incomodidad. La respuesta es inmediata, directa e indirecta. Una especie de: te lo digo Juan -pueblo bueno y sabio-, para que lo entiendas Pedro.
Las gesticulaciones acompañaron a las palabras del presidente AMLO este lunes en la mañanera a los periodistas presentes: "Si ustedes se pasan, pues ya saben, ¿no? Lo que sucede, ¿no? Entonces, pero no soy yo, es la gente, no es conmigo, es con los ciudadanos que ya no son ciudadanos imaginarios; hay mucha inteligencia en nuestro pueblo...".
La semana Santa nos hace recordar que Pilatos se lavó las manos; fue la gente, los ciudadanos que no eran imaginarios, fue el "pueblo bueno y sabio" que pidió la crucifixión de Jesús de Nazaret. El prefecto de Judea no dio la órden. Fue la "inteligencia del pueblo" la que se encargó de condenar y ejecutar al Mesías -verdadero-. Los acontecimientos convirtieron a Pilatos en el arquetipo de la duda política.
En lo que va del año en México han asesinado a siete periodistas, uno desaparecido. Cerca de 140 reporteros, fotógrafos y camarógrafos asesinados y al menos 25 desaparecidos durante los últimos dieciocho años, según datos oficiales. Este se ha vuelto uno de los países más mortíferos del mundo para ejercer el periodismo, se precisa en The New York Times.
Ya tiene su recocimiento "la inteligencia del pueblo bueno y sabio".
rvazquez002@yahoo.com.mx
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