Está por concluir el primer episodio del proceso electoral, el día de las votaciones; el siguiente es en los tribunales –se vaticina que sea en muchos casos-. Acontecimientos anómalos se han presentado, mismos que han puesto el sello distintivo a la contienda. A horas del “Día D”, en que se disputarán más de 3 mil 400 cargos a niveles local, estatal y federal, cuando se predijo que las elecciones de 2018 serían “La tormenta perfecta”, “La madre de todas las batallas”, o “La guerra sucia digital”, jamás imaginamos que la realidad rebasaría cualquier expectativa en cuanto a irregularidades.
Elecciones teñidas de sangre. La cantidad de políticos asesinados durante el proceso electoral ha ido en aumento desde que inició el proceso. Entre el 8 de septiembre de 2017 y el 16 de junio de 2018 se tiene registro de un total de 120 asesinatos de políticos, 102 hombres y 18 mujeres; más otros 351 asesinatos en contra de funcionarios no electos, señala el último informe de la consultora Etellekt.
Las entidades en las que se reportaron más casos de agresiones contra políticos fueron Puebla, 62; Guerrero, 53; y el Estado de México, 40. La entidad que se ha presentado como más segura es Nuevo León, ahí no se reportó ninguna agresión. En lo que respecta a los asesinatos, la mayoría tuvo lugar en Guerrero con 27 y Oaxaca con 19, de acuerdo con Etellekt, que además "anticipa un serio desafío de seguridad para la paz y gobernabilidad democrática en las regiones con mayor presencia de organizaciones delictivas y notorio debilitamiento institucional".
Lo que de igual manera se dio un incremento en estas elecciones, ha sido en el desaseo entre la clase política, hasta llegar al grado de putrefacción penetrante. Traiciones, deslealtades, cambios de bando de última hora por parte de “distinguidos” militantes de determinado partido, no cesaron.
Lo que más retumbó en los oídos de los mexicanos al parecer fue el absurdo estar en contra de todo y a favor de nada; simples ocurrencias, promesas de campaña que de antemano se tiene la certeza de que serán imposibles de cumplir, no tuvieron mesura alguna en eructar la mayoría de los contendientes electorales. Que del conjunto de promesas, si tan sólo cumplieran con un 20 por ciento del total de lo que se comprometen, naciones como Noruega, Suiza o Alemania se verían como aldeas en comparación con México.
En el balance general, los cierres de campaña pusieron en evidencia que el acarreo forma parte de la política perversa, sin excepción de color partidista. El derroche de recursos no tuvo freno por ningún lado. Exactamente los mismos vicios de hace varias décadas, no existe diferencia alguna, sólo que con distintos colores.
Analistas contemplan la posibilidad de que este 1 de julio pueda llegar a suceder lo que en el Mundial de Futbol, que se llegue a dar una sorpresa. Esto lleva a acentuar la preocupación al escuchar con insistencia la amenaza de soltar el tigre en los primeros minutos del lunes, en caso de que el resultado anunciado no le favorezca al supuesto puntero en las encuestas. Los gobernadores de las entidades ya deben tener previsto el posible e indeseable escenario de violencia, en dado caso de que el candidato que en apariencia va a la cabeza se quede con las ganas de hacer la “Roqueseñal”.
No serán las encuestas, ni los acarreos, tampoco las columnas, los periódicos y portales informativos, será únicamente la propia decisión de cada mexicano la que defina, para bien o para mal el futuro de este país.
La decisión está en manos de todos y cada uno.
Evalúe si todavía tiene tiempo, tome una decisión. Salga a votar.
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