Solamente en México es posible suceda lo que estamos viendo en el descompuesto ambiente político. Ahora resulta que la Procuraduría General de la Republica admite que no cuenta con elementos suficientes para acreditarle el delito de delincuencia organizada a Javier Duarte de Ochoa. Ya no debe sorprendernos que en breve el siniestro exgobernador veracruzano abandone el Reclusorio Norte y tome un vuelo de British Airways en primera clase que lo lleve a Londres para reunirse con su familia, “… y todos vivieron muy felices”; como si el atraco, desastre y brutalidades cometidas en contra de los veracruzanos fueran producto de la imaginación. Así que René Bejarano ya se otorgó el perdón, ahora apela al olvido: Mis escándalos son cosa del pasado, impugna el famoso “Señor de las ligas”.
La pobreza parlamentaria deambula acompañada de escándalos de diferente especie, los de solicitudes de sexoservidoras en plena sesión del Senado no son la excepción . Legisladores locales y federales navegan sin rumbo, a la deriva. La improductividad ha sido una de las molestias que han provocado que los mexicanos reprueben el desempeño de los congresistas. Insisten en ganarse a pulso el repudio de la población.
El pasado viernes la tormenta tropical 19-E dejó en Sinaloa 3 muertos –mujeres arrastradas por arroyo-, 3 desaparecidos, más de 16 mil afectados, por lo que la SEGOB declaró emergencia en 11 municipios. Ante los hechos, de inmediato la Sedena aplicó el Plan DN-III-E, que en coordinación con la Marina Armada de México, los elementos castrenses auxiliaron a la población con labores de rescate, algunos en helicópteros, otros en lanchas y en vehículos todo terreno, primeramente con la finalidad de evitar mayores pérdidas de vidas humanas. Como sucede en estas acciones, soldados y marinos cumplieron jornadas agotadoras y riesgosas, no había tiempo que perder.
Mientras que los sinaloenses sufrían los estragos causados por la tormenta, 370 diputados locales de 28 entidades disfrutaban despreocupados de una cena “fifi”, de gala, frente al mar, en un sitio exclusivo; aunque sí hubo algunos legisladores que en solidaridad con la población decidieron no asistir al evento. La justificación: que la cena fue programada con tres meses de anticipación dentro del programa de la 23 Asamblea de la Conferencia Permanente de Congresos Locales.
La tormenta 19-E afectó también el estado de Sonora, por lo que en esa entidad elementos de la Sedena y Marina participaron en las labores de socorro. Posteriormente en Michoacán igual les correspondió a los elementos castrenses auxiliar a la ciudadanía por otra tormenta.
Una vez más, ese viernes soldados y marinos actuaban entregados a salvar vidas, sin medir el peligro al que se exponen, al mismo tiempo que diputados locales de casi todo el país degustaban platillos gourmet y finos vinos.
No faltará quien diga qué tiene que ver esto, que trate de argumentar que la función de los legisladores no es la misma que la de los militares. En efecto, son funciones distintas. Lo que también es diferente es que soldados y marinos se entregan por completo para servir a los mexicanos, sin importar que tengan que arriesgar la vida para salvar la de otras personas; en cambio, los legisladores, son pocos, muy contados los que cumplen a cabalidad su función parlamentaria en beneficio de la ciudadanía.
Después de lo ocurrido. ¿Cuántos de los diputados que cenaban esa noche en la Quinta Echeguren volverán a abrir la boca para tirársele a la yugular a los militares; a despotricar contra las Fuerzas Armadas para criticarlos por haber cometido un error inevitable e involuntario en un operativo de combate a la delincuencia?
Los militares no hacen promesas, tampoco anuncios sensacionalistas, simplemente cumplen con su deber sin esperar el aplauso. A diferencia de los servidores públicos, que cualquier acción que llevan a cabo hacen todo un evento sensacionalista para recibir cumplidos y darle toda la difusión, como si el funcionario le estuviera haciendo un favor a los ciudadanos, cuando la realidad es que todo servidor público desempeña un trabajo que es pagado con dinero de los contribuyentes.
Para cerrar este espacio. Este martes, soldados y marinos tomaron el control de la seguridad en el municipio de Acapulco, Guerrero, por sospechas de probable infiltración de grupos criminales en la corporación. Para quienes han reprochado que las Fuerzas Armadas deben regresar a sus cuarteles, ¿ya tienen la solución en sus manos, o alguna otra ocurrencia?
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