El desarrollo de los acontecimientos políticos en nuestro país, el desenvolvimiento del proceso electoral, en el antes y el después, plagado de sucesos enmarañados, absurdos, inconcebibles, nos lleva a recordar dos expresiones apuntadas por José Saramago, Premio Nobel de Literatura:
“La democracia se ha convertido en un instrumento de dominio del poder económico y no tiene ninguna capacidad de controlar los abusos de este poder”.
“Antes nos gustaba decir que la derecha era estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda”.
Han transcurrido 14 años de la descripción de democracia que nos dejó el escritor portugués, que en el desarrollo de cada contienda electoral, en el ejercicio de la función pública, preñada de corrupción e impunidad, viene a dar por resultado que la democracia la hayan utilizado como una fábrica de nuevos millonarios, anomalía que ha revelado que ya no se trata de enriquecimiento inexplicable de actores políticos, el enriquecimiento es absolutamente explicable.
En esa lucha por el poder, en esos incomprendidos “deseos de servir”, como titulamos una entrega anterior, los contrincantes electorales se rasgan las vestiduras por alcanzar su objetivo, de mostrarse estar dispuestos a “sacrificarse en bien de la población”, cuando lo único que persiguen es el interés personal, aunque por supuesto es posible que existan honrosas excepciones, muy contadas por cierto.
En la reyerta en busca del voto, en el ánimo candente de los partícipes directos por la aparente defensa de los intereses de la población, el fuego se expande y enciende los ánimos de la población.
El problema de lo que está sucediendo entre los ciudadanos es que están cayendo en el apasionamiento electoral. Entre la población se está provocando enemistad; han pisado la trampa en ese juego perverso de los actores políticos que buscan un cargo público.
Lo lamentable a la vez, es que entre las personas que no tienen ninguna participación directa en la contienda electoral, sólo por pensar de una manera distinta en favor de uno u otro candidato o partido político, hayan llegado al enojo o al rompimiento de una relación de amistad.
Peor aún, cuando la diferencia de opinión política entre los integrantes de una familia quedó rebasada hasta haber tocado la irritación, causa con ello el distanciamiento.
No son escenarios imaginarios, desgraciadamente está sucediendo.
Lo más absurdo es que la población posiblemente no se ha percatado que en muchas ocasiones en una contienda electoral, una vez que esta haya transcurrido, los actores políticos contrarios, sin distinción del color, se vuelven aliados, socios.
Los que antes eran acérrimos enemigos políticos, después se vuelven más que amigos.
Muy distinto sucede con las relaciones de amistad o familiares, quebrantadas por diferencias de opinión para votar, las que difícilmente podrán ser restauradas.
El panorama político electoral es bastante confuso. La farsa entre contrincantes electorales es evidente en infinidad de casos y a todos los niveles: “chapulineo”, traiciones, uso de doble o triple camiseta sobrepuesta –moda de actualidad-; continuidad de los útiles en fines perversos, etcétera. La descomposición política no tiene límites.
Ejemplos hay de sobra. Jaime Rodríguez, “El Bronco”, durante su campaña rumbo a la gubernatura de Nuevo León refutaba: “El chapulineo es inmoral, no puedes dejar abandonada tu responsabilidad, no puedes hacerle eso al Estado”. Negaba una y otra vez abandonar la gubernatura para buscar ser candidato independiente a la primera magistratura del país: “Quienes piensan en dos cosas a la vez, no atienden ninguna”. En efecto, no hizo nada por los neoleoneses y hoy es comparsa electoral. ¡Razaaaa, el pueblo de México me quiere de presidente! Se justifica en su docilidad.
En la misma situación se encuentra Pedro Montalvo Gómez. 27 días le fueron suficientes para dejar botada la alcaldía de Omealca, Veracruz. “No prometo, me comprometo”, repetía en campaña el cacique de esa localidad sumida en el rezago. Con un pasado tortuoso, Pedro Montalvo se apunta una vez más como aspirante tricolor a diputado federal.
Ese camino sigue la diputada local Tania Carola Viveros, del partido Morena, solicitó licencia para perseguir la candidatura a diputada federal por el distrito Xalapa Rural.
El nalgodromo de San Lázaro resulta muy atractivo.
Sin dejar de salir a votar amables lectores.
¡Cuidado, seamos cautos para no caer en el apasionamiento electoral!
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