No fue uno, ni dos, el número es indefinido, de casos de jóvenes que se negaron a prestarse a ser parte de actos de corrupción. Durante el fidelato y el duartazo, una de las artimañas clave utilizadas para tapar o simular el desvío de recursos, era incitar a jóvenes, empleados de la administración estatal a firmar documentos, indebidamente. En muchos casos, en las secretarías de despacho los encargados de armar los putrefactos expedientes, llegaban a pensar que ser joven con escasa experiencia era sinónimo de idiota. Los que bien reaccionaron, al tener plena conciencia de la podredumbre en la que se involucrarían, rechazaban la instrucción.
En otros casos, hubo incautos que sucumbieron a la tentación, al hacerlos participes de los beneficios, del dinero mal habido que se obtenía del erario público. Lamentablemente hoy son los que están tronándose los dedos en la incertidumbre de que si la justicia los alcanzará, los que hicieron su “guardadito” ilícito a cambio de haberle entrado al peculado. En el entendido que el hilo se revienta por lo más delgado.
Los que se negaron a prestarse a la malversación de recursos, algunos por voluntad propia se apresuraron a renunciar; otros sus jefes inmediatos esperaron a que terminara el trimestre para ya no renovarles el contrato; unos más fueron despedidos de manera fulminante.
Los que tuvieron que enfrentar sucesos de esa naturaleza se sintieron profundamente desilusionados, desanimados, por lo frustrante que representaba para ellos el hecho de que para tener derecho a un empleo forzosamente tenían que ser parte de la corrupción, era la única manera.
Peor todavía la decepción para los jóvenes porque los incidentes se dieron también en las instancias locales supuestamente encargadas de controlar y fiscalizar los recursos públicos de los veracruzanos, lo que daba a lugar a que pensaran: ¡Después de esto qué más podemos esperar!
Una vez recuperado el ánimo, muchos tuvieron agallas para emigrar en busca de un mejor futuro. No sólo partieron a Nuevo León, Ciudad de México, Querétaro, Puebla. Incontables jóvenes se desplazaron a países de Norteamérica, Sudamérica, Europa; a tal grado que no hay un Continente en el que no se encuentre un xalapeño o un veracruzano.
No estamos hablando de los que laboran en una embajada o consulado, esos no. Se trata de los que se armaron de valor para dejar familia, amigos, se privaron de las comodidades y con recursos muy limitados dejaron su país.
Son los que hoy están labrando un mejor porvenir, de tener dos empleos para reunir los recursos necesarios para iniciar un postgrado; otros ahorrando para crear su propio negocio o empresa. Sin tener que verse obligados a ser parte de la pudrición.
Las anécdotas de esfuerzo y las historias de éxito de veracruzanos, en cualquier disciplina y área, en distintas latitudes del mundo, son sorprendentes.
Los incidentes taladran la masa encefálica de los xalapeños y de los veracruzanos en general. Sucesos que mueven a los jóvenes a aumentar las cifras de migrantes.
La historia se repite, de desaliento para los jóvenes y para los no tanto. Pareciera que pretenden venir a “conquistarnos”, una vez más, igual que hace 499 años.
Lo declarado por el alcalde xalapeño Hipólito Barradas, en el sentido de que “Se contrató a funcionarios de la Ciudad de México, porque en Xalapa no hay personas con el perfil requerido”, no hay manera de justificarlo como un “resbalón”, porque no se trata de un dicho, sino de un hecho.
Los funcionarios provenientes de la CDMX ya están operando, haciendo y deshaciendo, dando las primeras muestras de arbitrariedad y prepotencia; son los encargados de disponer de los recursos de los xalapeños.
“Se tiene que acabar con años de corrupción, acabar con la fauna que ha acabado con los fondos públicos de los xalapeños y que ha depredado el futuro de la población”, se comprometió Hipólito Rodríguez en su cierre de campaña como candidato de Morena.
“De ser alcalde desarrollaré un gobierno honesto en busca de la desigualdad y de fuentes de empleo que alejen a los jóvenes de la delincuencia”, fue otro de los compromisos en busca del voto del hoy alcalde de Xalapa.
No es imaginario, ni una suposición, es real: hay jóvenes xalapeños próximos a partir, a otros países. El desaliento los vuelve a invadir, los ahuyenta.
rvazquez002@yahoo.com.mx |
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