Parecían rostros propios de una partida de pastel. Las caras sonrientes de los legisladores federales probablemente intentaban dar muestra de estar “cumpliendo con el deber” En la imprescindible parafernalia política los “representantes populares” no desaprovecharon el momento para acaparar cámaras, micrófonos, y exhibirse.
La pose no correspondía al tema que los ocupó, la del grupo de diputados federales del PAN, PRD, Movimiento Ciudadano y Morena, que acudieron a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, SCJN, para presentar acciones de inconstitucionalidad contra la Ley de Seguridad Interior. Los legisladores argumentan que la Ley en mención “está plagada de violaciones constitucionales en diversos ámbitos”. Aunque la imagen pareciera de la farándula, es un tema que representa luto y dolor para decenas de miles de familias.
Los legisladores insisten en que para acabar con la epidemia –de violencia e inseguridad en varias regiones del país- es necesario aplicar una vacuna. Lo desatinado es que los parlamentarios no tienen esa vacuna salvadora, por supuesto que tampoco tienen la fórmula para producirla.
La necedad e inconformidad de los legisladores radica en que es necesario sacar a las Fuerzas Armadas de las calles, para que la policía civil se encargue de restaurar el orden, y asunto arreglado. Lo que no plantean es de qué manera van a lograr que las corporaciones policíacas arrojen resultados satisfactorios, mediante la eficiencia y confiabilidad, cuando soldados y marinos no salieron por gusto, fueron sacados de sus cuarteles para enfrentar una batalla que no les corresponde, porque la policía no pudo. Tampoco tomaron en cuenta que ha habido gobernadores, fiscales, alcaldes que han sido señalados, acusados, procesados de haberle abierto las puertas a la delincuencia organizada.
A la LXIII Legislatura del Congreso de la Unión le restan 192 días de funciones, para completar seis años para el caso de los senadores y tres para los diputados. Lo que no hicieron en todo ese tiempo difícilmente lo van a hacer en la brevedad que les queda, por consiguiente, se van a ir en blanco en lo que se refiere al tema que más ha lacerado a la población, de cuando menos una decena de entidades, al no haber hecho aportaciones trascendentales que hayan detenido la oleaje huracanado de ejecuciones, secuestros, desapariciones.
El futuro es incierto para la Ley de Seguridad Interior. Le están echando montón. Otras instancias harán lo mismo que los legisladores: van a presentar sus inconformidades.
Lo preocupante es que lleguen a hartar a las Fuerzas Castrenses. Que en vez de reconocerles el sacrificio, que en realidad sí lo es -las bajas de elementos durante los enfrentamientos son reales-, al recibir ofensas y agresiones los lleve a la indignación y tomen la decisión contundente de regresar a sus cuarteles.
¿Habrá alguien que se los impida?
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