Increíble pero cierto y comprobable. ¿Hasta dónde vamos a llegar?
Continua crisis económica incomprendida y mal atendida, que incrementa pobreza, malestar e inconformidad.
En números aproximados, en la actualidad en México hablamos, de 7 billones de pesos de presupuesto federal (con casi 1 billón de déficit); 13 billones de deuda pública financiera en aumento; un PIB de casi 27 billones; una inflación promedio anual de 8.2%, la mayor en casi 20 años; la informalidad de más de 31 millones de trabajadores sin plenos derechos laborales, ni condiciones y prestaciones, representando casi 57.0% del total.
No hay duda, se debe enfrentar la realidad y revisar temas centrales, cuya conceptualización, estructura y funciones ya no responden a la nueva realidad. Identificar y aprovechar lo bueno, y enfrentar y erradicar lo malo. Actualizar y mejorar es el reto.
Tal es el caso de las finanzas públicas, que hay que conocer más, administrar mejor y aprovechar para bien de todos; mismas de las que, en gran parte, se ignora o mal entiende su verdadera integración y ejercicio, su uso y abuso que siempre termina en déficit, endeudamiento y hasta condenables subejercicios y disposiciones que favorecen su desaparición, injustificada devolución o su ocurrente e improvisada aplicación.
Excepciones aparte, poco o nada se responsabiliza y reclama, a quienes manejan y son responsables del mal uso o abuso de las finanzas públicas. Eso sí, predomina la simulación de transparencia y rendición de cuentas; y la farsa de fiscalización y evaluación, acompañada de entretenimiento y distracción, pues siempre se anuncia que a dos o tres insignificantes se les señala y denuncia, e incluso hasta se les castiga, todo para hacer como que se hace y en realidad el manejo vaya de mal en peor.
Así, lo que si se sabe es que los presupuestos aumentan y llegan a cifras impresionantes; aunque también de inmediato se sabe que lo presupuestado no alcanza, que hay que pedir prestado y ahí viene el aumento de deuda pública; sobresaliendo también, los grandes negocios financieros, como los de supuesta asesoría y apoyo profesional, que se concretan con las llamadas negociaciones,
reestructuraciones o la simple gestión del endeudamiento y sus formas de pago.
Ahí está la Economía mal entendida y peor atendida, con finanzas públicas deficitarias, endeudadoras y desquiciadas, fuente de más, compromisos, problemas y daños.
Punto importante en la conformación del esclavismo financiero que dejaremos a las próximas generaciones, a seres humanos que todavía no nacen y ya están endeudados y esclavizados de por vida.
La verdad se sabe y trasciende. A la insuficiente capacidad de respuesta gubernamental, la agravaron las derivaciones de la pandemia padecida, así como los efectos de la guerra desatada en Ucrania. Pero también es verdad que los pocos aciertos y los contados logros, deben adjudicarse a políticas fiscales y acciones gubernamentales, que contaron con un reconocido margen de efectividad.
Mucho que aprender, tanto de lo bueno como de lo malo. Sobresale sin duda, que debe aceptarse que la política fiscal debe ser revalorada y fortalecida de todas las formas posibles, para que se le aseguren, tanto más cobertura como mayor efectividad, en el auxilio, apoyo y respaldo al desarrollo que posibilite y garantice mejores niveles de bienestar social.
A propósito, de este tema de indudable actualidad. Dentro de las fuentes disponibles, es oportuno citar a Gita Bhatt, Editor en Jefe, Finanzas y Desarrollo del FMI, quien en la presentación de la reciente edición del primer trimestre de 2022, expreso que: “Hace casi un siglo, Joseph Schumpeter escribió: "El espíritu de un pueblo, su nivel cultural, su estructura social... todo esto y más está escrito en su historia fiscal.... Las finanzas públicas son uno de los mejores puntos de partida para una investigación de la sociedad".
En este breve texto introductorio, menciona diversos autores que en sus correspondientes aportaciones resaltan la importancia de la política fiscal, pero sobre todo señalan algunos de los aspectos, en los que es posible actualizar, fortalecer y reestructurar dicha política, para mejorar tanto la administración gubernamental, como el buen uso de las finanzas públicas.
Precisando al respecto. Lo fiscal y lo financiero, con buena administración pública, hacen que se conviertan en un preciado y útil instrumento, de políticas y acciones que favorezcan el impulso al desarrollo económico en sus múltiples aspectos, así como al bienestar
social y, en general los servicios básicos que satisfagan necesidades sociales prioritarias y faciliten resolver viejos y nuevos problemas.
En contraste, con los grandes esfuerzos y sacrificios que hace la población, que todo lo padece, soporta y tiene que pagar. Salvo excepciones, gobernantes, funcionarios y servidores públicos, son responsables de lo poco o nada que se hace al respecto, pues se dedican más a la simulación y burocratización, a la distracción y el entretenimiento.
En fin, sigue crisis económica con más inflación, mayor pobreza, creciente delincuencia e inseguridad pública, dentro y fuera de los gobiernos.
El reto es actualizar y renovar cuanto antes la política fiscal, para dotarla de mayor alcance y efectividad, y favorecer también otras políticas y acciones gubernamentales.
Se debe por tanto revisar la estructura y funciones de la administración de las finanzas públicas, para fortalecerlas tanto en lo federal, estatal, municipal y descentralizado. Insistir en la importancia de disponer, en todo caso, de finanzas sanas, equilibradas y crecientes. Nada fácil porque la nueva e innovada política fiscal tiene y debe ser más amplia y efectiva, más sana y equilibrada. Tanto en las fuentes de recursos y los alcances del presupuesto, como en el manejo de la deuda, su monto, plazo, intereses, gastos y otras disposiciones; incluyendo lo referente a los déficits, las tasas de interés, así como la obligada transparencia y el garantizado acceso a la información pública, la puntual rendición de cuentas y la verdadera fiscalización, e incluso la necesaria contraloría social.
Todo lo anterior y más, para poder enfrentar la desigualdad con impuestos progresivos e ingresos gubernamentales crecientes, con impulso al bienestar y la ampliación permanente de oportunidades disponibles.
Finanzas públicas, con mas participación ciudadana y social.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH |
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