Por Rafael Arias Hernández.
A la compleja y difícil situación que se padece, hay que agregar la inevitable presencia del coronavirus que, sin duda, afecta y afectará el presente y futuro planetario.
Virus que se une a otros males, que persisten y afectan la salud y vida diaria de generaciones y generaciones, y que no pueden ni deben ignorarse, minimizarse, o encubrirse.
Para mexicanos y veracruzanos, imposible negar, soslayar o menospreciar, entre otros virus o enfermedades:
La creciente inseguridad pública y sus negativos efectos, con miles y miles de homicidios y otros delitos irreparables.
La inocultable enfermedad de la crisis económica, que los gobiernos no entienden ni atienden, con oportunidad y efectividad, impidiendo aprovechar oportunidades y ventajas de producción, comercialización, servicios y empleo.
El generacional padecimiento de pobreza y desigualdad crecientes, de la mayoría de la población, hoy en parte y provisionalmente atendida, con becas y subsidios oficiales.
El persistente malestar, de la insuficiente acción gubernamental, en educación y salud, para que estos servicios básicos, en verdad lleguen a todos y se cuente con medicamentos y libros.
La persistente epidemia de corrupción e impunidad, alentada y sostenida por la delincuencia gubernamental.
A todos estos y otros problemas más, hay que agregar esta nueva problemática del pandémico coronavirus, que afecta la salud humana y la vida misma.
¿Qué hacer frente a los virus, enfermedades y males que nos afectan? ¿Qué hacer frente a presencia y propagación, de nuevos y conocidos o padecidos virus y padecimientos?
Y desde luego, ¿cómo evitar caer en la manipulación mediática, de falsas noticias e infundadas afirmaciones, que fácilmente se propagan y distorsionan, desorientan, debilitan o impiden una capacidad de respuesta oportuna y efectiva. Y que fácilmente incrementan el número de víctimas y sacrificados?
SERVIDORES PÚBLICOS QUE SIRVAN.
Sin excusas ni pretextos. Sin distracciones, ni ocurrencias mediáticas. Sin disculpas, ni evasivas, necesario repetir que no debe jugarse con la salud y existencia de los seres humanos.
El ciudadano común, sometido a las renovadas presiones de la vida diaria. El sobreviviente que conforma tanto clases medias, como mayoría empobrecida, sacrificada o víctima de la ineficiencia, la corrupción y la impunidad, ha aprendido, que en cuestión de política, de administración pública y de gobierno hay que exigir, suficiente y puntual atención, eficiencia y efectividad institucional oficial; y evitar, que los posibles remediadores o solucionadores, que representan dependencias e instituciones oficiales, se conviertan en problemas o en parte de ellos.
Para generar antivirus y remedios, es imprescindible exigirles en todo momento, a todos sin excepción, transparencia, información confiable, y cuentas claras, para identificar y distinguir el acierto del error, el logro del pendiente, así como evaluar lo hecho, realizar lo faltante y prever lo necesario. Imprescindible juzgar y castigar culpables.
Asegurar que , permanentemente, en verdad todo servidor público, sirva y asegure buenos resultados; y, desde luego, se apoye y promueva, garantice y entienda,
presencia y participación, de la organización y movilización ciudadana y social, en todo asunto o cuestión pública.
Bien se sabe, que por la repetida historia de acumulación de daños, afectaciones y pérdidas ocasionados, obligado distinguir, con claridad y oportunidad, el dicho del hecho, la intención de la acción, el propósito del resultado.
Preciso aprender a identificar y separar demagogia de congruencia, realidad de fantasía, verdad de engaño, precisión de exageración.
Nada es para siempre, ni todo es perfecto.
PARTICIPAR Y EVALUAR.
No es recomendable ignorar, soslayar o minimizar lo sucedido; ni aun cuando, se esté dispuesto a absorber cuantiosos daños, a padecer horrores y consecuencias, y a pagar notables pérdidas en recursos, tiempo y oportunidades. Suicidarse no es obligatorio.
O se está consciente, que todo lo que digan los políticos activos o pasivos, sean gobernantes u opositores, comunicadores o académicos, hay que probarlo y comprobarlo de alguna forma. O simplemente se vive en una irrealidad, en un sueño de un mundo feliz, cuyo despertar siempre es caro y doloroso. Hay que corroborar, en todo caso y en todo momento; comprobar, lo que se dice con lo que se hace.
Razones no faltan, experiencias sobran. Sin la verificación obligada, se ha comprobado que la confianza se va al pozo; y que el gozo se convierte en sacrificios, pérdidas y sufrimientos. Daños reparables e irreparables que configuran la cotidiana historia del haber sido y no fue.
VIRUS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE.
Al comienzo decir es lo fácil, abundan promesas y espejismos de buenos propósitos. Incluso, ante nuevos y viejos retos y problemas, se asegura y repite tener la solución a todo.
Pronto, resulta que los problemas se agravan, ya que persisten o aumentan ineficiencia e irresponsabilidad; ineptitud convive con impunidad, y corrupción con delincuencia, repitiéndose similares o conocidas historias.
Después viene inundación de pretextos y justificaciones, del porque no se puede hacer, lo que se debe haber. Le siguen por un tiempo distracciones y engaños, se continúa con excusas y pretextos, aunque con el tiempo, inevitablemente, aparecen más errores y fracasos, desengaños y frustraciones.
Más temprano que tarde, la realidad se hace presente, para poner la basura en su lugar. Obligando a enfrentar y combatir, reducir y erradicar los virus de siempre, que afectan la salud individual y colectiva; y también, a los que se han convertido, casi en costumbre o práctica social, del sistema de impunidad, que genera y sostiene ineptos y corruptos, ineficientes y delincuentes en el gobierno.
En todo caso, de virus o mal que se padezca, se debe exigir a los responsables gubernamentales: información, previsión, atención y remediación a los afectados, tanto en forma oportuna y apropiada, como accesible y efectiva.
Experiencias que aseguran y enseñan, que es posible contar con servidores públicos que sirvan; y con gobernantes responsables y eficientes.
La participación y evaluación ciudadana y social es la clave. Con su organización y movilización presentes y activas, se aprovechan ventajas y se multiplican oportunidades.
Y claro, se apoya y ayuda a enfrentar cualquier reto, porque es el antivirus de muchos males, deterioros y enfermedades del desarrollo humano.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH |
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