Por Rafael Arias Hernández.
Urgente atender y cuidar, manejo de recursos públicos, de todo tipo y ámbito. Más allá de conceptos, cifras y montos, importante entender y saber de qué se trata.
Imprescindible también, distinguir, denunciar y sancionar a los malos y peores servidores públicos a cargo; así como, reconocer y apoyar a los buenos y mejores, aunque sean pocos o excepcionales. Impulsar austeridad, anticorrupción, eficiencia y buena administración.
Desperdicio, mal uso, saqueo y deuda crecen y se padecen, por evidentes falta de seguimiento y control, denuncia y sanción; por costosa fiscalización simuladora, conocida por sus pocos o nulos resultados; por obstaculizada o excluida, participación y evaluación ciudadana y social, que sigue sin estar presente; y por la rara o negada aplicación de sanción pertinente, a comprobada conducta indebida o delictiva.
Presentes, daños y pérdidas, limitaciones y sacrificios, por simple demostración de los alcances de ineficiencia, complicidad y corrupción. Los hechos hablan y repiten resultados. Números y niveles alcanzados son muy preocupantes.
Se asegura, incluso en tono ofensivo, que en este y otros temas, los mexicanos no tenemos madre, ni vergüenza; y que somos, más que irresponsables y dejados, somos cínicos y masoquistas.
Así. Ante pasividad, desinterés, conformismo y resignación, ¿Tenemos los gobiernos que nos merecemos?
Frente a persistencia y aumento de ineficiencia y delincuencia gubernamental; ante evolución y complicación de las formas de corrupción y actividades delictivas, ¿qué se debe hacer y qué evitar?
Es notorio que, complicidad y complacencia, se vuelven costumbre, se sistematizan y hasta burocratizan.
Conocimiento público y sabiduría popular son, a fin de cuentas, jueces implacables de la conducta individual, social y gubernamental. Innumerables dichos y sentencias persisten y se convierten en expresiones culturales y en actitudes sociales.
Se sabe que se gasta lo que no se tiene; se presumen subejercicios, para seguir pidiendo prestado; se tienen finanzas sanas, con saldos negativos o en retroceso; y se paga lo que se desvía o saquea.
¿Dónde están los costosos y simuladores órganos e instituciones, sostenidos para combatir y excluir ineficiencia, corrupción y delincuencia gubernamental?
¿Cuáles son los resultados comprobables y evidentes que justifican la existencia de contralorías, órganos superiores fiscalizadores, auditorias institucionales o por contrato?
¿Qué decir de las actitudes y comportamientos cómplices o complacientes, del dizque poder legislativo, conocido responsable inmediato de autorización y ejercicio presupuestal?
Las limitaciones, desgracias, sacrificios y retrocesos, tarde o temprano aparecen y se hacen sentir.
En la Historia de México, sobran referentes y razones. Lo mismo traficamos, cedemos o concedemos bienes nacionales, como los penosos casos, de la pérdida de amplios territorios; o mantenemos la repetida y costosa disposición, de querer solucionarlo todo con más endeudamiento, por costumbre, simplemente contraemos eternas deudas externas e internas, ocasionando grandes sacrificios y pérdidas a generaciones presentes y futuras, al seguir favoreciendo o beneficiando, a unos cuantos; o incluso, incrementamos el conocido barril sin fondo, del gasto público sin seguimiento y control, ni fiscalización y evaluación públicas.
Abundan innumerables hechos de abuso, injusticia y hasta de actividades delictivas que, hasta la fecha, no solo no tienen sanción o castigo, sino que se han convertido en populares ejemplos de beneficio o prosperidad.
A irresponsabilidad y desvergüenza, acompañan desinterés y pasividad. Y la ignorancia se ratifica como madre de la felicidad.
PARA NO SEGUIR DE MAL EN PEOR.
Lo mejor es empezar por el principio. Preguntar y comprobar cuál es la situación actual, condiciones y características de las finanzas públicas; saber de sus debilidades y riesgos, así como de sus oportunidades y fortalezas, para hacer de inmediato lo que corresponda, así como prever lo necesario. Distinguir bueno de malo, o peor.
Absurdo y contraproducente, permanecer en la misma actitud y hasta asegurar que no hay problemas, que se tienen finanzas sanas, que no pasa nada y que todo va a salir bien.
Irresponsable y necio, o destructivo y perverso, refugiarse en un lenguaje triunfalista de fortaleza y grandeza presente y futura; y también perjudicial y contraproducente, recurrir al lenguaje placebo, que en cierta forma admite existencia de problemas, para asumir
resignación y conformismo al expresar buenos deseos, mejores intenciones y expectativas favorables.
Fundamental empezar por erradicar opacidad y fomentar el acceso actualizado y sistemático de la información pertinente, la puntual rendición de cuentas, y la fiscalización pública, correspondientes.
Exigir siempre, responsabilidades y la aplicación de leyes, para reconocer y fomentar buen desempeño; o para señalar, detener, denunciar y sancionar ineficiencia y delincuencia gubernamental.
LO FISCAL.
Nacional e internacionalmente, las crisis económicas persisten y se prolongan, ante situaciones y contextos, más inestables, inciertos y complicados. Mismos que reclaman con urgencia y efectividad, más participación y evaluación ciudadana y social.
Los efectos pandémicos y de problemas de salud pública agudizan afectaciones, padecimientos y sacrificios, obligando a las instituciones y aparatos gubernamentales a tomar de inmediato, más y mejores medidas. Mismas que se desarrollan en contextos y condiciones donde prevalece la desigualdad económica y social. Pobreza y hambre presentes y crecientes.
Importante insistir en reactivación y recuperación, aprovechando las diferentes formas del financiamiento del desarrollo pertinente, disponible y sostenible
Importante actualizar información, ideas y propuestas al respecto. Recomendables lecturas como , el Panorama Fiscal de América Latina y el Caribe 2021, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en donde se plantean y analizan situación, oportunidades y retos de la política fiscal en la región.
No hay duda que la reacción frente a las crisis económicas y de finanzas públicas, presentes e inmediatas, exigen fortalecer la capacidad fiscal de los gobiernos de la región, para sostener gasto e inversión públicos, impulso al crecimiento y fuentes de empleo, así como eliminación de injusticias y desigualdades extremas.
En todo caso, también oportunas y convenientes, las reflexiones y cuestionamientos al respecto. Como los de Edna Jaime. “Los gobiernos han hecho con nuestro dinero lo que se les ha dado la gana Antes de que busquen abrir nuestros bolsillos para sacar más con una reforma fiscal, exijamos reformas a la institucionalidad del gasto para garantizar que los recursos generan valor” (EL FINNACIERO.230421)
Seguiremos.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH |
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