Por Rafael Arias Hernández.
En en estos días festivos navideños y de año nuevo, podemos aprovechar para hablar sobre nuestro tiempo y circunstancia, sobre nuestros retos y aspiraciones, a la luz de ideales y emociones, que albergan aspiraciones, propósitos y objetivos; que definen o caracterizan, orientan y sostienen nuestro comportamiento y trabajo.
Pensar lo que se dice y hace. Hacer lo que se dice y piensa. Y también, comprobar que verdad y mentira no son iguales, ni ocasionan lo mismo.
Buena temporada para reflexionar y dialogar, con uno mismo, con nosotros y con los otros.
Y más específicamente, para aprovechar, para pensar en voz alta y recapacitar en forma colectiva, acerca de nuestras responsabilidades y, en especial, de las ineludibles obligaciones y deberes de los gobernantes, los políticos, y los representantes públicos, electos para mandar y gobernar obedeciendo el mandato popular. Buenas cuentas, basados en hechos y resultados comprobables.
Pensar, reflexionar, dialogar, debatir, proponer, acordar y decidir lo que más conviene a los seres humanos de hoy, y a los del mañana que ya están entre nosotros. Partiendo simplemente del hecho, de que presente que se niega es futuro que se cancela. Quien quiera oír, que oiga.
Invitación a reflexionar y evaluar situación y prospectiva, a pensar lo que se quiere y a lo que se aspira.
Perder el miedo a pensar es, en principio, la clave para construir puentes de comunicación, de identificación de objetivos y medios, y de participación y unificación de esfuerzos.
Siempre oportuno, cito y repito al gran filósofo, Juan David García Bacca, quien sostenía que: “El miedo a pensar, y a decir lo pensado, lo perdió Sócrates ─y murió porque lo mataron los muertos de miedo a pensar. Lo perdió Platón; y, por haber dicho sin miedo La verdad a un antiguo discípulo, posteriormente Rey o Tirano de Siracusa, fue vendido como esclavo, y, de esclavo estibador lo libertó un amigo suyo, que de no ser así, de esclavo muere. No tuvo miedo a pensar y decir lo pensado Jesús de Nazaret. Que tuvo miedo a morir nos lo cuentan los evangelios, tanto miedo tuvo que sudó sangre de sólo pensarlo. Y por pensar y decir lo que creía verdad, sobre la religión y política oficiales, murió –porque lo mataron, los muertos de miedo a pensar y a las consecuencias”.
LA NUEVA ANORMALIDAD.
Las circunstancias actuales, como se sabe, están determinadas por efectos pandémicos devastadores, e insuficiencias y deficiencias gubernamentales inocultables, del sector salud y otros sectores importantes; y además, caracterizadas por notorios aumentos en pobreza, hambre, violencia e
inseguridad, crisis económica y de finanzas públicas, y clientelismo y manipulación electoral.
Sin duda, en muchos aspectos, persisten injusticia, explotación, desigualdad, arbitrariedad y enajenación.
Ante todo esto y más, importante reconocer disposiciones y esfuerzos, en múltiples zonas de confrontación y conflicto, que evitan, reducen o contienen daños y pérdidas, inestabilidad y violencia. Apreciables disposiciones e intentos, tanto de gobiernos, como de ciudadanía y sociedad en general, que se deben sostener y mejorar.
Y también, advertir y señalar, que ante inefectividad e insuficiencia de los contados resultados positivos, es notoria la creciente presencia de acciones y disposiciones de la población, para exigir respeto a libertades y derechos, así como para manifestar sus inconformidades y protestas; y desde luego, para expresarse en formas propias de autodefensa y resistencia civil, ante evidentes y persistentes errores y limitaciones, incapacidades y perversidades gubernamentales.
GOBERNAR AL GOBIERNO. ORIGEN Y DESTINO.
Y hay que insistir, en el tema. Antes y después de todo y de todos, es preciso tener siempre presente lo fundamental, el origen y destino del Estado, así como de sus formas y ámbitos de gobierno.
Considerar, en todo caso y momento, que quienes tienen el privilegio y oportunidad temporal, de la representación y contratación gubernamental, son servidores públicos, obligados y condicionados a servir a la sociedad, no a servirse de su confianza y apoyo. Servir, esto es, ser responsable, capaz, honesto y eficiente.
Nunca olvidar que el poder esencial y determinante, es y radica en la soberanía popular, en la voluntad y decisión de la población.
Por lo que es indispensable estimular, asegurar y fortalecer, permanentemente presencia, participación y evaluación ciudadana y social, en todas las acciones y decisiones gubernamentales.
En breves y sencillas palabras, gobernar al gobierno es, sin duda, principio y forma de la democracia de nuestro tiempo; que se deben utilizar y aprovechar, para legitimar y fortalecer tanto instituciones y leyes, como políticas y acciones gubernamentales, orientadas a obtener, más y mejores resultados.
Ciudadanía y sociedad, origen y destino; principio de decisión y voluntad que gobierna, fiscaliza y evalúa.
En este contexto democrático y democratizador, hay que asegurar y poner en práctica principios de respeto, oportunidad, inclusión y atención para y por el bien de todos.
Garantizar libertades y derechos. Incluir y atender, al mismo tiempo, a mayorías y minorías. Ni exclusión, ni polarización. Tampoco manipulación clientelar o grupal.
Imprescindible tener en cuenta desigualdades, pérdidas y condiciones especiales, para primordialmente atender a los más necesitados, que soportan y padecen, innumerables sacrificios, limitaciones y desventajas; y también, atender, auxiliar y apoyar, a quienes crean condiciones, fuentes de trabajo y empresas, en los diferentes mercados.
Atención, apoyo y auxilio urgentes, ante crisis inocultables y retrocesos evitables o reducibles.
MÁS Y MEJOR PARTICIPACIÓN Y EVALUACIÓN.
Hora de crear, sostener y respaldar, acciones y programas gubernamentales, estructurados y sustentados en necesidades y prioridades sociales, no en discrecionalidad e improvisación, ocurrencia y simulación, personal, de grupo o partido.
Acciones, con verdadera transparencia y acceso a la información pública; que faciliten formas de seguimiento y control, así como de fiscalización y evaluación, en las que se incluya la participación ciudadana y social. Que los encargados y responsables, no se supervisen y evalúen así mismos. Nada de supervisión y focalización “carnal”, cómplice, simuladora y encubridora
Evitar simulación, encubrimiento y distracción para ocultar o distorsionar el conocimiento público de los resultados. Auxilio, rescate y apoyo, a todos los que verdaderamente lo necesiten.
-Académico.IIESESUV. Twitter@RafaelAriasH, Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH |
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