por Rafael Arias Hernández.
Dominados por la pandemia de la comunicación social que facilita, promueve y
mantiene farsa, entretenimiento y distracción de la irresponsabilidad y el
desinterés social en los asuntos públicos.
Esclavizados por el ineludible peso de la cotidianidad, que condiciona y obliga
a obtener lo suficiente para mal sobrevivir, se descuidan o desatienden, otros
frentes, otros aspectos determinantes para la subsistencia humana y la
convivencia civilizada.
No se aprende ni asimila, que es imposible resolver lo que se padece, sin
considerar causas y efectos, orígenes y formas de afectación y dominación, de
pérdidas y retrocesos sociales; o sin tomar en cuenta lo transitorio e
insuficiente que son, algunas medidas de contención provisionales, que con el
tiempo se convierten en obligaciones, de mayor gasto institucional, sin sustento
o respaldo; o sin considerar, los costos que conlleva la discrecionalidad y el
voluntarismo oficiales, causantes de ineptitud e incapacidad, y de desorden e
incapacidad gubernamentales, ocasionados por la inocultable y creciente
corrupción y delincuencia en el gobierno.
Para mencionar por ahora solo a dos de esos granes temas pendientes de
atender, bien y a tiempo, es imprescindible reconocer las crisis presentes y
crecientes, que padecen tanto la Economía, como el Estado de Derecho.
Reconózcase que la economía mexicana esta siendo seriamente afectada, de
lo que ya se empezaba a reconocer; y, en particular, tengamos presente y muy
en cuenta, que el debilitamiento de la economía popular, simplemente
incrementara sus efectos sobre las grandes masas de pobres y marginados.
Y en cuanto a la situación del Estado de Derecho, reconózcase también su
debilitamiento y crisis. Si se espera Justicia y aplicación eficiente de la Ley para
asegurar un buen orden social, en México, según fuentes oficiales, “un hecho
delictivo tiene una probabilidad de solo 3 % de ser denunciado y de que,
derivado de ello, se obtenga algún resultado de justicia. Por lo tanto, un
delincuente tiene 97 % de probabilidades de quedar impune.” (Jonathan Rubio.
Probabilidades de impunidad, más allá de la cifra negra. Mexicosocial.org.
090919)
Una vez mas, hay que repetir lo que ya se sabe, vale más prevenir que
lamentar. Sin novedad en el frente, no tiene por qué aceptarse ni creerse en
los blindados del cerebro; en los optimistas a ultranza, en los abyectos, o en
todos esos para los que “todo va bien”; tampoco, en los conformistas
mediocres y simuladores de siempre, los del “no pasa nada”.
Administrar es una responsabilidad que implica evaluar y planificar, bajo
normas y principios que, de no observarse, se ocasionan pérdidas y retrocesos.
ECONOMÍA DETERMINANTE.
La realidad se impone. Es inocultable que la crisis financiera no ha cedido, para
México la expectativa generalizada, es que empeorara más, si no se hace
nada o si se sigue en más de lo mismo..
Oficialmente, se reconoce que la economía no crece y más bien tiende a
estancamiento o recesión, con el raquítico 0.4 % de crecimiento anual. Está
claro también, que de una forma u otra, el deterioro afectara a todo el país; se
teme incluso, que la economía entre en recesión y las finanzas públicas en
contracción.
Demasiados indicadores, hechos inocultables, muestran y demuestran, el
debilitamiento de la economía. Así, para los mexicanos aumentan desempleo,
pobreza, hambre y marginación. Los trabajadores afiliados al IMSS, para 2019
no crecieron lo suficiente y, para algunos estados como Veracruz, el resultado
es de miles de pérdidas de empleos.
Además se debe considerar que persisten ineficiencia y corrupción. El crimen
organizado sigue ahí, dentro y fuera del gobierno. Mientras la inseguridad,
caracteriza y determina la cotidianidad.
Como siempre, abundan excusas, justificaciones y pretextos. Se incrementan
promesas y buenos deseos; y también se agudizan engaño, entretenimiento
y manipulación. Los pocos logros y avances se presumen y repiten hasta la
exageración. La complejidad de la globalización se hace sentir y no se
establecen acciones de emergencia económica. Inútil exigir, a demasiados
políticos mexicanos, lo que no saben ni quieren entender o hacer.
La realidad se impone y aniquila obsoletas formas de comunicación, se pasa
de la ocultación de la información a la distorsión o saturación. Las contadas y
aisladas acciones gubernamentales, simplemente, de poco o de nada sirven.
En los hechos y no en los dichos; en los resultados positivos y verificables. Día
a día se comprueba, que sin organización y previsión, sin capacidad y
efectividad de gobernantes y servidores públicos; así como, sin credibilidad y
confianza, sin participación y evaluación de ciudadanía y sociedad, poco, muy
poco pueden hacer, bien y oportunamente.
MALOS Y PEORES GOBIERNOS.
Para empezar, lo determinante es, ¿cómo asegurar los recursos y atribuciones
suficientes para que todo aparato gubernamental funcione?
Punto de partida básico y esencial, para que cualquier gobierno funcione, es
que debe asegurarse un orden, que lo organice y distribuya obligaciones y
derechos; y también, es imprescindible garantizar disposición de recursos para
su funcionamiento.
Imprescindibles Economía y Estado de Derecho: Gobierno sin recursos
suficientes no existe; y sin orden y organización, no funciona.
Así: ¿Por qué permitir, tolerar y estimular irresponsabilidad, ineficiencia y hasta
corrupción e impunidad? ¿Para qué más fiscalización y hasta anticorrupción, si
al final no hay responsables ni culpables, ni sancionados frente a notorios
daños, pérdidas, retrocesos y delitos?
¿Por qué precipitar, exagerar y promover concesión o privatización del
gobierno como la mejor solución? ¿Importa bien común, interés social, o
propiedad pública? ¿Quién defiende e incrementa lo que es de todos?
Ni encubrimiento ni distracción. Para hacer lo correcto, fundamental distinguir e
identificar buenos de malos gobiernos: tanto continuar con lo hecho, como
hacer lo pendiente; tanto consolidar el acierto, como corregir el error.
Insistir e insistir, que ante retos y desafíos, adversidades y oportunidades,
problemas y conflictos, es preciso no confundir y distinguir aciertos de errores,
para corregir deficiencias y pérdidas; o para identificar y sostener logros y
avances alcanzados, casi siempre, a través de enormes sacrificios, cuantiosos
recursos y valiosos esfuerzos.
Si desgobiernos son causa y origen, de más limitaciones y sacrificios sociales.
Primero hay que corregir, bien y a tiempo, sus faltas, irregularidades y
deficiencias. Erradicar ineptos y corruptos.
-Académico. IIESESUV Twitter @RafaelAriasH, Facebook: VeracruzHoydeRafaelAriasH |
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