Por Rafael Arias Hernández.
Increíble pero cierto. Los malos ejemplos persisten y trascienden. A los irresponsables y delincuentes, en su inmensa mayoría no se les molesta; siguen intocables y fuera del alcance de la Justicia, casi todos autores materiales e intelectuales de la desaparición, saqueo y apropiación de recursos públicos; y del uso y abuso de atribuciones e instituciones, para su beneficio propio o de grupo.
Ellos y sus cómplices o aliados, viven bien y despreocupados, a pesar del tamaño del daño causado, desde el Estado, sus formas de gobierno, poderes, organismos autónomos, instituciones y hasta modestas dependencias.
Simplemente sobreviven bien y en la comodidad, se adaptan a lo que sucede y, desde luego, obstaculizan, agreden y critican el intento, el esfuerzo del cambio, que apenas empieza.
Lo preocupante, es que en el país del no pasa nada, la participación y evaluación ciudadana y social no crece ni se fortalece; poco o nada se organiza y moviliza, ante la destrucción ocasionada y las necesarias transformaciones y ajustes que se requieren, desde la Reforma de Estado, hasta la transformación y modernización gubernamental; poco e insuficiente sigue sin hacerse, ante las frecuentes ineficiencias, arbitrariedades y pérdidas; aunque algunos tipos de inconformidad y protestas ante crecientes injusticia e ineficiencia, se hagan presentes.
La historia enseña, a los errores siguen consecuencias.
No se atiende o mal atiende, lo importante y urgente; no se entiende, ni considera, permanente y seriamente, lo determinante, como la necesaria y previsora, política económica eficiente y congruente; empezando por exigir, a todos sin excepción, buena administración y finanzas públicas.
No se entiende ni se atiende lo trascendente. Total no pasa nada, ya se verá y que otros paguen.
Determinante reaccionar, cuando aumenta inseguridad, se debilita la institucionalidad, y la ley se convierte en letra muerta; transformando la procuración y administración de Justicia, en el mejor de los casos, en una buena intención y, en el peor, en otra expresión o instrumento de la delincuencia.
Lo cierto es que en 2018, en México se recibe un Estado saqueado y debilitado en sus instituciones y dependencias, atribuciones y funciones; y la Universidad Pública, sobrevive en crisis, salvo excepciones, afectada por gobiernos estatales y rectorías corruptas, ineficientes o mediocres, expertas en gastar y ganar más.
Así, según reciente información, demasiados gobiernos estatales mantienen adeudos con sus Universidades Públicas: a agosto de 2019, tan solo en subsidios pendientes, ascendían a más de 2,543 millones de pesos. Únicamente están al corriente y han cumplido su parte, Aguascalientes, Durango, Jalisco, Nayarit, Querétaro, San Luis Potosí, Tlaxcala y Zacatecas, así como el Gobierno federal.
CUMPLIR Y HACER CUMPLIR
Ineficiencia y delincuencia gubernamental, corrupción e impunidad son, sin duda, altas prioridades sociales que atender, en los hechos y con buenos resultados, más allá de discursos, declaraciones y oraciones.
Se sabe que las problemáticas solas, no se resolverán; y mucho menos, si se deja en manos de quienes las mal dirigen y administran, para saquear y debilitar, para obtener ventajas y beneficios personales o de grupo.
Por lo pronto, hay que llamar la atención e insistir, hay que ser activos y participativos en los asuntos públicos y, particularmente, en las cuestiones y acciones gubernamentales.
Empezar de inmediato, por lo importante y lo urgente, de la problemática existente, de las necesidades sociales por atender, y de todo lo que requiere de análisis y reflexión, debate y difusión de ideas y respuestas, de críticas y propuestas.
Hacerlo, y al mismo tiempo, involucrarse en el cambio que se ha iniciado, por decisión indiscutible de los mexicanos.
Cambio para bienestar social, para avanzar y no para regresar. Cambio nada fácil, ni rápido de hacer. Reto ineludible de nuestro tiempo.
Atender lo importante y urgente, lo trascendente y determinante; no solo ocuparse de lo complementario y aislado, lo escandaloso y superficial.
Demasiada distracción y entretenimiento es altamente perjudicial. Comprobadas, tanto pérdidas, como retrocesos que ocasiona la gran trampa de escándalo, distracción y entretenimiento, recurrentes. Entre más inmoral y deshonesto, entre más indecente y vergonzoso, más ocupa la inmediata y efímera atención de las manipulables masas y la opinión pública en general.
Imprescindible dar a cada caso la importancia y atención debida, propias de su jerarquía, grado o categoría. No hacerlo. Obliga a acostumbrarse, pagar y padecer las consecuencias.
En fin, ¿cuál es el Estado del Estado?
La respuesta es simple y directa. Hasta 2018, el Estado mexicano padece crisis inaceptables, amplias y profundas, cuya atención es improrrogable. El intento ha empezado, el reto es asegurar el cambio.
EL VIACRUCIS DE LA UNIVERSIDAD PÚBLICA.
Por lo pronto, en este contexto, las universidades padecen crisis, que incluso llevan a algunas, a suspensión de labores, porque simplemente se les agotan los recursos, exponiendo a cientos de miles de estudiantes, porque miles de trabajadores, como en el
presente caso de 9 universidades, corren el riesgo de dejar de cobrar su salario.
Injustificable. No hay avances; aunque en la defensa de sus derechos, cuentan con el apoyo, de la Confederación Nacional de Trabajadores Universitarios (CONTU), encabezada por Enrique Levet. Injusto que paguen las consecuencias, quienes ni la deben, ni propiciaron ni buscaron.
Los alcances y consecuencias de ineficiencia y corrupción, tienen a demasiadas instituciones llamadas “autónomas”, sometidas a limitaciones y sacrificios, a estancamientos, pérdidas y retrocesos. Exponiendo a los trabajadores universitarios al no pago de sus salarios y prestaciones.
Y lo que es muy importante, las últimas reformas legales, obliga a todas, como parte de sus ineludibles obligaciones, a realizar serios esfuerzos para convertir la educación superior en derecho accesible y gratuito; así como someterse permanentemente a transparencia, rendición de cuentas y fiscalización oficial, ciudadana y social.
Ineludible fortalecer la Universidad y garantizar que en efecto sea pública, orientada a su origen y destino, al individuo y sociedad; y también al Estado, que la sostiene y apoya.
Temas de la agenda actual, de análisis, diálogo y debate públicos de la universidad. Obligatorio atenderlos, para enfrentar, resolver y prever innumerables problemas que la condicionan y afectan.
Participar es el verbo.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH |
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