Por Rafael Arias Hernández.
No hay que darle más vueltas. Tan innegable como inocultable. Crecen las crisis económicas y de las finanzas públicas. Y, también, aumentas los millones y millones de menesterosos, hambrientos y marginados. Negar la realidad es otra desgracia, ocasionada por ignorancia, incapacidad o perversidad.
Como siempre sobresalen políticas y acciones, así como formas, contenidos y orientaciones gubernamentales, caracterizados por su ineficiente y costosa comunicación oficial; y por la simulación y retorcida manipulación, de ineptos y corruptos en el poder público.
Según CEPAL y otras fuentes: “… el porcentaje de mexicanos en situación de pobreza y pobreza extrema pasará de 53% a 66.9%, del total de la población en 2020.” (EXPANSION.150720)
Simple y claro: pobres casi 7 de cada 10 mexicanos.
A las insuficiencias, e incapacidades gubernamentales, conocidas y padecidas, hay que agregar: tanto las costosas consecuencias de las crisis, por costumbre mal y peor atendidas por ineficientes y limitados gobiernos; como los intensos y extensos, efectos pandémicos y de debilitado sector salud.
A las debilidades y daños de la inseguridad pública, se suman otras deficiencias y corrupción del sector público, en todos sus ámbitos.
Se sabe que así, desde siempre, no hay presupuesto que alcance.
Otras mediciones, como el Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (IEPDS) 2020, del CONEVAL, organismo oficial que mide la pobreza en el país, “calcula 70.9 millones de pobres por ingreso, el 56.7% de la población. .. Estos datos contrastan con el escenario de 2018, en el que 61.1 millones de mexicanos ganaban por debajo de la línea de pobreza, representando en ese entonces, 48.8% del total de habitantes. (FORBES.090221)
En resumen, primero más y más pobres.
Se estima un aumento, entre 6.1 y 10.7 millones, las personas con ingreso inferior a la línea de pobreza extrema por ingresos.
Esto es, según el mismo CONEVAL, uno de cada cuatro mexicanos es pobre extremo. Al llegarse a un total de 31.7 millones, un 25.3% de la población.
URGEN VERDADEROS RESULTADOS POSITIVOS.
Todo cambia y se transforma. Inocultables, conocidos y padecidos, se hacen presentes efectos y cambios, condiciones y consecuencias de
las crisis de la economía y de las finanzas públicas; sobretodo, por su intensidad y extensión por efectos de la pandemia.
Todo un reto cambiar lo que se deba cambiar.
Importantes aspectos que entender y atender. Como el cambio de la forma de la globalización, que en muchos países, se caracterizó por la apertura e interacción crecientes, y que en la actualidad llega al final de una etapa, caracterizada por menospreciar y desatender la indomable pandemia del coronavirus19, padecida y persistente; la injusta desigualdad, la imparable inseguridad y más.
El caso es que crece la animadversión ciudadana y social; y, cada vez, se cuestiona más la repetida e infundada versión oficial placeba, de “no pasa nada y todo va bien”.
El clamor reclama y señala, que urge rediseñar la estrategia gubernamental, en todos sus ámbitos y niveles.
Ante la nueva realidad, en múltiples formas y en muchos frentes, crece la presión y la exigencia de buenos gobiernos, con verdaderos y comprobables buenos resultados; con atención efectiva y puntual de las necesidades sociales básicas; y con la capacidad renovada, de solución de viejos y nuevos, conflictos y problemas.
Absurdo e irresponsable ignorar o menospreciar la nueva realidad. Aunque hay quienes gustan en seguir con más de lo mismo, simular y hacer como que se entienden y atienden las nuevas condiciones, con tal de seguir obteniendo beneficios y ventajas de los recursos públicos y atribuciones institucionales. Viejos y nuevos parásitos y depredadores del presupuesto, nomina, beca o subsidio.
Unos y otros persisten y subsisten. Ahí están: ineptos y corruptos, ignorantes y ocurrentes, improvisados e incapacitados, procedentes de todo partido, ideología y color.
Es indiscutible, respaldar la justa y oportuna atención de las mayorías empobrecidas y desatendidas; pero hay que hacerlo con políticas, programas y acciones de gobierno, consistentes y congruentes. No se puede repartir lo que no se tiene. Indiscutible también, la atención prioritaria de la Economía y las finanzas públicas.
El maremágnum de las elecciones complica aún más las condiciones y las disposiciones.
En México, este 6 de julio, se elegirán 500 cargos federales y 21,383 estatales y municipales, se incluyen 15 gubernaturas..
En Veracruz, el menú contiene 1,127 cargos: 20 diputaciones federales, 50 diputaciones locales, 212 Presidencias Municipales, 212 sindicaturas y 633 regidurías.
Elecciones que pueden mejorar, o simplemente ser a la mexicana y a la veracruzana.
¿A qué se ocuparan gobernantes y servidores públicos?
Hagan lo que hagan hay que evaluarlos.
Exigirles a todos sin excepción, sin excusa ni pretexto. Información y rendición de cuentas.
De ahí que, antes que todo, es preciso informarse, participar y evaluar, para identificar y señalar, defender y ampliar, los pocos o muchos logros y avances alcanzados, casi siempre a través de enormes sacrificios, cuantiosos recursos y valiosos esfuerzos.
Insistir en ampliar y mejorar capacidad de respuesta, ante desafíos y retos presentes y futuros; ante problemas y conflictos, cotidianos y especiales; y, desde luego, para superar limitaciones, así como aprovechar ventajas y oportunidades.
Sobre todo, ante elecciones. Antes de votar hay que identificar y diferenciar buenos de malos gobiernos; buenos de malos candidatos; sobre todo, si se quiere hacer lo correcto.
Esto es, tanto continuar lo hecho y hacer lo pendiente; como, consolidar acierto y corregir error.
Consecuentemente, vital evaluar para distinguir malos de peores. Si bien unos y otros ocasionan daños y pérdidas, fracasos y atrasos, es natural que los peores sobrepasen en cantidad y trascendencia los daños.
En un país repleto de pobres. Preguntar y preguntarnos:
¿Por qué no corregir rápidamente, males y deficiencias gubernamentales? ¿Por qué permitir, tolerar y estimular irresponsabilidad, ineficiencia, y hasta corrupción e impunidad? ¿Para qué la costosa fiscalización y los inútiles procesos de supervisión y control, si al final no hay responsables ni culpables, frente a notorios daños, pérdidas y delitos?
El colmo es elegirlos; y lo peor, dejar que ineptos y corruptos, ineficientes y delincuentes sigan en los gobiernos.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH |
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