por Rafael Arias Hernández.
Lo electoral es importante, pero lo esencial en una democracia es participar, evaluar y decidir permanentemente sobre todo asunto público. La esencia de lo político es unificar coincidencias y diferencias, para organizar y motivar esfuerzos, así como tener la capacidad de orientar la potencialidad de transformación gubernamental y social.
Elegir no es otorgar representación y poder público, para hacer y deshacer a voluntad del privilegiado con esa representación, que por cierto es temporal y limitada; y sobre todo, exige, sin excusa ni pretexto, eficiencia y buenos resultados, así como transparencia y rendición de cuentas permanentes.
¿Quién asume los costos y las consecuencias de la negligencia e incapacidad, de la ineficiencia y la delincuencia gubernamental? ¿Los representados y la población en general, deben aceptar siempre pretextos y hasta justificaciones, sobre los daños y perjuicios, las pérdidas y retrocesos que algunos gobernantes y servidores públicos ocasionan?
Son tiempos de identificar y fortalecer lo bueno, lo favorable; y desde luego, también los son para erradicar y evitar lo malo, lo perjudicial. Obligados, sobre todo, a remontar y superar los perjudiciales efectos pandémicos y los daños ocasionados por diversos tipos de crisis, algunas hasta hoy prevalecientes y de larga duración.
Ante estos nada fáciles retos que enfrentar, sin duda, es posible y deseable contar con buenos y mejores gobiernos, pero esto no se va a dar solo, en automático, por magia o acción divina.
Sin duda hay que encontrar y aplicar las mejores soluciones, insistir y repetir lo importante que es atender lo prioritario y urgente. Nada de seguir en lo superficial e intrascendente, en lo que importa poco o nada. No más distracción, simulación y entretenimiento.
Tener siempre presente, que para lograr la reactivación es imprescindible que la economía progrese, y se sostenga en expansión, tanto en las diversas formas de actividad empresarial, como en los ámbitos gubernamental y social. Se trata de asegurar en las mejores y más apropiadas formas, que se haga sentir la capacidad de respuesta, individual y colectiva, del crecimiento y el desarrollo en sus múltiples formas.
En este contexto, complicado por una presión inflacionaria que todo lo altera, una de las preguntas centrales para todo ciudadano y la sociedad en general es: ¿Qué hacer con el gobierno? ¿Cómo asegurar y exigir su buen funcionamiento y oportuna contribución al esfuerzo común? Y, en particular, ¿cómo asegurar y orientar apropiadamente las finanzas públicas?
Sin duda, hay que poner toda la atención a esta cuestión pública, empezando por exigir, a todo funcionario y gobernante sin excepción, toda la transparencia, información, rendición de cuentas, fiscalización y evaluación ciudadana y social.
Importante tener presente que, en términos generales, las causas del crecimiento económico son el progreso técnico, la inversión y acumulación de capital (tanto físico como humano), la apertura a los mercados exteriores, y el mantenimiento de
unos mínimos imprescindibles en términos de seguridad física y jurídica, paz y libertad.
No menos cierto, es que para lograr más y mejor desarrollo económico y social, hay que ajustar y fortalecer las instituciones y dependencias gubernamentales, para actualizar sus atribuciones y objetivos, fortalecer sus capacidades y exigir buenos resultados.
Simple y sencillo, en los resultados se debe mostrar y demostrar que la intención política y social, tiene una acción, efectiva, suficiente y pertinente, en los tiempos post pandémicos, con la presencia de gobiernos representativos y capaces, actualizados en su organización y funciones ante una nueva realidad, que demanda una nueva normalidad, que hay que diseñar, construir y consolidar de acuerdo a los principios, libertades y derechos humanos, hoy por hoy, fundamentales y determinantes de la nueva época.
Los hechos hablan. Buena parte de la nueva realidad exige atención verdadera y nueva, propia de características y condiciones actuales. Así que, para empezar. No más de lo mismo. No confundir ni malentender el cambio. El presente tiene mucho del pasado, pero también hay novedades y cambios evidentes. Las nuevas circunstancias y sus contextos, de una y mil formas se hacen presentes.
En todo caso, no debe olvidarse ni minimizarse, que todo crecimiento y desarrollo económico, exigen tanto información y comprensión actualizadas, como suficiente organización y movilización individual y social, empresarial y gubernamental. Acciones amplias, crecientes y permanentes, de participación y responsabilidad social amplias y comprobadas. Presencia y participación social que exige una indiscutible nueva realidad, para su correcto y actual entendimiento y atención.
Inadmisible ignorar o minimizar, desentender o desaprovechar sus potencialidades y oportunidades, presentes y futuras.
No es, ni debe ser posible, aceptar y permitir que quienes asuman las responsabilidades y obligaciones gubernamentales o públicas, desconozcan, ignoren o no sepan, ni entiendan las nuevas condiciones y situaciones de su realidad actual; y desconozcan lo que sucede, ni entiendan sus causas y consecuencias, como el agravamiento y ampliación de problemas y conflictos sociales, prioritarios que atender y resolver. El saber es poder.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH |
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