Por Rafael Arias Hernández.
El cambio sigue y no se detiene, afecta y transforma demasiados aspectos y crea la nueva realidad. Individuo y sociedad, son al mismo tiempo sujetos y objetos de las acciones que se emprenden, de lo que se haga o deje de hacer.
Instituciones desaparecen, otras surgen y se establecen. Muchas más, persisten, evolucionan y se adaptan, se innovan y fortalecen. Una de ellas es la Democracia, que se define y caracteriza como forma de organización social y de gobierno, basada en la contribución y participación individual. Los derechos y libertades de las personas, concurren y definen decisiones y tendencias.
Mucho se ha hablado respecto a la Democracia y más, mucho más, se hablará por mucho tiempo, hasta que aparezca y se establezca otra forma o sistema de organización política y social.
Sin recurrir a teóricos y especialistas, intentando una expresión breve y clara.
Por lo pronto, baste recordar que tradicionalmente la Democracia se ha definido y aceptado, simple y sencillamente, como “el gobierno de la mayoría”; esto es, la expresión en forma de decisión electoral, que obtenga más del 50%, de los integrantes del conjunto que puede participar, votar y decidir.
Elección que se establece y expresa periódicamente, en un plazo previa y legalmente establecido. Los electos duran en el cargo, hasta que los electores deben, de acuerdo al plazo establecido en la ley, volver a ejercer el derecho a elegir.
Así, se dice y asegura, que la Democracia se establece, cuando de plazo en plazo, los electores pueden ejercer el derecho a elegir; y después, deben aguardar a que llegue la siguiente oportunidad. Mientras tanto, se otorga al electo la oportunidad de desempeñar el cargo, manejar los recursos públicos y ejercer las atribuciones asignadas; y por otro lado, se acostumbra al electorado a esperar, la siguiente elección programada.
En resumen: elegir, para nombrar y confiar en los electos; y mientras esperar, hasta que llegue la siguiente elección.
Visto así. Establecido en esta forma, se desvirtúa y deforma, el verdadero sentido de la Democracia, al referirla solo a la elección; y al reducir y limitar también, los alcances y atribuciones, de las libertades y derechos permanentes de los ciudadanos, únicamente al hecho de
elegir (de tiempo en tiempo) y, mientras tanto, permitir decidir y hacer a los electos, a quienes gobiernan.
En pocas palabras, tradicionalmente la Democracia se ha definido y acepta, simple y sencillamente, como “el gobierno de la mayoría” que deposita su confianza, representación y poder público, en unos cuantos electos.
EL CAMBIO PRESENTE
Visto así, está claro que la Democracia, no puede ni debe ser reducida, sólo al ámbito de la elección y el ejercicio del poder otorgado. Es imprescindible reconocer y hacer valer la importancia y alcances de la participación individual y colectiva. Participación permanente en la discusión y decisión de todo asunto público y actividad gubernamental. Participación en la organización y movilización de la población; en la consolidación y fortalecimiento de las instituciones y el sistema de gobierno; y en la previsión y planificación.
Empezando por reconocer, que la misma decisión de elegir debe ser acompañada y practicada, con el derecho y oportunidad de revocar, ajustar y reorientar, tanto representación, como cargo y encargo, si así lo se decide la representación mayoritaria. Elección y revocación son y deben utilizarse, para aprovechar oportunidades; decidir, una y otra, para asegurar buenos resultados, que se reflejen en logros y avances.
En la actualidad. No hay duda que uno de los esfuerzos determinantes, es establecer y asegurar que el verdadero sentido de la Democracia, no se limita solo a la elección o hasta la revocación, es imprescindible asegurar mayor y mejor participación de las personas; incluso, precisar que la participación y evaluación ciudadana y social es la piedra central, de toda democracia que aspira a alcanzar los objetivos planteados y lograr buenos y comprobables resultados.
En todo caso, se debe entender y aceptar que no se puede ni debe reducir, capacidades y potencialidades del individuo y de la sociedad, al reducir y limitar los alcances y atribuciones, de las libertades y derechos permanentes de las personas, de los ciudadanos, al orientarlos o conducirlos únicamente al hecho de elegir (de tiempo en tiempo) y, mientras tanto, permitir y dejar hacer a los electos.
La democratización se basa en más y mejor participación individual, institucional y colectiva.
La nueva Democracia se amplia e incluye elegir, revocar, consultar y evaluar.
Exige a todo gobernante, funcionario y servidor gubernamental: transparencia, información oportuna y accesible, rendición de cuentas y, desde luego, seguimiento, control y fiscalización pública.
Atender el presente y construir el futuro. Prever y planear, también son actividades de la Democracia.
Los cambios llegan y afectan todos los ámbitos de gobierno: federal, estatal, municipal y órganos autónomos.
Participar y evaluar permanentemente, son la clave.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafael AriasH |
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