Por Rafael Arias Hernández. 
  
 Deben cambiarse gobiernos municipales, diputaciones y la administración de la Universidad Veracruzana. 
  
 En todos los casos la pregunta es: ¿Qué hacer con responsables y capaces; y qué, con ineptos y corruptos? 
  
 En general, la credibilidad y confianza se revaloran; y a la vez, están siendo severamente cuestionadas. 
  
 Se habla de efectividad y prestigio de la Universidad pública; y también, en muchos casos, de notorias y escandalosas ineficiencias y hasta de corrupción. 
  
 Mientras tanto, se sabe que 4, de cada 10 ciudadanos, aprueba trabajo y resultados de alcaldes. Cuestionándose la operación de la mayoría de los gobiernos municipales. 
  
 De acuerdo con el “Ranking Mitofsky Capítulo: alcaldes de México. Aprobación Ciudadana… La aprobación promedio del centenar de alcaldes y alcaldesas evaluados fue de 44.6%; es decir, cuatro de cada diez ciudadanos aprobaron su gestión…” (El Economista. 160721) 
  
 Sobresale, que los niveles de credibilidad y confianza en los gobernantes, dan mucho que decir y que exigir. 
  
 Así, por citar en lo general algunos casos, en promedios aproximados, más del 74 % de la población no se siente representada por los partidos políticos, siguiéndoles los diputados locales con 73%, los senadores 72%, los diputados federales 70%. Además, 66% siente que el gobierno federal no los representa, al igual que los gobiernos estatales con 65%, y las autoridades municipales con 60%. 
  
 Hay por tanto, falta de credibilidad y confianza en muchos de los gobernantes y encargados del sector público. 
  
 Ante lo inocultable y característico, en cada caso. Frente a la creciente falta de recursos y necesidades sociales en aumento. 
  
 ¿Qué hacer para asegurar eficiencia y buenos resultados? ¿Cómo enfrentar negligencia, ineficiencia y delincuencia en instituciones y dependencias gubernamentales? 
  
 Imprescindible diferenciar, aciertos de errores; identificar tanto logros y avances, como pérdidas y retrocesos; y además, exigir y asegurar disponibilidad pública y permanente, de suficiente información accesible, actualizada, confiable y pertinente. Bien se sabe que demasiados sujetos obligados, no cumplen. 
  
 Ante esto y más. La disyuntiva es simple y clara: seguimos simulando y haciendo como que lo hacemos; o bien, avanzamos y mejoramos capacidades y habilidades para enfrentar y resolver retos y problemas. 
  
 ¿Cómo fortalecer y mejorar, responsabilidad y capacidad reflejada en los hechos? 
  
 Para empezar, se pueden y deben identificar y reconocer, a los que demuestren, en los resultados, que hacen bien su trabajo, y cumplen con logros y avances comprobables. 
  
 Y por otro lado, también es necesario señalar y denunciar a presuntos responsables, prófugos potenciales, y culpables impunes. 
  
 Indispensable tener presente, que no existe la institución perfecta; y que, en todo caso no puede, ni debe ignorarse, que los que salen, deben entregar bien, cargo y encargo oficiales. 
  
 Los que se van, preparan la formalidad tradicional; y bien se sabe, que una vez más, la mayoría hacen y deshacen, con los recursos públicos y las atribuciones institucionales. 
  
 No es posible desatender, ignorar y minimizar daños y consecuencias de ineptos y corruptos. 
  
 Como es costumbre. Se menosprecia o ignora el trabajo realizado; incluso, pasa desapercibido y sin la debida atención, el llamado acto de entrega recepción, que debería ser un acto de evaluación pública y que, con las nuevas disposiciones legales y de anticorrupción, en realidad es un proceso que no termina con su partida o separación del cargo. 
  
 Los que salen, tienen innumerables obligaciones que cumplir y responsabilidades que enfrentar y justificar. En estricto sentido nada de entregas y te vas, pues el plazo se extiende por más tiempo, dependiendo de la negligencia asumida, del daño causado, y del reclamo exigido. 
  
 Responsabilidades y obligaciones complicadas, ante una indebida costumbre y tradición, caracterizada por el desinterés y la apatía ciudadana y social; y también por la desidia, indolencia y perversidad de quienes están a cargo. 
  
 Por lo pronto, hay que tener presente que en demasiados casos, es muy difícil evaluar, porque no hay la información institucional suficiente, actualizada y confiable; ni se ha logrado, la rendición de cuentas verdadera y puntual; y tampoco se ha logrado establecer una fiscalización real y efectiva. 
  
 Predominan simulación, distracción, comprobación incompleta o superficial, orientada a cubrir las apariencias. 
  
 IMPRESCINDIBLE PARTICIPAR Y EVALUAR. 
  
 Las preguntas son claras y sencillas: 
  
 ¿Vivimos y enfrentamos la realidad que percibimos y consideramos importante atender y superar? ¿Atendemos y resolvemos los problemas individuales y sociales que nos afectan, y que caracterizan esta realidad que influye y condiciona? ¿Vemos esa realidad como queremos, o como es y nos afecta? 
  
 Importante responder hoy y aquí, para precisar los alcances de nuestra presencia, existencia e intervención, dentro de una sociedad que necesita y espera de todos, participación y aportación serias y responsables, verdaderas y efectivas. 
  
 La cuestión es: ¿Qué hacemos o dejamos de hacer? ¿Cuáles son los alcances de nuestra participación? ¿Qué consecuencias, ocasiona nuestro desinterés, pasividad y conformismo? 
  
 Hay que reflexionar al respecto y hacerlo, para empezar, cuando menos en dos perspectivas. 
  
 Una, la relacionada con nuestra percepción, su capacidad, orientación y alcances. Esto es, la manera de ver y definir lo que nos interesa. 
  
 Y, la otra, cómo y en que decidimos participar. El estado de fusión y congruencia entre decir y hacer; pensar y realizar, en consecuencia. 
  
 En todo caso, urge detener y erradicar ineficiencia y delincuencia gubernamental. “Nada de ya termine y ahí nos vemos, que respondan y paguen los que vienen”. 
  
 Ni la irresponsabilidad, ni la impunidad pueden ni deben permitirse, sostenerse y padecerse, en los gobiernos. 
  
 Está probado que el mensaje efectivo, que cubra y penetre la opinión pública, es el pensando, estructurado y difundido respecto a condiciones y situación específicas de una actitud responsable. 
  
 Directo y breve. No más desinterés y apatía. Ni dejar hacer, ni dejar pasar. Hay que participar y evaluar, para mejorar 
  
 Así, en todo contexto definido de interés común, exigir información y rendición de cuentas verdaderas y puntuales. Asegurarlas y disponer de ellas, en forma sencilla y clara, para que la gente recuerde, use y reproduzca. 
  
 Todo servidor público debe servir. Transmisión e interpretación, medio y fin de comunicación e integración social. 
  
 -Académico.IIESESUV. Twitter@RafaelAriasH, Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH                                          | 
                                                 
                                              |