Por: Rafael Arias Hernández
La cuestión central y elemental es, ¿cómo distinguir un buen gobierno, de uno malo o peor? ¿Qué hacen bien o mal, o que no hacen? ¿Por qué sostenerlos y padecerlos? O bien, cómo y por qué defender y sostener un buen o regular gobierno.
Ciertamente en ningún caso, distinguirlos solo por sus discursos fantasiosos, exagerados elogios o abundantes insultos. Tampoco por sus boletines y mensajes, videos y promocionales, propaganda y abyección de medios. No enajenarse ni entretenerse.
Preciso, entender que, con o sin pandemia y crisis de todo tipo, es un derecho individual y social, contar con gobiernos de buenos y mejores resultados; de principios, estructuras y funciones, orientados a garantizar y fortalecer bienestar social, crecimiento económico sustentable y desarrollo integral.
Entender y reaccionar, pasando a las acciones y los hechos. No quedarse solo en decir y denunciar. Tener pruebas y evidencias que respalden y apoyen.
Ineludible gobernar al gobierno, para exigir y obtener buenos resultados; para no seguir en más de lo mismo o peor.
Transformación para bien, constatable y medible.
Empezar, por participar y evaluar siempre, toda acción y omisión gubernamental. Distinguir objetiva y abiertamente buenos de malos, cumplidores de peores.
¿Cómo saber distinguir unos de otros?
LA PANDEMIA DE INEPTOS Y CORRUPTOS.
El virus ha puesto en evidencia, lo que sabemos, porque desde siempre lo padecemos: la presencia y aumento de insuficiencia, ineficiencia y delincuencia gubernamental.
Con sus excepciones y detalles por corregir y mejorar, debe decirse, que para empezar, es objetivo y justo, reconocer acciones del gobierno federal, como impulso al bienestar social, atención a mayorías, reordenamiento institucional, austeridad, combate a la corrupción y otras, que pueden y deben considerarse como avances y logros, o simplemente como intentos serios de consolidar, mejorar e innovar. Pendiente mucho por hacer y alcanzar.
Y, desde luego. Insistir, en principio, que nada de aceptar a ciegas, la vuelta a la anormalidad; y que es más que oportuno y conveniente, disponer y mover todas las capacidades y potencialidades, para
aprovechar innumerables oportunidades que las crisis han generado y genera.
Entender que es urgente organizar y movilizar, para actualizar, ajustar, cambiar y modernizar innumerables aspectos de nuestros gobiernos, en todos sus ámbitos. Absurdo en muchos temas, seguir con más de lo mismo y de los mismos.
Así, es preciso aprovechar esas contadas acciones, con las que se han iniciado, diversas transformaciones incluidas, en la Reforma del Estado de Bienestar mexicano, en marcha.
Reforma de Estado, a la que se debería prestar más atención, por sus importantes consecuencias, sobre todo, las orientadas a favor de las marginadas y desatendidas mayorías, tradicionalmente sumidas en la pobreza, la inseguridad y falta de oportunidades. .
Temas amplios y complejos, de obligada participación ciudadana y social; que invariablemente, hay que entender y atender bien.
Las crisis, han evidenciado la incapacidad gubernamental para anticiparse y preverlas, enfrentarlas y remontarlas; y también, una vez más, se prueba y comprueba la increíble y versátil habilidad de muchos políticos, de aprovecharse y beneficiarse de toda situación.
En efecto, han servido y sirven, para justificar sus ineficiencias, errores, fracasos, pérdidas, corruptelas o delitos; así como, para encontrar otras formas de hacer negocios, de favorecerse económica, mediática y políticamente, del sacrificio y desgracia social, que por décadas persiste y se fortalece, con gobiernos supuestamente eficientes, progresistas y hasta “revolucionarios”; o con los del cambio, y “la alternancia”.
Gobiernos que, para 2018, llevaron o permitieron, un lamentable e inaceptable empobrecimiento del 56 %o de los mexicanos; empobrecimiento que, con los efectos de la pandemia, en el 2020 fácilmente superará el 70 %.
Para decirlo en pocas palabras. En lo que queda del país, otrora conocido como el cuerno de la abundancia, casi 2, de cada 3 personas, viven en pobreza y padecen sus efectos. Se estima que hay, 34 millones de desempleados, pues tan solo en los primeros seis meses de 2020, se han perdido más de un millón cien mil empleos. Ya ni hablar de los homicidios que en 16 meses sobrepasan los 54 mil, ¿Cuál seguridad? Si además, la impunidad llega al 98 % de los delitos no denunciados y por tanto no procesados ni castigados.
Reto y problemática que atender y resolver hoy, como obligación ineludible de gobernantes, funcionarios y servidores públicos. ¿Esto es representativo de buenos o de malos gobiernos?
Y lo que tiene que señalarse, porque en muchas formas resulta, cínico o desvergonzado, es que los gobernantes no pueden ni deben presumir, ni vanagloriarse del volumen de remesas que ingresan al país, porque en muchas formas son y han sido responsables, de no crear condiciones y oportunidades que proporciones empleo, ingreso y prestaciones; obligando a innumerables compatriotas, a partir y buscar cómo sobrevivir.
En efecto, su sacrificio y separación de sus familiares, genera un apoyo importantísimo, para millones y millones de hogares mexicanos, que sobreviven gracias a esas remesas que puntualmente les envían.
México es uno de los países que más se beneficia, de los pobres que exporta; pues esos millones de migrantes, envían más de 37 mil millones de dólares, al año.
Constituyéndose así, en el programa más importante, de ayuda a los pobres, que no es gubernamental..
¿Los pobres en México, son más productivos que sus gobiernos y sus políticas económicas y sociales?
NINGUN GOBIERNO ES PERFECTO.
La evaluación es vital para no apoyar malos gobiernos, ni destinar valiosos y escasos recursos, a administraciones caras e ineficientes y, hasta corrompidas y penetradas por la delincuencia
Hoy por hoy, en los gobiernos abundan improvisaciones, simulaciones, ocurrencias y “soluciones milagrosas”.
En estricto sentido, ante una cambiante y en parte desconocida nueva realidad, hay pocas propuestas pertinentes y viables, responsables y sensatas, para salvar presentes y garantizar futuros.
Importante reconocer, que prevalecen grandes espacios sin orden ni control; que subsisten innumerables decisiones bajo exagerada discrecionalidad y voluntarismo; sin efectiva y puntual transparencia, rendición de cuentas, y con poca o nula evaluación.
Gobernar al gobierno es prioritario, es hora de imponer, su evaluación ciudadana y social permanentes.
-Académico.IIESESUV. Twitter@RafaelAriasH, Facebook: |
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