Por Rafael Arias Hernández.
En México, como en otros países padecemos crisis y retrocesos importantes. Injusto negar los esfuerzos que se hacen, y los contados logros y avances que se obtienen; además, imprescindible tener presente el singular programa económico y conjunto de acciones de EEUU, impulsados por el Presidente Biden.
Los hechos muestran la magnitud del cambio a realizar; y también, la complejidad de las condiciones y retos a considerar. El reciente ejemplo del fracaso colombiano, y de su propuesto sistema tributario, muestra cómo se logra unir a un país, en manifestaciones y protestas, contra su gobierno.
En todo caso, en principio, se debe insistir, que es necesaria y apremiante, la reforma fiscal, el nuevo modelo tributario, o como se le quiera llamar. Se necesitan gobiernos con capacidad y efectividad reales, que garanticen buenos resultados; tanto en sustentabilidad de ingresos, como en programación, orientación y pertinencia del gasto y la inversión públicas.
Gobiernos que recuerden, que ya no se cuenta, como antes, con cuantiosos bienes e ingresos públicos disponibles, como el petróleo, ni con facilidad discrecional para gastar lo que se obtiene, porque se pueden convertir en delincuentes.
Mucho por hacer, por encima del repetido y triunfalista discurso, así como de la irresponsable y perjudicial actitud oficial, en todos los ámbitos y niveles, de difundir y sostener que se cuenta, con gobiernos legales, legítimos y eficientes, con finanzas fuertes y sanas, favorables y consistentes.
Nacional e internacionalmente, las crisis económicas persisten y se prolongan, ante situaciones y contextos, económico, político y sociales más inestables, inciertos y complicados.
Continúan efectos pandémicos y problemas de salud pública, o aparecen nuevas expresiones, que agudizan afectaciones, padecimientos y sacrificios, obligando a las instituciones y aparatos gubernamentales a tomar con urgencia, más y mejores medidas. Mismas que se desarrollan en contextos y condiciones donde prevalece la desigualdad económica y social. Pobreza y hambre presentes y crecientes.
ENFRENTAR NUEVA REALIDAD.
Lo mejor es empezar por el principio. Preguntar y comprobar cuál es la situación actual, condiciones y características de las finanzas públicas; saber de sus debilidades y riesgos, así como de sus oportunidades y fortalezas, para hacer de inmediato lo que corresponda, así como prever lo necesario.
Tiempo de insistir y exigir la verdad, de contar y acceder a información y diagnósticos actualizados, saber qué pasa y qué viene, para proceder en consecuencia. Cifras, situaciones, conceptos, razones, justificaciones y denuncias.
Absurdo y contraproducente, permanecer en la misma actitud y hasta asegurar que no hay problemas, que se tienen finanzas sanas, que no pasa nada y que todo va a salir bien.
O más claro y directo. Irresponsable y necio, o destructivo y perverso, refugiarse en un lenguaje triunfalista de fortaleza y grandeza presente y futura; y también perjudicial y contraproducente, recurrir al lenguaje placebo, que en cierta forma admite existencia de problemas, para asumir resignación y conformismo al expresar buenos deseos, mejores intenciones y expectativas favorables.
En general, hay que reconocer y tomar en cuenta, que salvo notorias excepciones, en lo federal, estatal y municipal, prevalece la costumbre, de repetir e insistir “que no pasa nada y todo va bien”, de negar una realidad inocultable.
Signos y símbolos acompañan a hechos y acciones. Unos y otros identifican y definen a sujetos y participes de las situaciones económicas, políticas y sociales de una época.
Vigentes, algunas preguntas imparables ¿Cuál es el tamaño del daño? ¿Quiénes son responsables de los recursos públicos, del ejercicio del presupuesto gubernamental? ¿Y los culpables de errores y daños, pérdidas y retrocesos?
Gobernar es informar. Quien oculta, distorsiona o manipula la información oficial es un delincuente.
De ahí que, hay que vivir el presente. Urge poner la debida atención a la Economía; necesarias políticas económicas eficientes, oportunas y efectivas; y, en particular, cambiar y consolidar estructuras y funciones presupuestales gubernamentales, someterlas siempre a verdadera rendición de cuentas, fiscalización y evaluación públicas.
LA NUEVA “NORMALIDAD”
En consecuencia, entre otros aspectos, el presupuesto gubernamental se debe rediseñar, controlar y mejorar; pero no solo en relación a ingresos, sino también respecto gasto e inversión pública.
Sobre todo, porque este importante instrumento de administración y gobierno, desde siempre, lo que se obtiene y dispone es insuficiente y menor, al tamaño de las necesidades sociales y servicios públicos que exigen atención inmediata y futura.
Señalar y recordar, que también desde siempre, con frecuencia se desconoce, cuál es el Presupuesto gubernamental real. Bien se sabe y asegura, que por conveniencia y costumbre, se oculta y mal administra; se desaparece o encubre su aplicación, con presupuestos paralelos, cajas negras, fideicomisos, subejercicios y sobre ejercicios. No hay verdadero seguimiento y control; y abunda opacidad, discrecionalidad y abuso. Barril sin fondo, de endeudamiento asfixiante.
Hoy por hoy, es imprescindible darlo a conocer y difundirlo, verdadera y oportunamente. Ante nueva realidad, reconfigurar y ampliar fuentes de ingresos; redefinir y orientar gasto; y, generar más y mejores políticas de inversión pública, directa o asociada.
Se conocen y circulan ideas y propuestas de todo tipo. ¿Se incrementarán impuestos, derechos, productos y aprovechamientos oficiales? ¿Se afectarán patrimonios, fortunas y actividades hasta hoy privilegiadas? ¿Qué sucederá con el IVA, el ISR, el Predial y otros conocidos impuestos? ¿Cómo se atenderán pobreza, desempleo e informalidad creciente?
Fundamental insistir: erradicar opacidad y fomentar el acceso actualizado y sistemático de la información pertinente, así como exigir puntual y correcta rendición de cuentas y fiscalización pública, correspondientes. Demandar simple y llanamente, cumplimiento de responsabilidades y aplicación de las leyes, para reconocer y fomentar buen desempeño; o para señalar, detener, denunciar y sancionar ineficiencia y delincuencia gubernamental.
Por lo pronto, se esperan días de dialogo y debate intensos, centrados en temas por demás importantes y centrales, como la reforma fiscal o el nuevo sistema tributario.
Bienvenidas razones y sustentadas proposiciones, en la construcción y aplicación de políticas gubernamentales justas y eficaces, convenientes y oportunas, para fortalecer el tipo de sociedad y gobierno que queremos ser. Crecientes necesidades sociales, servicios públicos y bienestar, exigen atención real y puntual.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH |
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