Por Rafael Arias Hernández.
Imposible olvidar lo que hacen y les caracteriza. Las últimas décadas están llenas de ejemplos, algunos incluso, ya han trascendido a la Historia.
Lamentable que a pesar de los contados intentos, prevalezca el sistema de impunidad y se reproduzcan ineptos y corruptos, ineficientes y delincuentes en el gobierno.
En lo federal, estatal o municipal; en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; en los órganos autónomos, incluyendo la universidad pública. En todas partes y en todos los tiempos, el mal o peor gobierno trasciende, se identifica y destaca. Pocas son las excepciones.
En general, tarde o temprano, sus resultados los distinguen. ¿Por qué no deshacerse rápida, eficazmente y al menor costo, de malos y peores?
Abundan errores, pérdidas, abusos; se repite la poca, nula o mala rendición de cuentas; demasiada simulación, distracción y entretenimiento; poca o nula transparencia y acceso a la información pública, que ocasiona o facilita el frecuente ocultamiento, engaño y manipulación oficial.
Esa es, por desgracia, gran parte de la Historia nacional, estatal o municipal. Fuente de innumerables complicaciones y problemas que hoy se padecen; y también, determinante de la voluntad electoral, que en 2018 decidió por el cambio gubernamental, que pretende corregir y transformar la realidad.
Principio democrático, decisión que deben acatar y hacer realidad todos quienes gobiernan, sin excepción. Representantes electos, funcionarios nombrados y servidores públicos contratados, todos están obligados a orientar recursos y esfuerzos a consolidar y hacer realidad lo decidido. Cambiar es voluntad ciudadana y social, no individual y personal de quienes gobiernan. Mucho menos ocurrencia, o absurda improvisación.
TRANSFORMACION O MÁS DE LO MISMO.
Desde esta perspectiva, indispensable aprender del pasado que se hace presente. Empezando por cuestionar y preguntar, ¿tenemos los gobiernos que nos merecemos? ¿Cómo reclamar que garanticen, funcionen y ofrezcan buenos resultados?
Para empezar. Se dice, con toda razón, que gobernantes, funcionarios y, en general, los servidores públicos deben ser honestos.
Rasgo, sin duda imprescindible, pero no suficiente, ya que es indispensable que además de honestos, deben ser, al mismo tiempo, responsables, capaces y efectivos.
Y también, legales y legítimos. Esto es, deben cumplir y hacer cumplir la ley y, someterse, en todo caso y momento, a una real y efectiva participación y evaluación ciudadana y social.
Solo así se puede gobernar al gobierno, modernizarlo y hacerlo participativo, de calidad y eficiente; que los servidores públicos en verdad sirvan y no se sirvan, ni se aprovechen para obtener indebidamente, ventajas y beneficios personales y de grupo. Prioritario, erradicar ineficiencia, corrupción y delincuencia gubernamental.
En todo caso, lo que se quiere, exige y busca, son resultados positivos; esto es, gobiernos que verdaderamente sirvan para atender, bien y a tiempo, las crecientes necesidades básicas individuales y sociales; y también, se requieren y esperan transformaciones y cambios gubernamentales, que faciliten y permitan resolver, viejos y nuevos conflictos y problemas.
Gobiernos con políticas públicas integradas, sistémicas, inter-contextualizadas, fiscalizables y evaluables, en todo caso y momento. Para identificar, generar y aprovechar valiosas oportunidades, en beneficio del desarrollo individual y social.
ECONOMÍA, ¿ESTANCAMIENTO O RECESIÓN?
Se padece una crisis económica, de estancamiento o recesión. Somos un país que persiste en la exportación de pobres, a los que no se atendió, ni brindó oportunidad. Pobres que emigran y envían remesas, por más de 36 mil millones de dólares, a sus familiares que aquí sobreviven.
Por lo pronto, hay que repetir e insistir en la importancia de atender, en verdad, la Economía con políticas públicas sustentadas, actualizadas y efectivas; y, en particular, realizar un auténtico fortalecimiento, seguimiento y control de las finanzas públicas.
Ejercer los recursos públicos bien y oportunamente. No perderlos, ni esconderlos; derrocharlos o devolverlos; sub-ejercerlos o sustraerlos.
No es posible que se viva y padezca crisis económica en aumento; y mucho menos que, según el momento y conveniencia gubernamental, se continúe negando o minimizando su existencia y crecimiento. ¿Cuáles finanzas públicas sanas?
Urge que quienes gobiernan entiendan y atiendan, la cuestión económica. No más rollo del desarrollo, ni costosas improvisaciones y ocurrencias.
Recientemente, en un foro del Fondo Monetario Internacional (FMI), en el que se debaten temas económicos y de política de actualidad, de América Latina, Martin Mühleisen, en “Planificación económica para el coronavirus: Esperar lo mejor pero prepararse para lo peor”, sostiene que:
“Los gobiernos tendrán que gastar más para contrarrestar el impacto del virus. Al mismo tiempo, es posible que experimenten una caída de los ingresos debido a la desaceleración de la actividad económica. Los países además podrían sufrir una reducción de sus ingresos por exportaciones debido a la disminución del turismo o de los precios de las materias primas. Todo esto podría verse exacerbado por una frenada brusca de las entradas de capital. La suma de estos factores puede dar lugar una urgente necesidad de balanza de pagos para contrarrestar los descalces entre las entradas y salidas en monedas extranjeras…” (Dialogo a fondo, FMI.130320: https://blog-dialogoafondo.imf.org/?page_id=15 )
Es más, también sostiene, que ante una desaceleración grave, como la provocada por el COVID-19, se podría esperar que el FMI reciba solicitudes adicionales de financiamiento de emergencia, hasta por 50.000 millones de USD, para costear la respuesta inicial de los países de economías emergentes y en desarrollo. En particular, se destaca que, los países de bajo ingreso podrían acceder, a 10.000 millones de USD.
Otras crisis económicas aparecerán y se fortalecerán las existentes. La Economía debe entenderse y no desatenderse; o, simplemente padecer las consecuencias.
Es inaceptable, seguir sacrificando, generación tras generación, a más seres humanos.
Nadie está obligado a sostener y padecer un mal o peor gobierno.
Participación y evaluación permanentes. Identificar y reconocer logros y aciertos, así como exigir correcciones y ajustes.
Revocar mandato, despedir tanto a ineptos y corruptos, como a inútiles y parásitos; y en su caso, denunciar y sancionar ineficientes y delincuentes.
Organización y movilización permanentes. Acción y reacción ciudadana y social, inmediatas. Para evitar mediocridad, ineficiencia e incompetencia; no aceptar ni disculpar culpabilidad, complacencia y complicidad.
Recuérdese. En buena medida, es la Economía…la Economía.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH |
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