A Juan Javier Gómez Cazarín le salió lo misógino, resentido porque cada vez son más las probabilidades de que quede fuera de la próxima Legislatura del estado para que sea una mujer la que ocupe la curul plurinominal de Morena.
Pero también le afloró la preocupación por mantener sus negocios de protección y cuidado a ciertos alcaldes para la revisión de sus cuentas públicas y la entrega de presupuestos sustanciosos, tanto de los actuales como de los próximos.
O sea, Gómez Cazarín está preocupado porque sus negocios se pueden venir abajo al quedar fuera de la Cámara de Diputados.
Por un lado, paga para que en algunos “medios” (páginas fantasma o casi fantasma con nulas o muy pocas vistas y menos credibilidad) publiquen que ya tiene amarrada la diputación, que volverá a ser el coordinador de la fracción y que seguirá como presidente de la Junta de Coordinación Política.
Pero cada vez más las tendencias, las interpretaciones, muestran que la tercera diputación plurinominal que le corresponde a Morena se la entregarán a una mujer.
Y eso le molesta… y mucho.
Y hace que le brote lo misógino, cada vez más.
Esa es tal vez la razón principal por la que arremete contra la Auditor General Titular el Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS), Delia González Cobos, mientras acusa que en esa institución le están limpiando cuentas a algunos ayuntamientos.
También utiliza para esto a sus medios casi fantasma, esos a los que mantienen desde Comunicación Social del Congreso del estado y les dan jugosos contratos aunque no tengan presencia en la opinión pública.
Juan Javier Gómez Cazarín desde hace mucho busca que quiten del cargo a Delia González, para poner a alguien que le haga caso sin chistar, y así ser él quien ordene a que ayuntamientos se le limpian las cuentas, que se las dejan tan pulcras que no merezcan ninguna observación.
Gómez Cazarín presiona a la titular del Orfis porque quiere que le “limpien las cuentas” (es el término que él usó) a los alcaldes con los que él tiene trato y que lo hagan antes de que termine el actual periodo legislativo, mientras todavía tiene el poder seguro, porque si se deja para la siguiente legislatura, quien sabe dónde quedará.
A Juan Javier el poder se le ha subido a la cabeza y cree que puede controlar todo, porque tiene el favor del gobernador.
Por eso es que está desesperado por mantener la curul.
No quiere ceder el cargo a favor de Illya Dolores Escobar Martinez, quien sigue siendo parte del cuerpo directivo de la Secretaría de Educación de Veracruz, como subdirectora Técnica de Primarias Federalizadas.
Vaya, hay intenciones incluso por parte del gobernador Cuitláhuac García de ofrecerle (o ya lo hizo) una mejor posición para que no acepte ser diputada, pero existe el inconveniente de que ni eso le dejaría el paso libre a Gómez Cazarín, porque la curul al ser de género, le correspondería a una mujer, a Gisela López López, que es la siguiente mujer en la lista de diputados de representación proporcional, quien a pesar de llevar 8 años en el partido ha tenido una carrera gris completamente.
Y Juan Javier Gómez ya se siente un iluminado, un gran místico de la política, por eso quiere mantenerse como diputado, como coordinador de la fracción de Morena, como todopoderoso, y le
duele que una mujer lo vaya a quitar y que una mujer no le haga caso. Por eso le brota lo misógino con toda la fuerza.
Por eso ahora, cuando ve que puede perder todo, quiere asegurarse y presiona al Orfis para que deje las cuentas limpias de los ayuntamientos que recomienda, que ya le pagaron el favor, que son en los que le han dado prebendas.
Quiere mostrar a los futuros alcaldes que puede mover ese tipo de situaciones para decirles que si no están con él, les puede caer el Orfis encima, o si están con él, el trato será terso y suave, aunque hagan lo que hagan.
Por eso quiere quitar a la titular, la primera mujer en ocupar el puesto, para poner a un hombre, “su” hombre, de su confianza.
Desesperado como está, seguirá mostrando su misoginia. |
|