por
Alfredo Bielma Villanueva
Amenazantes, como espada de Damocles, cuelgan sobre la diaria convivencia de los mexicanos ciertos problemas sociales que enturbian su existencia: la violencia imperante en gran parte del territorio nacional, la inseguridad provocada por el enorme poder alcanzado por la delincuencia organizada, y adicionalmente la gravosa perspectiva de un duro estiaje, ya percibido como estrés hídrico. Por si no bastara, en nuestro horizonte sociopolítico no se advierten políticas públicas orientadas a atender esa endemoniada trilogía, o peor, la estrategia adoptada para combatir a la delincuencia- abrazos, no balazos- ha resultado un fiasco descomunal. Esa patología no es un problema visto a la distancia sino vivencias colectivas ya endémicas en nuestro territorio, es una dramática realidad que a causa de la indolencia de autoridades del pasado y del presente ha alcanzado dimensiones descomunales. La inseguridad y la violencia fueron dos de los ofrecimientos más destacados durante la campaña presidencial del 2018, parte central del discurso del actual presidente quien aseguraba se iban a terminar una vez llegado al cargo: “vamos a garantizar la paz y la tranquilidad en muy poco tiempo, en muy poco tiempo vamos a reducir la delincuencia, en la medida que va a haber crecimiento económico… a mitad de sexenio ya no hay guerra, no hay guerra y vamos a tener ya la situación totalmente distinta, diferente”, pero ya en el ocaso de su mandato no será posible concretar algún avance, porque en contraste la violencia y la inseguridad han crecido exponencialmente. No es por casualidad el que ambos expedientes siguen figurando como parte medular de los temas de campaña.
Entre muchas otras regiones de la entidad veracruzana Xalapa sufre de estrés hídrico, porque el agua para consumo humano escasea y el suministro es insuficiente para cubrir la creciente demanda de la población. Para resolver ese tipo de problemas colectivos las sociedades forman gobiernos en cuya tarea fundamental radica el garantizar educación, salud, seguridad y desarrollo económico, entre otros expedientes de su competencia. Por esa condición cobran cabal importancia las propuestas de quienes aspiran a cargos de elección popular para la gobernanza y legislaturas. En Veracruz hemos escuchado del candidato a gobernador, José Yunes Zorrilla, interesantes planteamientos sobre esos temas, seguramente también lo hará la candidata Rocío Nahle porque son de gran importancia social. La inseguridad asola a la entidad y la notable escasez de agua es tema de preocupación diaria. En sintonía, el exalcalde xalapeño Américo Zúñiga, candidato del PRI-PAN-PRD a diputado federal coincide en poner sobre el tapete de la discusión electoral los temas del agua, la inseguridad y la violencia, entre otros de no menor importancia, porque son asuntos para el debate público de la actualidad, porque la sociedad veracruzana ya no encuentra la salida a sus problemas y anda en busca de quién los resuelva. |
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