El proceso electoral veracruzano está resultando ser muy paradójico por cuanto a las denuncias en contra de Rocío Nahle por enriquecimiento inexplicable y lavado de dinero interpuestas por el empresario Arturo Castagné y las que a su vez ella presentó en contra de Castagné por acoso, daño moral y falsificación de documentos, esta denuncia alcanza los 100 millones de pesos. Este aglomerado de denuncias y contrarréplicas le imprime características especiales a este proceso electoral pues señala hacia una candidata que ocupa o distrae buena parte del tiempo de campaña para aclarar, o al menos intentarlo, los graves señalamientos de que es objeto, particularmente porque ha golpeado severamente la línea de flotación del gobierno obradorista en cuya médula reside la ya muy hipotética lucha contra la corrupción. Porque no es el caso del “calumnia que algo queda” sino de una exigencia ética a quien pretende gobernar una entidad que después del duartismo resultó profundamente lastimada por los evidentes casos de corrupción que por cierto propiciaron el acceso al poder de una clase política amparada en el “no somos iguales”, aunque la evidencia demuestra el más de lo mismo, o que resultó peor la medicina que la enfermedad. La conciencia histórica adecuadamente aplicable en este caso recuerda: “la mujer del César no solo debe ser honesta sino además parecerlo”.
En todo ese pugnaz cuadrilátero el golpeteo es incesante entre los bandos y en el centro de esa batalla el tema central es la corrupción, lo destacable es que con el cuento del “no somos iguales” desde Morena lanzan misiles contra el PRIAN aludiendo a que el PRI como el PAN, partidos históricamente antagónicos y hoy unidos en único propósito, propiciaron la corrupción en el país. Lo cierto es que esos partidos, sobre todo el PRI, han gobernado México por décadas, pero en nuestro país la corrupción ha sido un mal endémico, lo cual es comprobable ahora con MORENA en el gobierno pues no solo no la ha combatido sino prohijado tras el muro de la opacidad y de la impunidad, dígalo sino el indiscriminado otorgamiento de contratos sin licitación y el caso de Segalmex. Aun hay más, se demuestra que en México el ejercicio del poder no solo corrompe sino que conduce a una radical metamorfosis y MORENA la padece ahora mismo porque recibe a quienes del PRIAN emigran: Eruviel Ávila (PRI), Fernando Castro Trenti, ex candidato del PRI en 2013 al gobierno de Baja California, Javier Corral (PAN), la candidata de MORENA al gobierno de Jalisco fue priista, el candidato de MORENA por Yucatán Joaquín Diaz Mena, fue del PAN, Alejandro Murat, del PRI, no pocos exgobernadores priistas y panistas ahora son embajadores, luego entonces, si se recogen deshechos del PRIAN ¿por qué tanta alharaca denostadora? Pero así es todo en política, mejor, en politiquería, porque en Movimiento Ciudadano, los de la “nueva política”, la mayor parte de sus candidatos por la vía plurinominal son expriistas y expanistas. Cosas Veredes Mio Cid. |
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