Es muy usual en nuestra subcultura política prodigar elogios embadurnados con mucha baba amelcochada a quien por efectos del éxito electoral asume un elevado cargo público: presidente de la república, gobernador o alcalde. Las motivaciones para quemarles incienso residen en el interés personal del adulador profesional, y en la esperanza colectiva de, ahora sí, ver colmada la solución a los problemas del conglomerado social. Previamente a la asunción a esos cargos, durante sus campañas de proselitismo los ungidos del nuevo encargo ofrecieron atender las necesidades populares y no falta quienes en verdad lo crean pese a haber escuchado casi lo mismo de quienes serán relevados por haber concluido el término de su mandato sin cumplir cabalmente con las propuestas ofrecidas, ese fenómeno se explica con el aforismo de que “la esperanza muere al último”. Es un proceso que se renueva cada tres o cada seis años, según el periodo del mandato. Eso lo vivimos ahora mismo justo cuando al presidente López Obrador le quedan tres meses su mandato a seis años y a Cuitláhuac García cuatro meses para entregar la estafeta ¿cumplieron con lo ofrecido? Los adeptos de su capilla contestarán que sí, quienes analizan resultados lo pondrán en duda.
Hace justamente seis años, por estas fechas se celebraba ruidosamente el triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador porque con su gobierno al país llegarían las buenas nuevas, se decía, entonces flotaba en el ambiente nacional el repudio a un gobierno colmado por la corrupción, el de Peña Nieto. En el Zócalo de la CDMX y en todos los foros predominaba el discurso del triunfador, tendríamos unla corrupción llegaría a su fin, el ejercito regresaría a los cuarteles, crecimiento económico al 6%, un sector salud que de encontrarlo en “ruinas” alcanzaría con lo mejor para todos y el suministro de medicinas sería el esperado. Al día siguiente de su toma de posesión como presidente, el dos de diciembre de 2018, López Obrador llegó a Xalapa, Veracruz fue la primera entidad federativa que el nuevo presidente visitaba generando grandes expectativas, en su discurso frente a una Plaza Lerdo colmada con una multitud entusiasmada, el flamante presidente ofreció: garantizar el derecho a la salud y medicamentos gratuitos en Veracruz, prometió rescatar el servicio médico, “Vamos a garantizar el derecho a la salud porque dejaron, como todo, destruido el sistema de atención médica […] con Cuitláhuac vamos a mejorar todo el servicio de salud pública en Veracruz, van a haber médicos, van a haber medicinas, porque ya no se van a robar el dinero de las medicinas». Aseguró también que respaldaría la declaratoria de crisis por emergencia en materia de Derechos Humanos emitida por el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez. Prometió crear nueve universidades públicas en esta entidad, ofreció, y cumplió, con la pensión para el bienestar. “Que la migración sea opcional no obligatoria. Nunca más un veracruzano tendrá que irse”, dijo. La refinería de Minatitlán sería modernizada y se solucionaría el problema del basurero de Coatzacoalcos y Minatitlán. Reforzaría la búsqueda de personas desaparecidas, y para finalizar declaró que “será agradecido con el pueblo que le dio más de 2 millones de votos”. Seis años después que cada uno hable como le fue en la feria, porque Cuitláhuac García también concluye su mandato y ahora las sonrisas son para Rocío Nahle, porque en México ese el espectáculo de cada seis años. Moraleja: a los gobernantes, en vez de quemarles incienso antes de su desempeño lo conveniente es esperar los resultados de su gestión para entonces despedirlos, según sea el caso, con reproches o con aplausos. |
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