El texto a continuación fue publicado justamente el 21 de julio de 2018, parece que fue ayer: En términos del materialismo dialéctico los cambios en la sociedad se producen cuando existen condiciones objetivas que lo permiten, no son obra de la casualidad ni la expresión volitiva de un hombre sino producto de la interacción entre las circunstancias y el movimiento social. En este considerando cabe la propuesta de Andrés Manuel López Obrador para llevar a cabo la Cuarta Transformación, es decir, un cambio sustancial en los ámbitos social, político y económico de México.
Ningún movimiento para el cambio de estructuras sociales (económicas y políticas) se realiza de la noche a la mañana, ni es producto de generación espontánea, pues sus causas y efectos son de ritmo más o menos paulatino. La Revolución Industrial, tampoco la Francesa, hitos históricos de la humanidad, encontraron pronta respuestas pero sus causas hicieron eclosión mientras la sociedad seguía su curso “normal” y en medio estuvieron los cambios, en su momento para muchos imperceptibles.
Sobre si ya estamos en México en las circunstancias para el cambio, la respuesta es obvia: estamos en transición hace ya algunos años de allí el eco social a las propuestas de AMLO. Sin embargo, un individuo no es el autor exclusivo de los cambios, aunque sí el agente motor que los agiliza. En nuestro caso, a Andrés Manuel López Obrador le corresponde la oportunidad para abrir la compuerta de un dique de inconformidades acumuladas por años, y el torrente desbocado irriga la oportunidad del cambio.
En nuestra Revolución de 1910 los brotes de inconformidad no irrumpieron sorpresivamente, Cananea, Rio Blanco, Acayucan, avisaban de una fuerte presión social contra el régimen, le correspondió a la clase obrera manifestarlo, pero una vez desatado se convirtió en Movimiento Social y, Decena Trágica de por medio, desembocó en una nueva Constitución para encauzar los cambios, no por cierto inmediatos.
Andrés Manuel López Obrador fija sus paradigmas en Hidalgo Juárez y Madero, prohombres de nuestra historia cuyas acciones señalan en sus respectivos tiempos cambios renovadores. Hubo sus asegunes, por supuesto, a Juárez, la muerte vino en su auxilio; y tuvo que derramarse la sangre de Madero para destrabar el estatus en que había caído el movimiento armado porque el apóstol transigió con los representantes del antiguo régimen para que todo siguiera igual, aunque sin Porfirio Díaz. ¿Cuál será el designio lopezobradorista?
Sin duda nos encontramos en un periodo interesante de nuestra historia, después de un extraordinario vuelco electoral que manifiesta de manera rotunda la necesidad de un cambio, en la forma de implementar el método para lograrlo está el fondo. AMLO ya dio señales de algunos procedimientos: reducir sueldos a la alta burocracia para bajar el gasto corriente, desconcentrar la administración pública federal, centralizar el gasto federal a través de delegados estatales con inmenso poder de concentración del gasto federado, entre otras medidas cuyos resultados no es posible adelantar previa a su implementación.
Otros expedientes de singular importancia. como el combate a la corrupción, piedra angular del discurso en la plaza pública, serán evaluados durante el desempeño del nuevo gobierno, nadie puede apostar a un fracaso porque a nadie convendría. Y el combate a la inseguridad pública es otro miura de singulares dimensiones. Lo más relevante es que el discurso de campaña quedó atrás y habrá de cuidar el nuevo gobierno de fijar las metas para el cumplimiento de las expectativas, pues la experiencia ha demostrado que a mayores esperanzas mayores son las decepciones si no se satisfacen.
En materia de Partidos Políticos ¿cuál será el proyecto de AMLO? Obviamente desaparecerlos no, porque son instrumentos propios de toda democracia, pero ojala no exista intención de reinstaurar un régimen de partido hegemónico con MoReNa como modelo; es riesgo inminente según el anuncio de los cambios: Así lo indica el propósito de concentrar en un solo Delegado General de la federación en cada estado la implementación de los programas federales, otorgándole de manera automática un poder que rivalizará quiérase o no con el de un gobernador electo popularmente. Son de pronóstico reservado las fricciones que pudieran surgir entre esta figura de delegado y algunos gobernadores, sobre todo aquellos de origen partidista diferente.
México requiere de cambios, sí. Ojalá el equipo de López Obrador tenga ya contemplados los posibles efectos de los métodos para lograr la anunciada cuarta transformación. Hasta ahora tenemos la fortuna de relevos de gobierno sin traumas sociales, como la insurrección en la lucha por la independencia, la pugna del gobierno con el clero por efectos de las leyes de Reforma y la invasión francesa; la lucha armada contra la No Reelección, la Decena Trágica y la Revolución propiamente dicha encabezada por Carranza.
¿Pueblo maduro?, ¿democracia avanzada? Lo que fuere, pero hasta ahora los cauces del cambio son institucionales, ojalá así continúen y que la “Cuarta Transformación” no siga el camino del inefable Fox. Al menos, esto último sería difícil pues habrá sinergia entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo (ojala no sea abyecto), en este sentido no habrá pretextos para alcanzar la denominación del cambio.
alfredobielmav@hotmail.com 21 de julio de 2018 |
|