Desde tiempos inmemoriales la geometría política habla de izquierdas, centro y derechas, definidas de esa manera por la posición que se adopte respecto a los asuntos públicos, en el parlamentarismo británico es histórico el enfrentamiento entre los Tories y los Whigs; en los prolegómenos de la Revolución Francesa Sieyès escribió su panfleto ¿Qué es el Tercer Estado? o sea, el pueblo, el de la barricada cuya inmensa mayoría empujada por el hambre exigía un cambio; después de derrocar a la monarquía surgieron los Aristócratas y los Patriotas, identificados por el origen de su clase social y por sus contrastantes planteamientos políticos; en esencia era una lucha entre los sin poder buscando obtenerlo y los poderosos luchando por no perderlo. Se entiende así que las ideologías tienden a explicar y justificar teóricamente la realidad de las pugnas por el poder. Cada cabeza es un mundo, dice afamado refrán para entender la diversidad de opiniones cuando se trata de asuntos políticos, la denominan pluralidad, que combinada con motivaciones democráticas dan origen a los principios de índole electoral: de mayoría relativa y de representación proporcional, y todo funciona muy bien en el esquema del pluralismo ideológico hasta que aparece el estigmatizado pragmatismo en la forma de chapulineo o trapecismo político.
Lo anteriormente expuesto, se explica sin mucho rodeo por la actitud de quienes militando en un partido político dan muestras de absoluta lealtad y obediencia partidista mientras sus intereses personales quedan a salvo, torciéndose esa circunstancia cuando repentinamente todo cambia: Alejandro Murat, el ex gobernador priista de Oaxaca renuncia a su partido porque, dice, “ya no lo representa”, Javier Corral, exgobernador panista de Chihuahua y actual candidato pluri al senado por Morena, cambió de camiseta buscando el amparo del gobierno contra la persecución política de la que se dice víctima; los exgobernadores de Sinaloa, Hidalgo y del Estado de México pierden electoralmente su estado y son bien recibidos en Morena; el exdiputado priista Eduardo Andrade renuncia a su partido porque según él esa institución política ya perdió el rumbo; ayer un diputado del PRI se pasó a la bancada de Morena justo a la vez que una diputada de Morena sale de su bancada porque no la incluyeron en la lista de quienes van por la reelección, y claro, ambos recobraron la agudeza política y ahora advierten cuán equivocados estaban en su anterior militancia partidista. Es decir, se es de izquierda o de derecha mientras el interés personal no se toque. Aunque en realidad pocos son genuinamente de izquierda o de derecha, porque si esa geometría fuera auténtica entonces el centro sería la mejor opción. |
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