Cuando en el año 2000 el PRI perdió la presidencia de la república de inmediato se escucharon a su interior voces de reclamo exigiendo la renuncia de la presidenta Rosa María Sauri, en ese entonces Murillo Karam se desempeñaba como presidente del Consejo Político y salió a dar la cara en tono muy compungido, situación bastante difícil porque el trauma de la derrota era algo inusual para el partido hegemónico de México ya que aun cuando perdía solía arrebatar el triunfo. Desde Tabasco, Gustavo Carvajal, expresidente priista, pedía la expulsión de los corruptos, otros más mesurados llamaban a la reflexión, era el caso del gobernador de Tabasco Roberto Madrazo, quien señalaba que el PRI había dejado de “dialogar” con las bases populares y llamaba a provechar la debacle para reconfigurar la actuación del partido. Cuando en 2006 hubo replica de la derrota electoral otra vez se escucharon voces de alarma con llamados a reconfigurar al PRI, que en 2012 retornó a Los Pinos con Peña Nieto pero solo para seis años después, en 2018, perder estrepitosamente ante MORENA, al día siguiente de esa elección Manlio Fabio Beltrones dirigente nacional priista presentó su renuncia como mea culpa del catastrófico resultado. En significativo contraste, ahora en el PRI solo se escucha el silencio porque está ayuno de voces jóvenes y de militantes con trayectoria y capacidad para convocar, los más ya están fuera de sus filas y esa es una preocupante señal del dramático momento por el que atraviesa el PRI, pues esta secuestrado por “Alito” y Moreira con su esposa, una circunstancia cuyo subliminal mensaje avisa de su decadencia y acaso de su muy posible extinción.
Es indudable que tras el resultado electoral el diagrama partidista de México sufrirá cambios sustantivos, en orden a lo observado el PRD, nacido en mayo de 1989, camina hacia su ocaso y no se advierte en el escenario actual el mismo animo que en su momento imperó para salvar al PT de su desaparición, los Chuchos con su vocación “negociadora” de candidaturas, hicieron historia macabra en ese partido, a ellos corresponde explicar sobre la extinción del PRD, empezando por los motivos de la salida de sus filas de AMLO y de sus mejores cuadros. En Veracruz encontramos réplicas del atavismo corruptor en su dirigencia estatal, esa conducta es la personificación de lo que no se debe hacer en la dirigencia de un partido, pero que gracias a sus últimos estertores su dirigencia aprovechó para asegurar el futuro. Sin embargo, los partidos políticos son instituciones públicas, organizaciones políticas nacidas para alcanzar el poder, aunque en nuestra subcultura se contaminan por la genética social de nuestra identidad nacional que lamentablemente no ha sido posible desterrar aún por partidos, como MORENA, que postulan el combate a la corrupción estando inmerso los gobiernos procedentes de sus filas en un inmenso océano de corrupción. Es decir, aun MORENA pese a su slogan de “no somos iguales” incurre en idénticos vicios. Claro, esta afirmación está sujeta a comprobación de quien tenga oídos para oír y ojos para ver. |
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