Ya se acerca el centenario de la fundación del Partido Nacional Revolucionario (marzo 4 de 1929), en el siglo XX fue el primer peldaño para formar un Partido de arraigo nacional en secuencia apegada a las circunstancias, nueve años después, en 1938, Cárdenas lo transformó en Partido de la Revolución Mexicana (PRM), inyectándole el virus del corporativismo y con esa lógica ese partido se estructuró formando tres grandes sectores para agrupar su militancia y mantenerla cautiva: el Campesino (CNC), el Obrero (CTM, CROC) y el Popular (CNOP), por efectos de sus tiempos también se formó el sector militar. Ocho años y muchos acontecimientos de importancia acontecieron para acondicionar en 1946 la candidatura de un civil a la presidencia de la república, en ese trance el presidente Ávila Camacho transformó al PRM en Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuyo primer candidato a la presidencia fue Miguel Alemán Valdés, desde ese entonces el PRI gobernó ininterrumpidamente este país durante 54 años, hasta el año 2000, y con un interregno de 12 años de gobiernos panistas regresó a Los Pinos en 2012. Esa fue una larga estancia en el poder, y está empíricamente comprobado que el ejercicio del poder desgasta y si la permanencia en el poder es larga podemos imaginarnos el grado de desgaste que ese usufructo produce, peor aún si en el balance se ignoran las realizaciones pero se destacan sus desaciertos.
Es factible que el PRI ya se encuentre en el umbral de su crepúsculo, los resultados de la reciente elección son parte de su dramático acontecer y llegan acompañados con una penetrante y corrosiva campaña de denuestos retratándolo como un partido de corruptos; nadie podría negar que en México ha habido corrupción y si el único partido en el gobierno fue el PRI los dardos dan en el blanco, sin embargo, esa patología no la inventó el PRI ni forma parte inherente de su ser, gobiernos de otros partidos también han incurrido en ese sello. Los dicterios pueden atribuirse a los largos años del PRI en el poder, pero es inocultable que otros partidos, como el actual en el gobierno, MORENA, con solo seis años en el poder ya carga con el estigma de la corrupción. La sociología política tiene otros datos sobre este particular, tienen que ver con una acentuada deformación de nuestros valores, no necesariamente son consustanciales a los partidos. Pero esta reflexión no deviene para descargo del PRI, esa organización política ya se encuentra entre los grandes protagonistas de nuestra historia política, tiene pros y contras que por efectos de lo contemporáneo está contaminado por las pasiones políticas, la historia lo absolverá. Ahora, el PRD ya concluyó su ciclo histórico, deja un vacío en el diagrama ideológico partidista que de alguna manera tiene que llenarse ¿lo ocupará el Partido del Trabajo, otra organización de “izquierda”? No parece lo idóneo porque el PT es de “izquierda” dentro de la constitución” como decía el presidente López Mateos de su gobierno, y ningún perredista buscaría ese destino. ¿El Verde Ecologista? Tampoco, su carácter de franquicia política se antoja poco atractiva para un perredista huérfano de partido; MC y MORENA tienen puertas abiertas. Por otra parte, si el PRI desaparece ¿adónde buscarán cobijo sus ahora militantes? Finalmente, depende de cada quien, de acuerdo a sus circunstancias su respectiva elección, quienes previamente han desertado de sus filas han emigrado a MC o al Verde Ecologista, en este último caso solo como breve escala para brincar a MORENA. Ese hipotético esquema está configurado en caso de no existir la alternativa de formar un nuevo partido que venga a ocupar los vacíos que deja el PRD y la desbandada proveniente del PRI en caso de que “Alito” se salga con la suya de reelegirse presidente y ponga con eso la pesada lápida sobre el histórico partido hegemónico de México. |
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