Un grito recorre Tuxpan con el doble sentido de la protesta y la esperanza:
“Marco Medina, Marco Medina, Marco Medina”
Es la voz de los morenistas tuxpeños de base, de esos que han pintado bardas, repartido volantes y hecho labor casa por casa para Morena, desde que era solo un movimiento social.
No quieren, no aceptan, no se someten a que les impongan candidato a la presidencia municipal, ahora que ven que la posibilidad de ganar la alcaldía es real.
Son una muestra de muchos otros que miran como la imposición va dejando fuera a buenos cuadros, a militantes realmente identificados con la base, para hacerle espacio a otros que sólo saben mentir, que nada más llegan con el dinero por delante, como queriendo comprar las postulaciones.
En Tuxpan, gritan por Marco Medina porque lo quieren de candidato a presidente municipal de ahí, porque lo conocen, precisamente por los años de trabajo conjunto que llevan.
Gritan fuerte, con la esperanza de ser escuchados en los centros de poder, porque parece que en esos lugares decisorios, la voz que suena es la de los arribistas, los oportunistas, la de los que no se han mojado los pantalones y aún así quieren comer pescado.
No quieren al ambicioso recién llegado a Morena. No quieren al que con dinero busca comprar la candidatura.
Los morenistas de Tuxpan quieren que se les atienda, que lo hagan quienes tienen ojos y no quieren ver la realidad, como escribe Saramago.
Allá ellos si no acatan, porque en el pecado pueden llevar la penitencia, esa que impone la derrota, y que es más amarga porque sabes que pudiste ganar si tú candidato hubiera sido otro.
Hoy el “hubiera” todavía existe.
Tienen la esperanza aquí -y en muchos otros lados- de que la imposición no prevalezca, porque las injusticias políticas exhiben de que están hechos los dirigentes partidistas, los gobernantes. A quienes tuercen o ignoran la voluntad de los militantes de Morena, sus actos los muestran como promotores o como cómplices de ese golpe de fuerza, de ese “aquí mando yo”.
Quienes claman y reclaman porque la política se dignifique en Veracruz, lo hacen para que recupere su sentido ético, para que el sistema de partidos premie a sus mejores cuadros.
En Tuxpan -y en cada lado donde hay resistencia a que se haga la voluntad de otros y no de los militantes- empujan porque a la política se le rescate del fango, del lodo dónde la han puesto.
Pero esto no podrá ser postulando a "candidatos de probeta", de esos que son inventados, armados sólo para satisfacer los intereses de quienes tienen la posibilidad de imponerlos, de quienes toman la política como mercancía que se vende o se compra, postulando candidatos rechazados por la sociedad o asociados con obscuros intereses.
El caso de Marco Antonio Medina Pérez en Tuxpan es específico, porque tiene el apoyo de las bases morenistas que quieren su postulación, que lo ven como el hombre adecuado para ganarle a la alianza opositora, que tiene trayectoria en la izquierda y las luchas sociales en México, que conoce las circunstancias del municipio y puede crear condiciones para su desarrollo y que además es honesto a carta cabal.
Ante esto, los morenistas se preguntan ¿realmente querrán ganar Tuxpan los dirigentes de Morena?.
Es la misma interrogación que se plantean en otros lados donde la imposición está a la vista.
La duda es porque las señales que están mandando los últimos días, es de que no, que no les importa perder la plaza más importante del norte de Veracruz.
Si pierden Tuxpan, una plaza ganada en las elecciones pasadas ampliamente, a ver qué cuentas le entregan a López Obrador.
Si las cosas siguen como van, el ayuntamiento tuxpeño seguirá siendo botín de corsarios.
Y las diputaciones con cabecera en este municipio, también estarán en grave riesgo de perderse.
Si cae Tuxpan, el norte de Veracruz caerá después, por efecto domino.
Aquí es donde cabe la pregunta: ¿En qué piensan los místicos cuando creen que los terrenales aceptarán pasivamente sus imposiciones?.
EN VERACRUZ QUIEREN IMPONER A EXSOME SIN ENCUESTA
Ejemplos de imposiciones, hay más, muchos más.
Otro caso emblemático es el municipio de Veracruz, donde quieren imponer al ahora diputado federal Ricardo Exsome como candidato a la alcaldia, aún cuando son evidentes sus nexos comerciales con los Yunes azules.
A Exsome tampoco lo quiere la base morenista de ese municipio, precisamente porque no ha hecho nada por el mismo en su actuar como diputado.
En Veracruz también quieren imponer a Luz del Carmen Baxin García, como candidata a diputada por el distrito 13 federal, de Boca del Río. Ella fue secretaría general del PRI municipal de Veracruz en la época duartista. Su gran merito es ser hija del dirigente del sindicato de Limpia Pública de Veracruz, Nino Baxin.
En Acayucan, la secretaria de Energía, Rocío Nahle, está empecinada en imponer a su cuñada Ruth Peña, hermana de su esposo José Luis Peña Peña (https://cutt.ly/SlPZZtQ ).
En Cosamaloapan el diputado Valentín Reyes quiere reelegirse, diciéndose cercano a Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, igual que hacen muchos más.
Juan Javier Gómez Cazarín, el coordinador de la fracción de Morena en la Legislatura de Veracruz, quiere imponer a su papá, Juan Gómez, para la alcaldía de Hueyapan.
El diputado federal Sergio Gutiérrez Luna, molesto porque no lo dejaron reelegirse por Minatitlán, ahora quiere imponer a Jessica Ramírez Cisneros, actual diputada local por el mismo distrito, como candidata a la presidencia municipal de la antes ciudad petrólera. Sergio Gutiérrez quiere formar su cacicazgo a como de lugar.
Hay más ejemplos, como en la lista de candidatos a diputados plurinominales por la primera circunscripción, donde están: Rubén Gregorio Muñoz, al cual le dan lugar como premio de consolación por no ser candidato al gobierno de Baja California Sur; Sandra Luz Navarro, de la CNTE, cesada en el 2016 por negarse a participar en la evaluación magisterial; Antonio Pérez Garibay, papá del piloto “Checo” Pérez; Maximiliano Barboza, líder del Barzón.
Así, Morena puede ir mermando su presencia ante los votantes, imponiendo candidatos que no son los mejores.
Los dirigentes de Morena ya saben que cuando los terrenales se enojan, los místicos dejan de serlo. |
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