Una vez más la gobernadora Rocío Nahle sacó su banderita de víctima y se ostentó así.
Una pobre mujer atacada por fuerzas malvadas de la oposición, que quieren derrocarla, que le arman una campaña, que la acusan de todo y que no reconocen su trabajo y su esfuerzo.
¡Dios, cuánta desgracia!
Rocío Nahle subió un video de un fragmento de una entrevista que tuvo con Ignacio Rodríguez, quien se autodefine como “El Chapucero”, pero nada más en la parte donde se victimiza y en lo correspondiente a lo que ella dijo.
Ese fragmento de 51 segundos muestra a Rocío Nahle con toda la arrogancia, asumiendo que los demás son quienes están mal, que la critican porque son malvados.
Aprieta la boca, con todo el enojo y la ira que carga encima.
Suelta un “Nadie la quiere, ¡Qué barbaridad!”, como remedando a los que la critican, a los que reclaman su baja en la popularidad a consecuencia de las inundaciones y todo el daño que hay en el norte del estado.
Suelta un par de preguntas, como si eso fuera el eje de las críticas que se le hacen:
“¿De quién fue la culpa que lloviera tanto? ¿Por qué llovió tanto, Rocío Nahle?”.
¿A poco en verdad cree que hay quien le reclame la cantidad de agua que cayó?
Si tuviera esa capacidad de hacer llover a voluntad en lugar de ser criticada sería venerada.
En todas las culturas antiguas había un dios de la lluvia. Entre los totonacas, el dios Tajín (precisamente) era quien regulaba los fenómenos meteorológicos, incluyendo el trueno, el rayo y las tormentas, y era venerado precisamente por esto, porque su furia atentaba contra la fertilidad de la tierra y la siembra.
Entre los huastecos, el dios padre de la lluvia, enviado para dar vida, era el dios Mixe.
Así es que, si Rocío Nahle pudiera hacer llover a voluntad, en lugar de ser criticada sería reverenciada.
Pero no, nadie le reclama la cantidad de lluvia que cayó.
Los reclamos son porque no hubo la previsión ante el diluvio que se anunció por lo menos con 5 días de anticipación, incluso por los servicios locales meteorológicos de la misma Secretaría de Protección Civil.
Las quejas son porque tiene una funcionaria como titular de Protección Civil que no ha aprendido nada sobre esto en los más de 6 años que lleva en el cargo, para quien la palabra “previsión” sigue siendo un vocablo desconocido.
La demanda es porque en esa carencia de previsión se incluye la falta de recursos para atender cualquier contingencia. Se habla de una agencia de seguros, de un fideicomiso, pero hasta ahora no se ha visto nada concreto para mitigar con rapidez la crisis.
Presume Rocío Nahle que 15 días después de la catástrofe ya están llegando los apoyos y dice que esto fue con rapidez.
Con rapidez hubiera sido que antes de la llegada de los golpes de agua hubieran sacado a todas las personas o a la mayor parte de los mismos, que hubieran estado listos los albergues, que se tuviera ya todo preparado para atender a los desplazados, antes de que se convirtieran en damnificados.
Eso hubiera sido con rapidez.
Rocío Nahle pone el grito en el cielo, porque en su arrogancia, desde su narcisismo, desde su creer que nada más ella tiene la razón, avienta al aire:
“No, bueno. Pues es gente que no ve más allá, porque en un momento tan crítico, siempre hay buitres, hay la carroña”.
Ella quisiera que todos le aplaudieran, que le dijeran que todo está muy bien, que las cosas se hicieron de lo mejor.
Pero como en lugar de esas porras y vivas están los reclamos, acusa a quienes los hacen de “buitres”, de “carroña”, de esos seres y cosas despreciables, de desecho.
Mas sus errores ahí están. Y el primero es tener todavía en el puesto a la secretaria de Protección Civil que no hizo bien su trabajo.
En lugar de tener la humildad de decir, “la situación nos está rebasando”, trató de minimizar las cosas asegurando que hubo “un ligero desbordamiento” del río Cazones.
Para cuando esas palabras salieron de su boca, Álamo ya estaba inundado y con el río desbordado.
¿A poco no le dijeron a Rocío Nahle que estaban abriendo las compuertas de las presas para desahogarlas y que no se fueran a reventar?
Aprieta la mandíbula, entrecierra los ojos, con el enojo a flor de piel y acusa que “ha sido una mezquindad” de sus opositores el que la critiquen.
¿Pues qué esperaba?
¿Qué le aplaudieran sin parar como si fueran miembros activos de la 4T?
Pues si ni los simpatizantes del movimiento han dicho estar contentos.
Y ahí, solita se va a meter al reclamo de quienes piden que renuncie, o por lo menos que demuestre que sí mantiene apoyo popular y que llame a un ejercicio de revocación de mandato.
“Yo fui electa democráticamente para el 2030, hasta el 2030, y voy a servir al pueblo”.
Pues que mejor forma de ratificarlo que con una consulta sobre revocación de mandato.
Pero en cambio da a entender que seguirá haciendo lo que ella quiera, porque “no estoy para darle gusto ni contentillos a los opositores, a los del Mcprián”.
Nada más que los políticos no fueron los primeros en criticar.
De hecho la oposición hoy, como otras veces, se ha visto lenta y reacciona después, mucho después que la sociedad civil.
Los primeros reclamos de la falta de previsión salieron de ahí. Los de las consecuencias por las fuertes inundaciones, también.
La ineficacia ante la crisis, igualmente quedó exhibida.
Y no es campaña.
Es reacción social.
Malestar público.
¿Le cuesta mucho trabajo entender eso a la gobernadora montada en la soberbia de que sólo ella tiene la razón?
Su frase de “yo estoy para servirle al pueblo de Veracruz” debería hacerla realidad y bajarse un ratito de su pedestal de gran mística y ponerse al nivel de los terrenales, de escuchar lo que la población dice, lo que la población pide.
Nahle afirma que atender la contingencia no es cuestión de dinero, pero se ve la insuficiencia de recursos por todos lados.
Para la limpieza de los pueblos y ciudades falta maquinaria, mucha maquinaria pesada, que se podría haber alquilado a todo lo largo del estado y llevado ahí.
Pero no se hizo.
Todo el norte de Veracruz sigue siendo un caos y entre la falta de previsión está el permitir que comerciantes sin escrúpulos se aprovechen de la necesidad de la población.
¿A poco eso tampoco lo pueden evitar?
Rocío Nahle, no queremos a una niña berrinchuda.
Queremos a una mujer centrada, decidida y que actúe con precisión, no a ciegas y a locas.
O sea, una verdadera buena gobernante.
Los terrenales pedimos poco, realmente.
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