Uno de los gritos tradicionales de la vida urbana, es el de recolector de desechos caseros, los que al grito de se compran colchones, estufas, refrigeradores, lavadores, fierro viejo, buscan la recolección de lo que se da en llamar cascajo.
El cascajo, según definición del diccionario, es cualquier trasto viejo o mueble inservibles, es decir nada útil para la persona que se desprende de él.
Eso es lo que sucede en la política mexicana con una serie de personajes que como viles chapulines saltan de un sitio al otro, ya sea por decisión propia o motivada por los ofrecimientos de un partido político ajeno al que están militando.
Cada vez es más preocupante como los personajes en cuestión, sin distingo de sexo, transitan de un partido a otro, sin importar la ideología con la que, aparentemente, coinciden y se abrevan de una distinta a una velocidad vertiginosa.
Los ideales, el pensamiento liberal o conservador, el poner a la disposición del pueblo sus conocimientos poco importan, ya que lo principal es sumarse a una barco con mayores posibilidades de éxito que en el que transitan.
Sin tapujos de ninguna clase, se tornan en furibundos defensores de lo que tanto criticaban y nutren la constitución de su nuevo núcleo.
Las campañas electorales sirven para eso, faltaría más y aparecen los embozados que habitaban otra congregación, cambiando sus ropajes por otros más atractivos, que piensan les sientan mejor.
El colmo del cinismo se muestra en Yucatán, donde la mancuerna que presentó el PRI hace seis años como candidatos al Senado, Jorge Carlos Ramírez y Verónica Camino, solamente invirtieron la fórmula (Camino primero y Ramírez segundo), para competir nuevamente como fórmula al Senado, solamente que con color guinda de MORENA.
No es extraño que se multipliquen los trapecistas, que siempre con red de protección, buscan otros caminos y ahora más que nunca se replican los saltimbanquis, sin importar si pasan de un partido a otro mayor, o del mayor al menor.
Los reyes del trapecio en este sentido son el senador Ricardo Monreal y el exaspirante presidencial Marcelo Ebrard que han transitado con gran velocidad por diversos organismos políticos. El zacatecano inició con el PRI, siguió con el PRD, pasó al PT, MC, regresó al PRD y mutó a MORENA. Ebrard siguió una ruta parecida, primero PRI, luego PVEM, más adelante Centro Democrático, PRD, coqueteó con MC y finalmente MORENA. La reina de las maromas es Layda Sansores que fue del PRI, PRD, Convergencia y MORENA.
Sin embargo, el personaje más distinguido lo ha sido el fallecido Porfirio Muñoz Ledo, quien tuvo la fortuna de presidir el PRI y el PRD, además de presidir la Cámara de Diputados con las siglas del PRD y MORENA. Porfirio también militó en el PARM y tuvo simpatías para el PAN.
Los reyes en este renglón son los del MC, antes Convergencia y Convergencia por la Democracia, cuyas principales cabezas han transitado de un partido a otro. El dueño de la franquicia es Dante Delgado, ex gobernador de Veracruz bajo los colores del PRI y Jorge Álvarez Máynez, su candidato presidencial, quien militó en el PRD, el Verde, simpatizó con el PRI y ahora lo hace en MC.
Movimiento Ciudadano llegó a ser, por unos días, la tercera bancada en el Senado de la República, gracias a la adhesión de legisladores que fueron electos bajo otras siglas.
Esa ha sido la tendencia de Dante y sus huestes, por lo que ahora están a la caza de aquellos personajes molestos que no queden insertos en las listas de otros partidos.
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Ramón Zurita Sahagún
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