Si algo queda en claro son las pocas opciones que ofrece la oposición, la carencia de liderazgos, las disputas internas y lo difícil que les será atraer nuevamente a los electores.
El proceso electoral de 2024 pasará a la historia como el desvanecimiento de las opciones electorales y la consolidación de MORENA como el partido mayoritario, con una crecimiento vertiginoso en solamente 10 años lograron la Presidencia de la República en dos ocasiones, el triunfo de una mayoría calificada en la Cámara de Diputados también un par de veces y la obtención de dos terceras partes de los gobierno estatales.
Con excepción del PRI en sus mejores épocas, nadie más lo había podido hacer en la historia política moderna de México.
Desde la aparición de MORENA en 2014 cuando le fue otorgado el registro condicionado a la elección del siguiente año, el Movimiento creado por el hoy Presidente López Obrador enseñó que venía por los principales cargos de elección popular. En su primera incursión alcanzó apenas un puñado de diputaciones federales de mayoría, ningún gobierno estatal, pero en la capital del país consiguió sus primeras alcaldías. Los entonces partidos mayoritario: PRI y PAN desestimaron esas victorias y no se prepararon para lo que vendría en la elección presidencial de tres años más tardes.
Los comicios de 2016 en que una docena de gobernadores fueron electos, con triunfos de siete para los panistas y cinco para los priistas, los hicieron mostrar mayor confianza, ya que MORENA quedó lejana de ganar algunos de los estados en disputa.
Se confiaron tanto que sus candidatos presidenciales no pudieron haber sido peores. El PRI por vez primera no tuvo a uno de sus militantes con el atractivo suficiente para contender, por lo que recurrió a José Antonio Meade, un personaje con buenas cartas credenciales, pero sin una gota de carisma que atrajera a los votantes. El PAN estuvo peor pues Ricardo Anaya dirigente del partido borró a todos sus adversarios internos y se apropió del partido y de la candidatura presidencial.
Unos y otros buscaron aliados que los apoyaran y los tricolores ensayaron con el partido rémora, el Verde, que más tarde los traicionaría y el PAN optó por suma al perredismo en franco declive a MC, que buscaba una tabla de salvación que le permitiera salvar el registro.
Los morenos ni tardos ni perezosos contaban con una candidato a prueba de campañas que iba por su tercera competencia, Andrés Manuel López Obrador, acostumbrado a las refriegas de las campañas que hizo y deshizo en los debates y mostró una cara diferente a las de dos campañas anteriores y la gente se volcó en su favor.
Seis años más tarde se convirtió en jefe de campaña de la candidata Claudia Sheinbaum, obteniendo mejores resultados que los suyos.
Si en 2018, los morenos ganaron sus primeros cinco gobiernos estatales (Puebla llegó después), los comicios de tres años después les dieron la mayoría en las gubernaturas en juego y 2024 les permitió arrasar en 7 de nuevos gobiernos estatales.
Y mientras la oposición que hizo, nada, incluso careció de candidato propio, por lo que en una improvisada alianza de tres partidos opositores adquirieron a una candidata externa que creyeron les daría los votos suficiente no para ganar, pero si para competir.
Todo fue un fracaso y las votaciones obtenidas tan bajas que el resultado derivaron en disputas internas por los restos de una oposición, sin alma y sin corazón.
La oposición continúa con sus diatribas y habrá de sufrir mermas en breve tiempo y tiene encima la creación de nuevos partidos que habrán de pulverizarla todavía más. No entienden que tres años no son nada para concretar los cabios que requieren y menos lo son sin gran parte de ese tiempo lo dedican a las disputa de sus restos.
Email: ramonzurita44@hotmail.com
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Ramón Zurita Sahagún
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