México es un país sumamente extenso, con amplias costas, con formaciones geológicas impresionantes, lo que la convierte en sitio en los que ciclones, huracanes, terremotos y otras calamidades provenientes de los elementos son de gran frecuencia.
La asiduidad con que la población mexicana se enfrenta a estos retos es tan grande que la solidaridad de la población no afectada es un signo regular que se destaca.
Contrario a ello, con mucha frecuencia, las autoridades quedan rebasadas al inicio y tardan en retomar el hilo de conducción de estos desastres producidos por la naturaleza.
Los huracanes y los sismos producen grandes pérdidas de idas humanas y económicas, mientras los afectados tardan años en resarcirse de las pérdidas materiales.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la memoria se pierde y se olvidan los desastres anteriores, los que, lamentablemente, no hicieron escuela y aunque dejaron heridas profundas, sus lecciones fueron olvidadas.
Nada se gana con culpar a las autoridades del desastre, aunque si de la respuesta, misma que tarde mucho, ya que las autoridades quedan pasmadas ante la herida causada.
El país ha enfrentado una cadena de huracanes como el Gilberto fue un huracán 5 (como el Otis) causando grandes estragos en la población de Cancún, aunque curiosamente el número de víctimas fue más grande en Tamaulipas y Nuevo León. Wilma que ha diferencia de Gilberto fue categoría 4 y no causó tantos fallecimientos (8), si provocó grandes pérdidas económicas que rondaron los dos mil millones de dólares. Sin embargo, cuando no llegaba el despertar de Quintana Roo, Janet dejó un terrible saldo de 712 personas muertas.
Patricia de 2015 está catalogado como el huracán que con mayor potencia entró en México (categoría 5) y azotó los estados de Colima, Jalisco y Michoacán, aunque los daños no fueron de tanta consideración y en Puerto Vallarta lograron actuar con diligencia y trasladaron a los turistas y a la población a zonas protegidas.
Acapulco ya vivió una tragedia similar con Paulina (1997) y aunque las autoridades se tardaron en reaccionar lo hicieron con tino y una buena conducción.
Y es que, en el caso de sismos y huracanes, la capacidad de reacción es lo más importante y contar con los instrumentos necesarios para hacerlo.
Son muchos los que lamentan la extinción del FONDEN y consideran que por eso no se contará con los recursos suficientes necesarios para la atención necesaria en Acapulco, aunque el Presidente ya habló de una cifra similar para atender el estado de crisis y se recuerda en que el pasado sexenio en ocasión de otro problema metereológico similar, la reacción fue tardía y el gobernador Ángel Heladio, como ahora la gobernadora Evelyn Salgado tardó casi 48 horas en reaccionar y del director del FONDEN José María Tapia, se encontraba en Las Vegas, de paseo en una función de box.
Las semejanzas son muchas y los de ayer como los hoy son autoridades insensibles y torpes que no cuentan con un esquema para atender los desastres, ya que el Plan DN3 se encuentra totalmente rebasado.
Ya en el pasado los ciudadanos han cobrado sus cuentas pendientes a algunos gobiernos que causaron el desastre o no tuvieron capacidad de respuesta para resolver o apoyar a la población, veremos que sucede esta vez, mientras los habitantes de Acapulco y zonas cercanas, siguen padeciendo las consecuencias de la ineficacia de las autoridades y la solidaridad de los que si pueden ayudar.
Email: ramonzurita44@hotmail.com
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