La palabra decano lleva una connotación en su significado, ya que se trata del miembro más antiguo de una comunidad, cuerpo o junta que es poco usado en México, aunque en algunos rubros si es necesario.
En el Congreso de la Unión, el decano es el encargado de presidir la toma de protesta de los nuevos legisladores, tanto en la Cámara de Diputados, como en el Senado de la República.
La figura de decano también está considerada dentro del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y toma importancia por la composición que tiene actualmente ese órgano colegiado que tiene la última palabra en la calificación de la elección presidencial.
Por el momento el Tribunal Electoral está conformado por cinco magistrados de los siete que deben componerlo, es decir falta dos de ellos, por lo que, ante la falta de dos de sus integrantes, se podría llamar al decano de los magistrados estatales, para que se una al grupo.
Hasta el momento, los magistrados se encuentran divididos en dos grupos, uno de tres integrantes y otro de dos, por lo que la incorporación del decano podría equilibrar la balanza y arrojar votaciones de empate. Eso pudiese poner en riesgo la calificación presidencial, aunque hay un voto de calidad, en caso de empate y este le corresponde al presidente del Tribunal, quien inclinaría la balanza a favor de uno de los grupos.
Y es que ante la indolencia y apatía del Senado de la República por designar a dos nuevos magistrados que cubran las vacantes, el lugar podrá ser ocupado por el decano o dos decanos del cuerpo de personas que conforman dicho tribunal, los que, de unirse, darían cuerpo formal a ese órgano.
La calificación presidencial lleva un proceso que se inicia a boca de urna, ya que el proceso para validar la elección presidencial tiene varios pasos.
El día de la elección no marca el final de un proceso electoral, ya que aún falta la validación de la elección para que, una vez que las autoridades correspondientes califiquen como legales los comicios, poder afirmar que, legalmente, existe un nuevo presidente electo, el cual tomará posesión el 1 de octubre.
El proceso para validar una elección presidencial comienza después de que las casillas cierran, es decir, a las 6 de la tarde del dos de junio.
A partir de ese momento, el presidente de casilla y el primer escrutador se encargan de vaciar las urnas y contar una a una las boletas. Una vez que terminan, el presidente de casilla llena dos actas por cada urna: la primera, es la que se entrega para que se realice el cómputo de resultados.
La segunda es el acta que se quedará con el paquete en el que estarán contenidos todas las boletas. De igual forma, se llena una constancia de cierre de casilla y un acta impresa a mayor escala, la cual se coloca a las afueras de las casillas para que los ciudadanos sepan los resultados de esa ubicación.
Los documentos electorales de las casillas se envían a las oficinas distritales del Instituto, y es ahí cuando comienza el cómputo de actas para poder contabilizar todos los votos del país y determinar al candidato que tiene más sufragios a su favor.
Los consejeros del INE tienen la facultad de declarar válida una elección; sin embargo, en caso de existir inconformidades, estas pueden ser denunciadas ante la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Electorales (FEPADE) y ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
El TEPJF es el organismo que tiene la última palabra; se encargará de resolver todas las controversias que puedan surgir en contra de la elección presidencial o de declarar finalizado el proceso cuando no exista ninguna.
Entre sus facultades, el TEPJF puede ordenar al INE hacer un recuento de votos de las casillas con irregularidades, e incluso puede calificar como inválida una elección, cuando existan elementos lo suficientemente graves para hacerlo.
El proceso termina cuando la Sala Superior del Tribunal Electoral aprueba el cómputo final, declara la validez de la elección y otorga al candidato ganador la constancia de presidente electo.
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Un baño político le dio Caty Monreal a la candidata del frente opositor a la alcaldía Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega. La abanderada de MORENA mostró, durante un debate, oficio político, mientras que la del frente simplemente enseño que es neófita en el tema.
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Ramón Zurita Sahagún
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