Refranes y sentencias sobre ofrecimientos hay muchos, todas ellas provenientes de cosas ciertas e incumplidas que el tiempo pone en su sitio real. Morris West dijo, con justa razón “Los sistemas políticos son tan imperfectos y corruptos como los hombres que los conciben”.
Las campañas políticas y los políticos con mucha frecuencia usan las promesas y los ofrecimientos, los que suenan bien en los oídos de los electores, alegran su espíritu, hacen crecer sus anhelos y terminan en desencantos.
Sin embargo, nunca es tarde para seguir creyendo en las incumplidas promesas políticas, ya que son parte de la esencia y savia y dan color y calor a las campañas políticas.
No importa el tamaño del proceso electoral, ya que hay promesas de todo tipo y más cuando la Presidencia de la República se encuentra en juego.
Sin distingo de clases sociales, ni mucho menos de profesiones, los votantes son seres crédulos, en su mayoría que confían en que ahora si cambiarán las cosas y que las promesas del pasado, adecuadas a la actualidad serán ejecutadas.
Cualquiera pensaría que aquellos que creyeron en la promesa incumplida de un candidato pasarán lista de inmediato para reclamarle o rechazar al que pretende sustituirle y que revive dichas promesas.
Eso no sucede y el votante es bastante conformista con la idea de que ahora si les cumplirán y sufraga nuevamente por el partido o candidato proveniente del mismo que no cumplió con su promesa.
A eso apuestan los políticos y los partidos, al olvido a la desmemoria del mexicano y a la necesidad de creer en algo y en alguien.
La credulidad es algo que los mexicanos mantenemos vigente y eso se ve en una serie de dichos que son del uso común, como aquel de mañana te pago, sí, mañana arreglo los desperfectos, mañana abordó el tema de aumento salarial y el más famosos de todos, nadamás la puntita Todo se queda pendiente, en el olvido y el mañana nunca llega.
Los políticos son persistentes en sus promesas y los electores en creer en ellos y amagar con que en la próxima elección se la cobraremos, lo que no sucede casi nunca.
Hasta ahora los Presidentes de México han basado en sus promesas, ofertas y algo de carisma, la victoria en las urnas. Un López Portillo vigoroso, con aire intelectual y sumamente coqueto. De la Madrid con tipo de burócrata de alto nivel y un timbre de voz agradable. Salinas joven y arriesgado, con voz tipluda y desgarbado, pero conocedor de su materia. Zedillo sin simpatía alguna que hacía despertar conmiseración por su tipo distraído y torpe y escaso de gracia. Fox por aventado, atrevido y ocurrente. Calderón por convertirse en opción para todos aquellos que temían lo que finalmente sucedió en México. Peña Nieto por su figura estilizada y apostura y contar con una pareja de ensueño. López Obrador por sus chistoretes y hacer creer que las cosas cambiarían en México, mediante un gobierno honesto, basado en una guía ética de no robar, no mentir y no traicionar.
Habrá quienes crean que se cumplieron las tres máximas y otros dirán lo contrario.
Frases huecas las hay siempre cada sexenio varias de ellas proféticas, pero al revés, cuando López Portillo dijo “ya nos saquearon, no nos volverán a saquear y cada nueva administración sucede lo mismo y la otra, épica: corremos el riesgo de convertirnos en un país de cínicos y sucedió de inmediato. Inolvidable la de Salinas “ni los veo, ni los oigo, lo que ocurre irremediablemente cada sexenio. “El PRI es así, porque así somos los mexicanos”, aplicado a cualquiera de los partidos políticos vigentes.
La jornada electoral del dos de junio contará con tres candidatos, un hombre y dos mujeres (hasta ahora), los ciudadanos empadronados deberán analizar y hacer comparaciones de cada uno con los del pasado, aunque no exista como antecedente ninguna mujer Presidenta.
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