Por no ser tan frecuentes, las sorpresas electorales son desestimadas muchas veces. Sorprenden cuando suceden, pero causan satisfacción en grandes núcleos poblacionales.
Regularmente las tendencias se cumplen y muchos de los que acuden a las urnas se dejan seducir por esas cifras que de tanto manejo se llegan a desgastar.
Ecuador acaba de generar una de esas sorpresas, cuando en la primera vuelta, un candidato que tenía el dos por ciento hace no mucho tiempo, se encumbró y ganó su lugar en una segunda vuelta electoral.
Ahora, Daniel Noboa es marcado favorito para esa segunda ronda, en la que enfrentará en las urnas a Luisa González. Noboa se encontraba en un paupérrimo dos por ciento de posibles votantes hace no mucho tiempo.
Gane o pierda Noboa, la sorpresa es mayúscula y es una muestra de que los favoritos pueden caerse, dependiendo del humor de los votantes.
Hace 17 años en México se produjo una de esas escasas sorpresas, cuando el favorito en las encuestas durante toda la campaña electoral, Andrés Manuel López Obrador fue vencido en las urnas por Felipe Calderón Hinojosa, con una raquítica diferencia menor al 0.5 por ciento de los votos.
La elección fue considerada un fraude por parte del perdedor, pero las autoridades electorales la validaron.
En la actualidad la mayoría da por sentado que MORENA repetirá en la Presidencia de la República, sin importar el nombre del candidato o candidata. El Frente Amplio por México (opositores) considera que las urnas pueden revelar una sopresa.
Y es que cuando se marcaba favorito a MORENA y sus aliados surgió un fuerte viento que alentó a los de la alianza opositora, los que decidieron establecer sus mecanismos para la selección del candidato.
El proceso interno marcha sobre ruedas y de tener éxito hasta el final, la candidata (son dos mujeres en competencia) pudiera provocar un cambio radical en las preferencias.
Se considera que no habrá sorpresas dentro del frente opositor, como tampoco en las corcholatas y las favoritas de uno y otro lado surgirán como abanderadas de ambas alianzas.
Sin embargo, dentro de los aspirantes se considera que podría darse lo que equivaldría a sorpresas, con el eventual triunfo de Beatriz Paredes y Marcelo Ebrard, lo que, verdaderamente, sería sorpresivo.
En México escasamente se producen esas sorpresas y en ambos casos las apuestas están muy a la baja.
Será el próximo seis de septiembre cuando ya se tengan los nombres de los coordinadores de cada uno de sus movimientos y eventuales candidatos presidenciales, que como todo indica serán mujeres en ambos bandos.
La elección federal es otro asunto y en el se verá el temple y la entereza de cada una de las candidatas y las propuestas que lleva cada una de ellas, así como el manejo de las estructuras y el convencimiento que hagan de los electores y con antelación al día de la votación se sabrá quién será la primera mujer en presidir los Estados Unidos Mexicanos, aunque los electores tienen la última palabra.
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Al bajarse de la contienda electoral en Chiapas, Zoé Robledo dejó la puerta abierta a varios personajes que de inmediato alzaron la mano: además de los senadores Sasil de León y Eduardo Ramírez, se anotan el presidente del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje, Plácido Morales, el diputado federal, Luis Armando Melgar, la alcaldesa de Tapachula, Rosa Irene Urbina y hasta el secretario de Salud estatal, José Manuel Cruz, quien sacó su acta de nacimiento para mostrar que no es tabasqueño.
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