Durante largas décadas los saltimbanquis o chapulines de la política mexicana merecen atención primordial, sobre todo cuando se inician los procesos electorales.
Una serie de personajes, hombres y mujeres, dan el brinco de un partido a otro, sin importar que no coincidan ideológicamente entre ellos.
La ideología queda de lado, ya que lo principal es asegurar una nueva posición de elección, garantizada, aunque no aporten gran cosa al partido nuevo en que militarán.
El fenómeno ya se considera como parte de la normalidad en la actividad política y es así como los políticos mexicanos transitan de uno a otro lado, sin pena ni vergüenza de ninguna clase y piden una y otra vez el respaldo popular para los diversos partidos en que militan.
Durante esta temporada preelectoral los casos han sido más frecuentes y vemos como Verónica Camino y Jorge Carlos Ramírez que hace seis años fueron electos al Senado bajo la fórmula PRI-PVEM, ahora buscarán esas mismas posiciones como mancuerna de MORENA y sus aliados. Lilly Téllez que hace seis compitió al Senado por MORENA, busca esa misma posición por la alianza opositora conformada por PAN-PRI-PRD.
Pero ese es solamente uno de los tantos ejemplos que abundan en el escenario político nacional, ya que a mayoría de los partidos están nutridos de tránsfugas, trapecistas y chaqueteros.
Solamente por ejemplificar algunos de los más significativos, el Presidente López Obrador militó en el PRI y PRD, antes de fundar MORENA. Marcelo Ebrard es el rey del transformismo, pasó por PRI, Verde (fue diputado) Centro Democrático, PRD, MC (coqueteó y quiso ser diputado) y MORENA.
Otros como Adán Augusto López fueron priistas, perredistas y hoy morenista; Ricardo Monreal anduvo en el PRI, PRD, Convergencia, PT y MORENA; Dante Delgado militó varias décadas en el PRI y ahora es el propietario de MC, detrás de ellos se cuentan por miles los militantes de uno y otro partido que decidieron migrar.
Sin embargo, es después de los procesos electorales cuando se produce el éxodo hormiga de legisladores y hasta autoridades municipales que ven la conveniencia de poner su capital humano al servicio de otro partido distinto al que los promovió.
Es por eso, que algunos proponen que en México se promueva una ley antichapulines que evite que los tránsfugas se reproduzcan cada período electoral.
La legislación contra los tránsfugas existe en varios países del mundo y se ejecuta, evitando que aquellos que lograron una posición de elección popular migre hacia otro partido político que le ofrezca mejor futuro o algunas prebendas.
Se trata de que las posiciones alcanzadas en las urnas queden en manos del partido que postuló al ganador y que, al mudar de partido, el organismo ganador de la elección pueda designar a otro militante en ese lugar, principalmente en el poder Legislativo.
Otra condicionante sería la de evitar que sea candidato de su nuevo partido por un período electoral, cuando menos.
Esa ley tiene muchas aristas que deberán analizar los legisladores, si es que en verdad quieren evitar tanta migración y tantos trapecistas o chaqueteros que solamente buscan su beneficio personal y no el del pueblo como ellos mismos pregonan.
ZALDÍVAR Y CÓRDOBA
La nominación de Lorenzo Córdoba como orador único de la marcha opositora que tendrá lugar el 18 de febrero en la CDMX desató una nueva polémica, ya que sus detractores lo ubican como un instrumento de la oposición, que actuaba favoreciendo a los gobiernos panistas y priistas en sus tiempos de presidente del INE. Córdoba es el segundo presidente de un importante organismo plural que define sus preferencias. Arturo Zaldívar, expresidente de la Corte, abandonó su cargo de ministro del máximo órgano judicial del país, para sumarse a la campaña de la candidata del partido gobernante Claudia Sheinbaum.
Email: ramonzurita44@hotmail.com
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