RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
Ningún proceso electoral es similar a los anteriores, aunque algunos apuntan a que los errores de cada uno de ellos suelen repetirse con frecuencia. La similitud podría consistir en los partidos que en ella participan, aunque lo hace de formas distintas.
Desde que el país asomó a la vida democrática, con un sistema de partidos bien organizado y regido el proceso electoral por un instituto creado exprofeso para ello, el que fue ciudadanizado desde 1997, muchas variantes se han visto en la elección presidencial.
En aquel entonces se abrieron las puertas para fundar nuevos partidos y participar en los comicios, se fue elevando el mínimo necesario para la subsistencia de un partido. Del 1.5 se pasó al dos y así hasta el tres por ciento que actualmente existe.
Se fundaron muchos partidos de vida efímera, algunos sobreviven en algunas regiones del país y desaparecieron del escenario nacional, otros se reagrupan y viven en la raya de lo mínimo.
El número de candidatos presidenciales crece o se reduce, según el momento y, normalmente, la diferencia entre el ganador y el segundo lugar no requiere de mayores explicaciones, con excepción del proceso electoral del 2006, donde la diferencia fue altamente cuestionada por tratarse de medio punto porcentual.
La diferencia marcada en los otros comicios siempre fue de un solo dígito. Fox le ganó a Labastida por seis puntos; Calderón a López Obrador por la mínima hasta ahora de medio punto; Peña Nieto a AMLO por menos de siete puntos y la sorpresiva diferencia que sacó AMLO a Ricardo Anaya de 31 puntos porcentuales, la máxima diferencia hasta ahora.
Los procesos electorales de México siempre se han destacado por pequeños incidentes, algunos focos de violencia que, afortunadamente, no han dejado secuela o han contagiado a otros sitios.
El orden con que el IFE, anteriormente y el INE en la actualidad han organizado la elección, la vigilancia que se ejerce sobre ellos, donde participan los partidos y sus militantes, las autoridades, los ciudadanos y los encargados de las casillas, son el eje fundamental del buen desarrollo del proceso electoral.
La primera etapa se cumple así, luego viene el conteo y calificación de los comicios, para saber quién de los tres candidatos de esta ocasión gana, el número de votos captados y los porcentajes que les corresponden.
Pero antes de llegar a las urnas vale la pena darle un vistazo al entorno que rodea este proceso electoral cuya característica es especial.
Lo es porque el padrón electoral es el más grande de la historia, poco menos de 100 millones de ciudadanos (99.3 millones) con derecho a votar. 20 mil cargos de elección popular en disputa. Tres candidatos, dos de ellas mujeres, mejor posicionadas que el varón que participa. La emoción despertada en sectores antes inamovibles que descartan acudir a las urnas y ahora muestra deseos de ello.
Sin embargo, hay una situación preocupante que es el de la violencia desatada antes de los comicios y que algunos consideran podría aumentar el dos de junio. Los ataques en contra de aspirantes, candidatos y personajes vinculados a los partidos se han multiplicado y llegan a su máximo histórico.
Con todo y ello se considera que la población se encuentra lo suficientemente blindada para que los ánimos no se desborden y tengamos un proceso comicial limpio y democrático como debe darse en una nación que ratifica su vocación de libertad.
Email: ramonzurita44@hotmail.com
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Ramón Zurita Sahagún
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