Benditas encuestas dicen los propietarios de las casas que la realizan y los candidatos que no tienen posibilidad de triunfo.
Los primeros por la gran cantidad de levantamientos que hacen en las campañas políticas, tanto de números como de dinero, los segundos por las falsas esperanzas que les arrojan sobre un triunfo que nunca se producirá.
Hay diferencias en los números que marcan las distintas empresas que se dedican a sondear entre los potenciales electores las posibilidades que tendrán los candidatos en su incursión en las urnas.
Cada tres años, son muchas las empresas que entran en el competido mercado, algunas de ellas dedicadas al engaño, otras más serias que si efectúan levantamientos cercanos a la realidad.
Sin embargo, la mayoría de quienes las contratan lo hacen bajo el condicionamiento de que si los números no les favorecen no las hagan públicas, aunque el INE obliga a cada una de estas empresas a hacerlas públicas y registrarlas ante el organismo.
Las encuestas fueron tomadas en cuenta como partícipe de los comicios en 1988, cuando aparecieron universidades, medios de comunicación y las primeras casas encuestadoras que daban a conocer sus cifras con alguna periodicidad, aunque los electores no hacían demasiado caso de ellas.
Fue en 1994 cuando tomaron relieve las encuestas que tuvieron papel preponderante en los comicios del 2000 (la transición), donde los medios de comunicación levantaron sus propios sondeos.
De ahí en adelante, las casas encuestadoras se multiplicaron, otras más desaparecieron y muchas de ellas se tragaron su orgullo, después de ser exhibidas por su pésimo trabajo realizado.
La mayor parte de los encuestadores han mostrado su lado débil y es que parece ser un juego de acertijos el que protagonizan, pues sus cifras quedan lejanas de la realidad.
El más reciente ejemplo de ello son los comicios del Estado de México, donde el 90 por ciento de las encuestadoras participantes no atinaron al resultado, dejando en claro que su intención no era la de ofrecer un panorama cercano de lo que ocurría a los ciudadanos, sino de crear la percepción de que la ganadora lo haría con amplia ventaja.
Esa misma percepción comienza a permear entre los electores con tanta encuesta que establece una gran diferencia entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, la que no solamente rebasa los dos dígitos, llegando a marcar diferencia de hasta 30 puntos entre la primera y la segunda, mientras que dos o tres más reflejan que la diferencia es entre cuatro y ocho puntos.
Cuál es la que realmente ofrece datos certeros a los electores, el 2 de junio sabremos quienes pueden ser marcados como embusteros y quienes realizan su trabajo de acuerdo con la realidad.
Cada tres o seis años varias de esas empresas encuestadoras tienen que pasar a ser consideradas como embusteras, aunque traten de ocultar su falta de profesionalismo mediante artimañas.
Sin importar los resultados de sus encuestas, tres años más tarde o máximo seis son requeridas nuevamente.
Y es que su misión es la de engañabobos y crear una percepción de que la diferencia es tan grande que ayude a desalentar el voto y lo logran, sin consecuencias y por el contrario su remuneración es lo suficientemente grande para soportar la vergüenza (si la tienen) de fallar en sus cálculos.
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Consideran en Chiapas que la detención en un retén de la candidata presidencial, Claudia Sheinbaum, si fue parte de un montaje, aunque no saben si fue de parte de su propio equipo o desde las altas esferas del poder lo motivaron, para mostrar la fortaleza de la aspirante de MORENA, la que jamás se muestra preocupada y mantiene una tranquilidad y paz que deja en claro que, si podrá con todos los problemas que le esperan, si gana la contienda el dos de junio. Mientras el gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón simplemente se atrinchera en sus aposentos.
Email: ramonzurita44@hotmail.com
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