Una de las grandes deficiencias del gobierno federal es en el terreno de la seguridad. Su política de abrazos no balazos, simplemente no funcionó.
Entonces no se entiende como teniendo a un experto en tácticas policíacas, en estrategia de seguridad, con gran eficacia en seguridad, con estudios que lo avalan en ese terreno y contento con el entorno en que se desempeña el gobierno no lo usa y lo enfila para convertirlo en político.
Desconocedor del medio político y con varios lustros trabajando en el terreno de la seguridad, donde formó parte de los operativos de la desaparecida secretaría de Seguridad Pública que encabezó Genaro García Luna, con un paso de aprendizaje en la DEA y con medianos éxitos en la CDMX, donde sufrió un atentado que provocó la muerte de uno de sus escoltas y gente ajena, Omar García surge como un personaje con mediana popularidad que debe contener el avance de la oposición en la capital del país.
Omar al igual que su padre (Javier García Paniagua) quiere jugar en las ligas mayores de la actividad política y cuenta con el aval de la futura candidata presidencial de MORENA, Claudia Sheinbaum.
Con él se pretende repetir el ensayo realizado en 2012, cuando Mario Delgado fue dejado de lado para proponer a Miguel Ángel Mancera como abanderado de la izquierda. Se trataba del procurador de Justicia que como Omar se había anotado algunos éxitos medianos. En esta ocasión Omar vuelve a relegar a Mario Delgado, quien mantenía sus aspiraciones y nuevamente será relegado.
Omar, creen los cercanos de Claudia, es un personaje carismático, joven y atractivo visualmente que jalará una cascada de votos y rescatará una entidad que parecía destinada a la oposición.
No importa que Omar siempre haya defendido su carácter de policía y hasta hace unas semanas se negaba a postularse como candidato y que desconozca la administración y la política, lo principal es sacar votos, sin importar que la presunta seguridad de la CDMX se fracture. Tampoco preocupa que para cuidarlo se designe un aparato policíaco que no tiene siquiera el Presidente de la República.
Y aunque se vayan a usar los métodos tradicionales para la selección del candidato, Delgado, Clara Brugada y otros más se verán rebasados.
Acaso no hubiese sido mejor promover a Omar, con sus dotes y reconocimientos de buen policía a la destartalada secretaría de Seguridad Ciudadana que encabeza una neófita en esas tareas, Rosa Icela Rodríguez o incluso encargarlo de las tareas de seguridad de su amiga la Dra. Claudia Sheinbaum, quien entre tanta polarización de la política podría estar en riesgo y desde ahí proyectarlo a la seguridad federal, si es que gana la presidencia de la república.
Lo de promover a Omar como candidato a jefe de Gobierno es un albur que MORENA se juega, sin importar que se le haya señalado como parte del séquito del que estaba rodeado Genaro García Luna y contra los que se han emprendido furiosas campañas de desprestigio, por el solo hecho de haber trabajado con el policía del gobierno de Felipe Calderón, al que se le quemó incienso durante ese gobierno.
Omar por formar parte del grupo cercano a la candidata presidencial de MORENA está libre de toda culpa o responsabilidad de lo sucedido en los tiempos en gobernaba una administración panista. Veremos que resulta de todo este embrollo y si la dirigencia de MORENA pisó en firme con esta propuesta.
Y a todo esto, como va la oposición en la capital del país, al parecer se encuentra en un barco que hace agua y sin timón, ya que la apuesta de llevar como candidato a Santiago Taboada no parce muy segura y la de subir a Enrique de la Madrid como abanderado es todavía más frágil. Los nombres que se proyectan no representan mucho y se apuesta a que la inconformidad será el arma secreta para derrotar a MORENA.
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