Hace unos días, tres candidatos presidenciales del PRI, derrotados en las urnas cada uno de ellos, fueron invitados a dialogar con Xóchitl Gálvez.
No se sabe cuál era el propósito de ello, si conocer cómo pudieron soportar el dolor de la derrota o si fue para analizar los errores cometidos y no repetirlos.
Xóchitl sabe lo que es una derrota, aunque no fue tan dolorosa, ya que sabía de antemano que perdería ante el candidato priista en Hidalgo, Francisco Olvera y la operación electoral del gobernador Miguel Osorio Chong.
Lo sabía, ya que carecía de estructura, rumbo y era totalmente desconocida en Hidalgo, su tierra natal.
La derrota le sirvió para asimilar los principios de una campaña electoral y así pudo conseguir la victoria en 2015 en la delegación Miguel Hidalgo del entonces Distrito Federal.
Sin embargo, contender por la presidencia de la república es otra cosa y por eso buscó cambiar impresiones con Francisco Labastida, Roberto Madrazo y José Antonio Meade.
Las experiencias de ellos son muy distintas. Labastida inició con una amplia ventaja de más de veinte puntos, los que desperdició a lo largo de la campaña en que arrancó favorito. Madrazo fue entorpecido por sus propios cuadros dirigentes y sufrió tan grande derrota que prefirió alejarse de la actividad política y concentrarse en los negocios, con gran éxito. Meade sabía que lo habían mandado a perder e hizo una pésima campaña, pues Peña Nieto lo había entregado de antemano y después de la derrota se refugió en su despacho.
Cada una de esas experiencias pueden servir para que Xóchitl norme su ruta o aprenda a vivir con una fuerte derrota como la que se le anticipa.
La hidalguense inició como una revelación, su actitud y frescura dieron aliento a los que por anticipado se encontraban rendidos por el eventual triunfo de la 4T.
Tuvo un rápido crecimiento, su actitud retadora, sus dichos, albures y lenguaje soez, en algunas ocasiones, permeaba entre la gente.
En sus desplazamientos por el país le daban la bienvenida como estrella del deporte o del cine, aunque la asistencia no rebasaba las mil personas.
Con eso se creyó suficiente para mostrar el empaque de la que pronto se convirtió en la defensora del Frente Amplio por México, aunque las semanas siguientes vino el desinfle.
Xóchitl y su reducido equipo no han recibido el programa de gobierno que instrumentan los especialistas comandados por José Ángel Gurría. Su coordinador de campaña se tomó casi un mes de vacaciones y los dirigentes de los partidos se encuentran inmersos en su propia dinámica.
Es cierto que Xóchitl no es oficialmente la candidata presidencial, pero puede actuar como tal y mostrar parte del músculo que la pudiera encaminar hacia la victoria.
Pero no es así, Xóchitl parece reducida a su mínima expresión y carente de recursos políticos y estrategia que la puedan posicionar.
Claudia camina bien cobijada, con una superestructura, trae propuestas, tiene el bastón de mando (lo que eso signifique) y sabe que cuenta con el respaldo del Presidente y del partido gobernante. Xóchitl no sabe todavía por donde irse, ni quienes serán sus operadores, mucho menos tiene la estructura de los tres partidos que la respaldan y menos de la llamada sociedad civil. Ella es rehén de todos ellos y puede hacerse efectiva la versión que se propaga de regresarla a la nominación del gobierno de la CDMX, que era su propósito inicial y donde puede ser más competitiva. .............................................................
El tener cinco mujeres de candidatas y no cuatro en los estados como pretendía MORENA, modifica los planes en la 4T, donde se podrían presentar sorpresas, incluida la CDMX y Puebla.
Email: ramonzurita44@hotmail.com
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