Es el mundo idílico de un gobernante, ganar la Presidencia con amplia ventaja, sin objeciones de ninguna clase, triunfar con una mayoría contundente en el Poder Legislativo y, además, que su partido gobierne las tres cuartas partes de los estados del país.
Todo eso será lo que enmarque la administración sexenal de Claudia Sheinbaum Pardo, la primera mujer encargada del Ejecutivo federal en México, que, incluso superó el número de votos que obtuvo su antecesor, Andrés Manuel López Obrador.
Con esto quedó evidenciado que los mexicanos estamos marcados por el sino de partido único. Vamos de un lado a otro, pero regresamos al origen.
El proceso electoral del pasado domingo alertó sobre la ruta a seguir por ese rumbo que de algún modo marcó el destino del país.
Cuando parecía que la alternancia era lo mejor que le podía pasar a un país inserto entre las principales naciones del mundo, ya que los comicios de 2000, 2012 y 2018 marcaron el rumbo de la alternancia, la de 2024 nos hace regresar al pasado no tan lejano.
Es cierto que es la voluntad ciudadana y dentro de la democracia es que la que define el rumbo del país. MORENA ganó y bien, con amplitud. Del triunfo de Claudia nadie dudaba, lo demás sorprendió a propios y extraños, la contundencia fue tal que obtuvieron mayoría calificada en el Congreso de la Unión y la distancia entre primero y segundo lugar es abismal.
Tal vez no sean muchos los electores actuales los que recuerden los 70 años de gobiernos priistas y habría que recurrir a los libros para mantener en la memoria los 30 años de gobierno porfirista. Contra esas murallas luchó la población mexicana y cuando parecía superados esos momentos amargos del pasado, surge un nuevo partido dominante, único, que con ayuda de sus incondicionales (PVEM y PT) como los fueron en la etapa priista PPS y PARM, aportan los elementos necesarios para que MORENA se aliste como un partido omnipotente.
Actualmente los morenos gobiernan 23 entidades del país, añaden una más (Yucatán), mantienen la Presidencia de la República y se convierten en la fuerza avasalladora del Congreso de la Unión, con lo que podrán hacer y deshacer cuanto quieran.
El primer paso ya está decidido. El plan C, propuesto por el Presidente López Obrador y ratificado por la que será la primera Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, entrará a discusión en la primera semana de septiembre, para que el Ejecutivo federal cumpla con su promesa de reformas constitucionales antes de que se vaya.
No hay necesidad de negociar nada con la oposición, esta fue borrada del mapa electoral y totalmente disminuida formará parte testimonial del Poder Legislativo. La nueva mayoría calificada presentará la iniciativa en tiempo y forma y solamente como trámite, la aprobará para dar cuenta al Senado de la República, en que, posiblemente, requiera de un par de senadores ajenos para aprobar y entonces se podrá dar paso a la nueva legislación que lleva como propósito fundamental la reforma del Poder Judicial.
Para que a nadie le cause sorpresa, hasta puede hacerlo desaparecer y crear nuevas formas o renovarlo por completo como lo hizo Ernesto Zedillo en el pasado cuando los electores le dieron un derecho similar.
Claudia Sheinbaum salió victoriosa de los comicios y con todo el respaldo necesario para hacer un gobierno acorde a las necesidades del país. Ella deberá definir sus rutas y respetar los compromisos asumidos durante la larga campaña electoral.
La primera mujer Presidenta y con todo el respaldo que requiere para hacer un buen gobierno. Enhorabuena.
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Todo el capital político que creía acumulado el gobernador de Nuevo León, Samuel García, rodó por el suelo y ahora le vienen tiempos difíciles. Mostró que como estratega político es buen ciclista y su principal apuesta, su esposa, Mariana Rodríguez, perdió la alcaldía de Monterrey.
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Ramón Zurita Sahagún
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