En plan de diagnósticos, rollos, opiniones diversas y una que otra ocurrencia se habla de los grandes problemas de XALAPA, poco de sus virtudes y fortalezas. Aunque no se hablara nadie puede evitar vivir sus complejidades. Se trata con regularidad lo referente a la seguridad, al agua potable, al tráfico, el turismo, la movilidad y otros aspectos fundamentales de nuestro municipio. Está bien que se converse sobre nuestra vida pública, es indispensable, y que haya canales de comunicación entre autoridades y la ciudadanía; es mucho mejor cuando se le toma en cuenta. Más allá de los servicios públicos ordinarios y algunos programas comunes en diversas áreas es algo importante que se avance en políticas públicas innovadoras y actuales, dado el dinamismo hasta por inercia que tiene nuestra comunidad.
No hago oposición política ni partidista cuando hablo de XALAPA. Pongo observaciones individuales en una perspectiva ciudadana para aportar algo constructivo. Tengo la convicción de que la ciudad es nuestra casa común, donde lo que pase, para bien o mal, nos afecta o nos sirve a todos. En esa línea creo en la colaboración con las autoridades municipales siempre y cuando haya atención y respuestas de ellas hacia los ciudadanos. No hay de otra, se suman voluntades para el interés general o abonamos en la división, la desconfianza y la pérdida de tiempo. Independientemente del color partidista de la mayoría del momento se esperarían actitudes sustanciales de cambio, sencillas pero concretas y efectivas. También que no se pretenda inventar el hilo negro ni creer que están fundando algo extraordinario; soy de los que esperan apertura, dialogo, sensatez y sentido común. Si esos rasgos son la identidad del gobierno municipal, ya vamos de cambio y podríamos hablar de democratización; en caso contrario, en la reiteración de lo tradicional, no pasaríamos de ver otros colores y otros nombres.
Hay varios aspectos que no me gustan de XALAPA, que creo nos están convirtiendo en una ciudad hostil y con tendencias regresivas. Son asuntos aparentemente sencillos que se dejan correr y terminan por afectar nuestra vida cotidiana. Si las autoridades municipales se ocuparán de resolverlos, harían un gran servicio a la comunidad y adquirirían un nivel relevante. Dejar crecer los problemas muestra omisión y nos pone frente a gobernantes cuya bandera de cambio es de mero papel y declaraciones.
Tenemos un mal transporte público en sus rutas y paradas, con recorridos anárquicos y ascensos sin control, tanto camiones como taxis; es desquiciante para la movilidad en general padecer ese desorden. Deben ocuparse de implementar algún programa al respecto. Los icónicos parques de XALAPA se continúan degradando en el abandono y convertidos en tianguis; es una barbaridad tenerlos así cuando deberían ser motivo de orgullo, disfrute local y promoción turística. Las banquetas, que son para caminarlas, en algunas zonas son áreas de comercio ocasionado múltiples molestias a los peatones. Tenemos las calles saturadas de autos, ni siquiera el centro histórico se salva de esa plaga urbana; habría que hacer peatonales a algunas calles de la zona céntrica. Ya no hay horario en los bares y negocios similares con efectos en la proliferación de vicios y los peligros inherentes a esos giros que viven en el más absoluto libertinaje. Nuevamente los policías estatales recorren nuestra ciudad con máscaras y apuntando con sus armas largas en una repetición de lo visto no hace mucho y que se demostró era mera farsa. En fin, este es un apunte ligero y breve, hay muchos otros temas que tratar. Pero observo problemas cuya solución parece viable y al alcance de los responsables si hay voluntad y sentido común. Con muy poco se puede mejorar la calidad de vida de los xalapeños. Por supuesto que habrá reacciones de grupos de interés, ni modo, hay que hacer valer el interés general de la comunidad que es
prioritario. Ni modo, eso es gobernar: aplicar las reglas para que haya gobierno y una sana y armónica vida pública.
Recadito: en la SEV está una muestra clara de lo que es el abuso de poder y la arbitrariedad.
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