Uriel Flores Aguayo
Al menos en Xalapa, pero pudiera estar ocurriendo en más municipios de Veracruz, se viene intensificando una ola de especulación sobre quienes aspirarían a presidir este municipio. Es notable ese fenómeno en círculos periodísticos y políticos, así como en las redes sociales. Cada quien hace su lista y, en algunos casos, hablan de las cualidades de quienes son incluidos en ellas. Puede estar ocurriendo por los resultados de la actual administración que, a juicio de un sector de la población y opinologos, no son satisfactorios. Algo habrá de eso, aunque considero injustos los juicios absolutos. No es fácil gobernar a Xalapa, dicho por obviedad. El balance del Gobierno encabezado por Hipólito Rodríguez, debe realizarse en su momento justo y con datos a la mano. Es posible que haya habido una alta expectativa de un cambio profundo, casi mágico, entre la población, y que las nuevas autoridades no lo supieron enfocar correctamente. Igual se despierta la crítica sistemática, de blanco y negro, entre los opositores, que no desean dar tregua ni beneficios de la duda a los ediles de la mayoría. Desde el propio Ayuntamiento se ha contribuido a que se les forme una imagen negativa: las muy desafortunadas declaraciones iniciales del Presidente y los litigios estruendosos entre los ediles. No gozan de buena prensa, es mayor el acento en sus fallas; sus pagos de comunicación social son prácticamente intrascendentes; una manera fácil y objetiva de registrar su ínfima incidencia ciudadana es contabilizando las lecturas de sus publicaciones en redes sociales, donde, por increíble que parezca, al tratarse del Gobierno de la Capital de Veracruz, sus seguidores son más que escasos.
Sin dejar de considerara esos aspectos yo pienso que mucho tiene que ver el ocio político y el enfoque tradicional de los asuntos públicos. El ocio se llena con ocurrencias, es una manera de decir algo, lo que sea. Esas actitudes surgen de la imaginación de algunos y del voluntarismo más que prematuro de algún aspirante o político sin quehacer. Para algunos la política solo es electoral o partidista, no la conciben de otra manera. Por eso la avidez por formar partidos políticos. Es cierto que el que no se mueve no sale en la foto, pero para todo hay tiempos. Falta demasiado para las elecciones municipales, casi año y medio. Anotarse desde ahora o iniciar algunas actividades con ese fin, no garantiza que lleguen a la boleta. Es más buen o mal deseo propio o de su entorno. De todos modos, seguirán circulando nombres sin ton ni son. De todos quedarán unos veinte, entre postulados por partidos e independientes. Vamos a una elección con un alud de candidaturas si contamos los partidos existentes y los nuevos. Se percibe que, erróneamente, los del partido en el poder creen que ganan como sea, hasta con una vaca, y los opositores que triunfarán fácilmente considerando que los actuales gobernantes, en su idea, están muy mal. Correrá un buen tramo este año antes de que se perfilen nombres reales y se consideren las posibilidades de cada quien. Mientras tanto, en hueco, no pasaremos del ocio político.
Además de los nombres, más o menos, y las siglas partidistas debería ponerse el acento en los diagnósticos y las propuestas de solución. Hay que hablar de nuestras realidades, poner a circular ideas, hacer comparaciones estatales y nacionales, explorar medidas viables, imaginar lo mejor, pensar en políticas públicas, programas necesarios, soñar con la legalidad y perfilar a los mejores hombres y mujeres para que sean brillantes servidores públicos. Ya habrá tiempo para abordarlo. Si quiero decir que los Partidos Políticos son un registro legal y un referente electoral, así como una tendencia de votos. Pero no son garantía de calidad y buen gobierno. Si no se abren, si no cambian, si continúan con sus prácticas de autoconsumo y electoreras, seguirán siendo parte de los problemas y no de la solución. Cualquier partido no es garantía de un buen rumbo municipal. Eso se puede decir
porque en la práctica no existen como organismos vivos, con vida interna, con áreas de análisis y especializadas. Sin eso, sus planteamientos son superficiales y meramente teóricos. Al final solo buscarían llegar al poder municipal sin acreditar intenciones democráticas y de buen Gobierno. De ahí que no debe descartarse la amplia posibilidad de las candidaturas independientes, libres, sin ataduras a intereses particulares. Un candidato independiente es el equivalente de un partido municipal de vida efímera.
Ya habrá tiempo de empezar a valorar en serio el conjunto de aspirantes a dirigir los destinos de Xalapa, como también de saber de sus ideas y compromisos.
Recadito: no ocultaré mis intenciones de ser candidato independiente en Xalapa.
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