Uriel Flores Aguayo
El pasado día domingo se realizaron elecciones primarias en Argentina, las definitivas tendrán lugar en noviembre de este año. Por interés profesional y curiosidad política estuve atento a las campañas y los resultados. Me parece qué hay mucho que aprender de ese proceso. Es singular el método de las primarias en donde se presentan listas distintas de las mismas coaliciones para que sólo los punteros pasen a la etapa definitiva. Al parecer se suman a los primeros lugares quienes quedan en posiciones secundarias, mostrando disciplina partidista. No hay dedazo, tómbolas, decisión cupular o encuestas a modo para designar candidaturas en las filas de los partidos y sus frentes electorales, se lo dejan a los electores. Es una forma más democrática. Argentina está polarizada política y electoralmente entre la centro derecha de "unidos por el cambio" y la centro izquierda del "frente de todos". El primero liderado por el expresidente Macri, el segundo por la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El presidente actual es Alberto Fernández, de la histórica corriente Peronista. Estas elecciones significaron una fuerte derrota para el peronismo, corriente política e ideológica con semejanzas al PRI en sus mejores tiempos y a Morena, guardando las debidas proporciones. Las fuerzas políticas en el poder tienen una larga historia de hegemonía en la Argentina, cuentan con estructuradas bases de apoyo, implementan programas llamados planes sociales de mayor envergadura al caso mexicano y hacen gala de liderazgos carismáticos.
El manejo gubernamental de la pandemia del Coronavirus, con acentuados cierres de la actividad económica, la inflación elevada y escándalos de las élites políticas han significado las causas inmediatas y principales en la derrota de la coalición gobernante en Argentina. Aún en un contexto distinto a cualquier caso es claro que no hay fuerzas políticas eternas e invencibles, la alternancia se abre paso sencillamente en condiciones básicas de democracia. Creo que el arraigo social, tradición, discurso y liderazgo del peronismo es muy superior a cualquier fuerza política mexicana. Sin embargo, se enfilan a una anunciada derrota para las elecciones de noviembre próximo. Un dato clave en esos resultados es la unidad de la principal oposición, aunado a sus planteamientos y perfiles de sus candidaturas. Es una coalición con propuestas sensatas y evidentemente aprendió de sus derrotas, abriéndose a figuras ciudadanas y mostrándose responsable. Con esa oposición fuerte la competencia se equilibró para inclinarse, finalmente, en contra del oficialismo. Ha sido llamativa la irrupción de un candidato anti sistema, autodefinido como libertario, Javier Milei; con su candidatura por Buenos Aires, alcanzó casi el catorce por ciento de los votos impulsando sobre todo por Jovenes. Se considera una hazaña ante la hegemonía polarizante de las dos principales fuerzas políticas. Ahí están los datos y lecciones centrales del procesó Argentino: partidos históricos en el gobierno que pierden las elecciones primarias, oposición unida que logra resultados espectaculares, coyuntura de crisis y emergencia de un carismático candidato anti sistema.
En torno a la campaña Argentina hay medios de comunicación sumamente críticos, con investigaciones de graves denuncias hacia la clase gobernante, con entrevistas severas a todos y mesas de análisis y debate donde se habla con absoluta libertad. En comparación nosotros estamos bastante lejos de ellos en ese sentido. Aquí se desgarran las vestiduras y ven complots por todos lados cuando se hace crítica a los políticos en el poder. Tenemos mucho que aprender de los Argentinos en esa materia. Es envidiable el nivel de crítica que se observa en los medios de ese país sureño.
No intento comparar en todo, ni creo que lo de allá se puede trasladar a México, pero hay aspectos que nos vuelven semejantes. Guardando las proporciones hay lecciones que aprender de la experiencia electoral Argentina.
Recadito: los finales son así, suma de desaciertos, con caídas. ufa.1959@gmail.com |
|