LIBRE PENSADOR
Uriel Flores Aguayo
Termina el año 2019 e inicia el año 2020. El tiempo camina sin tregua e irreversiblemente.
El tiempo es un bien no renovable. Cada instante es distinto. Somos nosotros los que
pensamos que es lo mismo pero no es así. Suelen ser imperceptibles cotidianamente las
transformaciones físicas y mentales que vivimos hasta que ocurre un hecho llamativo o
hacemos un espacio para observarlo. Invariablemente vamos siendo distintos, acumulamos
vivencias para bien casi siempre pero también para mal. Un año es una temporalidad
categórica y llena de simbolismo. Son doce meses y trescientos sesenta y cinco días en
que dormimos y despertamos, en que estamos en casa y salimos a realizar nuestras
actividades diversas, en que construimos o destruimos, en que estamos sanos o
enfermamos, en que somos un buen o mal ejemplo, en que unimos o dividimos, en que
queremos, en que somos solidarios, en que creemos, en que vamos hacia adelante con fe,
en que nos asombran los misterios de la vida, en que opinamos, en que nos asumimos
socialmente, en que somos individuales y colectivos, en que afirmamos las libertades, en
que aprendemos del pasado mientras nos afirmamos en el presente y avistamos el futuro.
Un Año Nuevo es un horizonte a la vista, es la continuidad de nuestros pasos, es un reto y
la esperanza de algo mejor, de un futuro inmediato al que debemos acceder confiadamente.
Un Año Nuevo es metas y compromisos. Es la posibilidad de hacer algo nuevo, distinto y
mejor. Estos días son una gran oportunidad de balance, de reflexión, de cuentas y
comparativos. En el corte de caja aparecen los logros y rezagos. Puede ser que estemos
dando vueltas sin sentido, en ruinas e inercias. Así que es cuando tenemos que
reinventarnos, revisarnos a fondo y hacer los propósitos que serán guías y retos. Un Año
Nuevo es otra oportunidad de hacer algo mejor, de avanzar en nuestra marcha, de crecer,
de resaltar lo mejor de nosotros y sostener el sentido de nuestra vida cuando ya lo tenemos
claro. Estas fechas las viviremos setenta u ochenta veces en nuestra vida, son pocas o
muchas según cada quien. Cada ocasión, por regla, será especial, serán temporadas bien
apreciadas. Es común que se despierten los mejores sentimientos, que demos una tregua
a la envidia y los celos menores. Son tiempos de abrazos y buenos deseos.
En los propósitos de Año Nuevo resaltan los personales: ser mejores padres, hijos, parejas,
mejores trabajadores, buenos estudiantes y profesionales. Para que las buenas intenciones
sean completas deben considerarse las relacionadas con la sociedad, con el colectivo y la
ciudadanía. Somos individualidad y colectivo. Somos cada uno y la sociedad. Lo que ocurra
en el entorno incide en nosotros. Nada de lo que pase en la sociedad nos es ajeno. Es
hasta indispensable hablarnos de libertad, democracia y desarrollo. De un país mejor, de
un mucho mejor futuro. No debemos aceptar realidades negativas ni rezagos culturales.
Nuestra actitud debe estar lejos del conformismo y la apatía. Habremos avanzado cuando
asumamos compromisos colectivos con los valores de la libertad. No hay cambio profundo
sin la conciencia y voluntad de cada uno de nosotros. Siempre será importante sostener
una postura crítica, informada y participativa ante los políticos y gobernantes. Sin el
involucramiento ciudadano no pasamos de apariencias y espejismo.
Quiero un Año Nuevo, 2020, con desarrollo social, con amplias oportunidades para todos,
con gobernantes honestos y capaces, con políticas públicas correctas, con educación de
calidad, con salud accesible, sin violencia, sin abusos, con respeto a los derechos humanos
y una consideración especial a la niñez y la juventud. Quiero un año ganado para la cultura
de paz, donde rebasemos los índices negativos en salud y violencia, con respeto a la
diversidad, con tolerancia y no descriminación. Nada es para siempre, lo avanzado en
derechos, libertades y democracia tiene que cuidarse y reforzarse; solo con su práctica
cotidiana y traslado a las nuevas generaciones podrán sobrevivir como algo normal. Cada
año, este no será la excepción, es una gran oportunidad para ser mejores seres humanos
y mejores ciudadanos, para avanzar en civilización. Hay sentido en un Año Nuevo si
pensamos en que lo sea realmente, si nos planteamos ser mejores en todos los sentidos.
Para quienes me honran con su lectura deseo un año de salud, unidad y progreso; que este
2020 sea un año de prosperidad.
ufa.1959@gmail.com |
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