Uriel Flores Aguayo
Cuando ocurre algún hecho violento en Xalapa, de esos graves como asesinatos, asaltos y balacearas, la respuesta gubernamental es que se tratan de hechos aislados. Es una postura rápida y fácil, repetida mecánicamente que dice todo y no dice nada. Tal vez no podría haber algo más preciso, o sí. Ese tipo de declaraciones hacen abstracción de una problemática concreta. Son algo curiosas y se vuelven juego. Desde el oficialismo surgen muchas voces que confunden, que no aclaran nada ni orientan a la población. Son asuntos de la fiscalía que, sin embargo, calla. Se vuelven tema político unilateralmente que intenta justificar al gobierno. Hablan y hablan, pero dicen poco, como de media lengua. Son asuntos serios abordados con ligereza. Aislados o no son hechos graves que nos ponen en peligro a todos. Los asesinatos deben preocuparnos a todos, así fuera uno solo y más allá del impacto mediático. Una muerte violenta cuestiona La Paz social y la convivencia civilizada. Que anden asesinos entre nosotros es peligroso. Que la fiscalía, el aparato de justicia y las policías se muevan por imagen y afianzamiento de un proyecto partidista es todavía más grave. Si el gobierno no garantiza seguridad a los ciudadanos, su papel es irrelevante. Y ese es el problema: un aparato gubernamental omiso, frívolo, faccioso, vengativo y en perpetua campaña. Así no sirve ni asume responsabilidades concretas. Sin claras políticas públicas de seguridad, estrategias eficaces y estructura profesional no habrá mejores resultados. Seguirán abundando el rollo y los pretextos. En tanto la ciudadanía estará indefensa y apostando al silencio o, peor, al encierro. Es tiempo, siempre lo será, de exigir respuestas serias y concretas, que haya resultados y atención a la gente. No hacen un favor. Es su responsabilidad. No dejemos pasar las ocurrencias, esas que se vuelven ofensa a la memoria de las víctimas y sus familias. No tiene sentido cuestionar lo obvio, burlarse de las tonterías y esperar algo mejor haciendo lo mismo. No. Hay que alentar la participación más amplia de la ciudadanía organizada, de los especialistas y la prensa en términos de propuestas y seguimiento. No es asunto exclusivo del gobierno, aunque sea su responsabilidad directa. En principio que dejen de lado esa respuesta automática y hueca de los “hechos aislados “.
Como en muchos otros asuntos oficiales estamos, en seguridad, ante un panorama de fachadas y administración de los problemas. Es apostarle al tiempo, al olvido, mientras sueltan lo que se les ocurra aun contra el sentido común y la inteligencia de la gente. Auténticamente patean el bote. No parece haber voluntad política para encarar con rigor y seriedad los asuntos de seguridad pública. Ya será tarea de otros gobiernos, que asumen esta problemática con elemental sentido de responsabilidad. Por el momento no se pudo hacer algo mejor y estamos en la indefensión, con los recursos ciudadanos como escudo.
Recadito: resurge intensamente la actividad cultual en Xalapa.
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