Para que México salga del atraso en todo se necesita mucha paciencia y extrema inteligencia; sin buena fe y conductas sanas es más difícil enderezar el rumbo añejo de pobreza, autoritarismo y violencia. Solamente se requiere identificar la coyuntura en su profundidad y asumir que nuestro país es uno para todos, que vamos en el mismo barco, que lo disfrutamos o lo padecemos por igual. Hay que superar las visiones de élites, que son cómodas y lejanas de la inmensa mayoría de la gente; hay que promover un tipo más decente de convivencia, donde se respete al diferente y se apoye al marginado. Es clave apostar a la juventud, con trabajo y estudio, aprovechando su energía y creatividad; a su fuerza agregar amor propio y compromiso social. En la medida de que tengamos una sociedad más pareja y un Estado sólido y funcional, muchos de los grandes problemas de México se van a resolver. No se podría seguir condenando a las actuales y a las nuevas generaciones a un futuro gris, mediocre y sin esperanza. Toda la ciudadanía tiene derecho a su desarrollo, a la felicidad y bienestar. No es asunto solamente del Gobierno, es la sociedad en su conjunto la única garantía de que se pueda salir adelante.
Está en curso un proyecto novedoso de gobierno, que surge de la sociedad y significa una ruptura con la tradicionales cúpulas del control y manejo del país. Será una sorpresa para propios y extraños, hay que ponerle atención y acostumbrarse a participar en su seguimiento. Más allá de que necesita y se ganó el tiempo suficiente para implementar su programa, también hay que entender que no es muy útil que digamos únicamente estar señalando fallas o errores sistemáticamente. La crítica y vigilancia ciudadanas, natural y estimulante, no debe confundirse con posturas opositoras. Nada de cheques en blanco pero comprendiendo que el tiempo es clave en la maduración del trabajo de los nuevos equipos y las políticas del Gobierno entrante. No hay contradicción en la crítica constructiva y el apoyo a lo fundamental; la vida pública se enriquece con ciudadanos informados, ejerciendo derechos y respaldando todo aquello que convenga al interés general.
El problema con la polarización al menos virtual es que confunde y hace antesala a la división real; las descalificaciones mutuas alejan posturas y condicionan la colaboración así como el buen ejercicio de autoridad. Si pongo la lupa más en los detalles y señalo solo las fallas no contribuyo a la autocrítica del funcionario y lo alejo del compromiso como auténtico servidor público. Es preferible la crítica constructiva, sin personalizar, para que se instale un círculo virtuoso en la relación gobierno y sociedad, haya resultados positivos y se empodere a la ciudadanía. Al mismo tiempo se anula la impunidad con las observaciones puntuales sobre el quehacer del gobernante y se reivindica una población libre. Exigir un buen gobierno parte de una sociedad madura.
Se puede y se debe colaborar con todos los niveles de gobierno, como derecho y obligación. Es una manera de ganar la confianza de ser parte sin obviar el rol que cada quien juega. No estamos ante una especulación teórica ni podemos hacer abstracción de la realidad, terrible, que nos tocó vivir. Con un país en este estado de pobreza, violencia y debilidad institucional, sería irresponsable pensar en que es mejor que fracasen los gobernantes para satisfacer intereses de grupo o facción. La actitud sensata, necesaria y útil es de colaboración sin rasgo de oportunismo, es de respaldo sin entreguismo; se puede perfectamente ayudar sin renunciar a convicciones e identidad. Nadie pediría que la oposición política deje de serlo, que los analistas renuncien a la crítica o que la sociedad civil se coorporativice; lo indicado es que se juegue un rol propio en sentido propositivo y se tome conciencia del precario estado en que se encuentra nuestro país, México, el mismo, el de todos.
Recadito: todos tenemos que poner nuestro granito de arena para que XALAPA sea mucho mejor.
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