La cuarta transformación proclamada por el presidente Andrés Manuel López Obrador para insertar al país en un sistema más justo y sobre todo que se sepulte la corrupción e impunidad, comenzaron a surtir sus efectos en la persona del presidente de la Suprema Corte de Justicia, Luis María Aguilar Morales a quien le temblaron las piernas a la hora de rendir su último informe como representante de ese poder, porque lo que contenía su mensaje, no podrían haberla pronunciado de pie como lo exige el protocolo, por lo que tuvo hacerlo sentando, ante el desmayo transitorio que sufrió.
Ante la mirada seria, adusta e imperturbable del presidente de la república y la presencia de los presidentes de la cámara de diputados y senadores, quedó evidenciado que no tendría fuerzas el presidente de la Corte para señalar , las palabras del presidente Juárez: “nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho”, cuando , en franca violación a la ley de responsabilidades y el código penal federal que castiga la coalición de funcionarios públicos , días antes, jueces y magistrados para reclamar una supuesta violación a un derecho, mediante coacción pretenden seguir vivir en los privilegios y en las componendas que alimenta la corrupción e impunidad, para que el poder judicial siga siendo un coto de poder que zahiere la conciencia de la nación.
Ante la omisión legislativa de reglamentar el artículo 127 constitucional, en relación con los artículos 123, apartado B, fracción IV ; 75,94 y 126 también constitucionales, y ante el contubernio descarado y cínico de una auténtica mafia del poder, el consejo de la judicatura federal , sin cumplir con los mínimos parámetros de la más elemental austeridad, se despacha con la cuchara grande, abusando de la independencia y autonomía, para fijarse sueldos ofensivos, verbigracia la pensión vitalicia que disfrutan los ministros en retiro que son de más de cincuenta mil pesos mensuales, en tanto, las grandes mayorías nacionales,- más de cincuenta y tres millones de mexicanos- viven en la más espantosas de las miserias y desesperación que se pueda uno imaginar.
El cuadro que preside las sesiones en la suprema Corte de Justicia de nación es el del presidente Juárez , como símbolo de la austeridad y la honestidad en la impartición de la justicia, sin embargo, no ser desdeña como los ministros que quieren que se les respeten los altos sueldos, son los mismos que jamás se han preocupado – como custodios que se dicen de la constitución – en exigir que se cumpla , por ejemplo, que el salario mínimo de un trabajador , debe ser el suficiente para que un trabajador viva con dignidad, o bien, cuando no se tocaron el corazón para enviar a la calle a más de cuarenta mil trabajadores de la compañía de luz y fuerza ante la presión que ejerció, de manera injusta el expresidente Calderón.
El movimiento de rebelión de los jueces y magistrados contra la ley que reglamenta el artículo 127 constitucional y lo que se escucha a sotto voce que la controversia constitucional que
interpusieron los partidos PRI,PAN, PRD Y MC ante la Suprema Corte de Justicia fue elaborada por los ministros Pardo y Pérez Dayan, debe investigarse a cabalidad y, de ser el caso, abrir una carpeta de investigación en contra de ellos y más, en el caso del ministro Pérez Dayan que, violando la ley que reglamenta el artículo 105 constitucional, concede la suspensión contra esa ley, es decir, este servidor público- siendo juez y parte y técnico en derecho- no le es dable alegar inocencia o ignorancia.
Por el bien de la republica, ahora más que nunca, el presidente López Obrador, está obligado a defender la constitución que juró cumplir y hacer cumplir, así como sus leyes, y al invocar al presidente Juárez como símbolo y guía de su gobierno, poner en práctica aquello que el congreso quedó para la historia: “ bajo el sistema federativo los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad; no pueden gobernar a impulsos de su voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes; no pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, resignándose a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley les haya señalado”, en síntesis , al existir apenas la ley que habla de las remuneraciones, no existe pretexto alguno para alegar canonjías que no existía en ninguna ley.
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