JOSE LIMA COBOS*
Auténticamente es doloroso ver hasta donde se llegó en los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari , Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, se podría decir que fue tiempo suficiente para hundir al país, pero no lo lograron, porque aún hay esperanza de que los más de sesenta millones de mexicanos que viven o deambulan en la pobreza extrema, a resulta de esas políticas de hegemonía económica privada, puedan revivir y reencontrar el camino de un nacionalismo de un auténtico cambio.
Si, como se cuestiona ahora , que el presidente López Obrador no puede enajenar el avión presidencial- que en ofensa criminal se le impuso por Felipe Calderón, el nombre de José María Morelos y Pavón- el siervo de la nación- , no es porque no tenga capacidad para los negocios del gobierno, sino , sobre todo, porque se acondicionó ese aparato, de tal manera , que cualquier magnate se avergüenza de utilizarlo , sin embargo, Calderón y Peña Nieto, no tuvieron empacho en tenerlo a su servicio.
El gobierno de México ha sido prodigioso con los grandes negocios, por un lado, Carlos Salinas Gortari, padre de la corrupción -hijo de Raúl Salinas Lozano, que fue secretario de Economía- con el menor desgano se deshizo de las empresas productivas del Estado para que las manejara la iniciativa privada, así, se deshizo de las empresas que apoyaban al campo mexicano y descapitalizarlo, -Fertimex, Telemex el sistema bancario y lo que alcanzó a enajenar; para luego – después del asesinato de Colosio, dar paso a Zedillo en la política privatizadora, hasta el colmo con Ferrocarriles Nacionales, empresa emblemática de la revolución mexicana, para después estar a su servicio; Vicente Fox, sangrar, hasta quebrarla , la industria petrolera y eléctrica con un saqueo digno de la mejor causa, pero donde ya no se tiene nombre es con Felipe Calderón con el manejo de recursos de la nación, compró un avión de pronósticos reservados y abrió el camino de la guerra que tiene al país en un cementerio nacional.
Se cuece aparte Enrique Peña Nieto que, en alianza con la mafia económica, se liga al lavado de dinero internacional con Odebrecht para amarrar contratos abominables que llevaron a la quiebra técnica de la industria petrolera y eléctrica, en su afán de hundir al país, con deudas que se vuelve impagables como el Foaproa de Zedillo y en un despilfarro de recursos que llegan al asombro, es decir, se está en crisis pero de agonía, sino de crecimiento, pues se ha reencontrado el camino de la pulcritud y la confianza en la institución presidencial que estaba soterrada y preparada para el saqueo.
Si la nación no se ha hundido del todo, es porque 33 millones de mexicanos evitaron que la ignominia contra la nación siguiera adelante, pues un sexenio igual, nos estaríamos preparando para realizar una venta de garaje, pues de acuerdo con los informes de la auditoria Superior de la Federación no existe sitio que no acuse la corrupción más elocuente, tanto en el poder ejecutivo, legislativo y judicial, es decir, con jueces, magistrados y ministros son resoluciones para “efecto”., es decir, para que siga prevaleciendo la injusticia social.
No nos podemos acostumbrar a lo que vemos todos los días - y pasará tiempo para aceptar la gran realidad - que el crecimiento del bandidaje se prodiga en la corrupción e impunidad, que es la madre de todas las desgracias del país, pues se puede afirmar, sin hipérbole, que los gobernadores y presidentes municipales, al lado del presidente de la República en turno de los mencionados y los organismos autónomos creados, en la farsa de la libre empresa , ha sido la panacea del enriquecimiento de las minoría y el empobrecimiento de la nación.
La lucha es y será larga y pero sin dar tregua, por el contrario, reforzarla cada día, aunque la resistencia sea , como ha sido hasta hora, la embestida de la voracidad sin limite y la carencia de conciencia social que hay que cambiar , sin embargo, la esperanza muere al final de ver en prisión a los opresores y expoliadores del país.
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