El estado mexicano, integrado por el poder ejecutivo, legislativo y judicial es el único responsable de la pudrición que brota a raudales en la impartición de la justicia, si, como se prueba, que el 90 por ciento de la población la detesta y se tiene que ir el viejo sistema de hacerse justicia por propia mano, de ahí que aparezcan tantos homicidios que esconden, en el fondo, una de forma del “diente por diente”, ante la ausencia de la honestidad de los presidentes de la república, Salinas, Zedillo, Calderón, Fox y Peña Nieto, que a la distancia, ninguno está en la cárcel y menos aún sus colaborares que ejecutaron delitos de alta traición a la patria.
Esta reflexión nace, si se analiza lo que sucede en la impartición de algo que se llama justicia y que en el fondo, se encierra la peor de las injusticias, porque ante las denuncias que se formulan, por ejemplo, la fiscalía,- ante el ministerio público- , mediante el monopolio de la acción penal, solo se mueve si hay dinero de por medio, y desde ahí resalta la resistencia a la denuncia que se sabe que va dormir el sueño de los justos si, de ante mano, no hay dinero de medio, por aquello, que con dinero “baila el perro “, porque tan es así, que por más voluntad que se tenga de castigar a los responsables de las grandes vejaciones que ha sufrido la nación, aún presumen con los medios de comunicación que están bajo su control, que tienen el poder la impunidad-.
Causa pavor y escozor asistir a una agencia del ministerio público- de las del viejo sistema autoritario acusatorio y el nuevo que es acusatorio-adversarial- porque con el viejo y manido pretexto que para todo se necesitan recursos públicos suficientes y preparar al personal necesario para esta nueva modalidad de proteger a los derechos humanos , pasaron ocho años -que fue el margen de transición- y de verdad se avanzó muy poco y se dilapidaron recursos a granel y se construyeron edificio que se pueden considerar de un país en bonanza, con una justicia que es digna de mejor causa, es decir, causa dolor ver lo que se hizo y que las cosas están peores, como que la corrupción e impunidad se hizo endémica, creando desánimo y desaliento ante una verborrea que no aterriza y que el tiempo se agota, en tanto la sangre sigue corriendo.
Y, si como si tal cuestión fuera poco, la existencia de más crimines y otras serie de delitos, no es producto de la casualidad, sino de la existencia de ministros, magistrados, jueces, fiscales, que están incrustados en la impartición de justicia para incrementar la injusticia, porque a” rio revuelto” ganancia de pescadores, esto es, entre más crimines se generen, existe la necesidad de construir más centros de reclusión y prisiones de primera y de segunda clase que alberguen a los delincuentes que son consecuencia de esa misma injusticia que ellos fomentan y estimulan, porque no se trata solo de expresar que existe corrupción sino que tiene que probarse contra esos jueces, ministros o magistrados, que mantienen en prisión a tantas personas que no se ha probado su culpabilidad ,debería ellos ser los condenados por su negligencia o permisibilidad a permitir ese lastre social.
La afirmación del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Saldívar Lelo de Larrea, de que impera la corrupción en los tribunales del país, lol confirma lo que el ministro
Pérez Dayán, le contestara a un justificable al hacerle una reclamación y expresarle “ que derecho humano te violan”, ignorancia que simula y evidencia el contubernio que predomina en el país y, así, existen cientos de ciudadanos a quienes les violaciones a sus derechos humanos están a la orden del día y sin embargo, un juez o ministro pone en duda ese hecho, como si no fuera público y notorio que existen miles de mexicanos que están en prisión por esa violación y que nadie hace nada por ellos, siendo el estado mexicano permisivo y abusivo en elocuentes fotomontajes que ni siquiera nos llevan de rubro, por el contrario, aplaudimos a los que lo hicieron ..
Cuando se pide mayor sensibilidad a los impartidores de justicia, es cosa de constatar cualquier denuncia de un justificable que, para que se le curso, tiene que dar dinero para la gasolina y pagarle los gastos al perito y ante la exigencia de velar por los derechos de presunción de inocencia , debido proceso y legalidad de la detención, el primer respondiente si los viola, no garantiza que a la hora que se llegue con el juez de control, que se considere legal la detención en consecuencia, la esperanza del quejoso queda en las nubles, de ahí que es mejor no acudir a un impartidor de justicia, porque, como se afirma, sale más caro el caldo que las albóndigas, por lo mismo nunca se sabrá, a ciencia cierta, cuantas denuncias de todo género existen, porque la experiencia te lleva a vivir en el silencio de la delincuencia.
Si el estado mexicano está consciente de que se miente “descaradamente “cuando se afirma que el combate a la corrupción va “viento en popa”, es cosa de pararse en un tribunal, de los cientos que existen, para constatar que la justicia brilla por su ausencia, en tanto, no exista conciencia de la responsabilidad de quienes ocupan esos cargos que son producto de la corrupción que encierra el sistema donde , el amiguismo o el compadrazgo, es lo que impera , pero en tanto no veamos que las cárceles estén llenas de esos malos servidores, que medran en la placenta gubernamental de manera brutal, jamás se creerá que existe la justicia en México. limacobos@limacobos@hotmail.com
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